En los últimos tres años, ha aumentado cinco veces el numero de personas procedentes de El Salvador, Honduras y Guatemala, que solicitan asilo en norteamércia. “Están atrapados entre pandillas que están constantemente luchando, y esto lleva a la gente a intentar encontrar lugares más seguros para vivir”, dijo José Samaniego, Representante Regional del ACNUR para América Central, Cuba y México. “Esto tiene un impacto a largo plazo en su educación y sus vidas”.
Por Luisiana Ríos P./ El Político
“Es algo que asusta, cuando sigues este camino sabes que estás poniendo tu vida en gran peligro”, dice Rodrigo Barrera, de diecisiete años de edad, quien huyó de Honduras sin un centavo en sus bolsillos, debido a la violencia generada por las pandillas.
Las autoridades del llamado Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) estiman que existen entre 70.000 y 100.000 pandilleros en los tres países, que son responsables de los altos índices de homicidios en la región, según reporta la Agencia Guatemalteca de Noticias (AGN).
“Es mejor no tener nada que ver con las pandillas. Pero puede ser difícil mantenerlos fuera de tu vida”, dijo Maribel de 15 años nacida en El Salvador. “Se sienten inmunes porque tienen armas y la gente les tiene miedo. Ellos piensan que pueden matar a quien quieran, y pueden violar a quien les gusta. Si me gritan, les digo hola, porque no quiero ignorarlos y hacerlos enojar. Pero trato de no acercarme a ellos porque sé que eso sólo causará problemas”, comentó la adolescente.
Ademas, las autoridades en Guatemala refieren, que más de cinco mil personas han sido víctimas de explotación sexual de estas bandas delictivas, en los últimos cinco años. Un reporte de UNICEF indica que más de la mitad de esta cifra, son menores de edad, en su mayoría de Honduras y El Salvador.
"Existe el temor de ser víctimas de trata con fines de explotación sexual. Este es probablemente su mayor preocupación", dijo Abraham Suyen quien trabaja a favor de los inmigrantes y refugiados. "Podrían decir que tienen 22 años, cuando se ven de 15. Quieren ocultar su edad porque saben que son un blanco fácil", comentó.
Quiero seguir adelante, porque detrás hay sólo maldad”, dice un joven llamado Barrera. “Tengo miedo pero también tengo la esperanza de tener una mejor vida”.
En San Salvador, Maribel recordó cuando estaba en su casa y los pandilleros tocaron a su puerta, ellos le dijeron que la iban a violar. “Estaban gritando lo que iban a hacerme. Me las arreglé para utilizar todas mis fuerzas y empujé la puerta para cerrarla. Ellos se quedaron afuera gritando y yo llamé a mi papá”, recordó esta joven. Esta situación la lleno de temor pues los miembros de estos grupos al margen de la ley, han incluso matando a niña o sus padres al rechazar sus actos.
Los niños también son acechados por las pandillas en Guatemala, forzándolo a entrar en su banda, lo que los obliga a huir de sus hogares. “Estaba sentado junto a un campo de fútbol cerca de mi casa cuando se sentaron conmigo y me ofrecieron marihuana, pero les dije que no fumaba, así que me dieron cerveza en su lugar. Luego me golpearon y dijeron que yo había pasado la iniciación y estaba en la pandilla ahora”, dijo David, quien no vio otra alternativa, más que correr por su vida.
“Hay jóvenes que podrían llegar a su escuela en sólo siete minutos, pero no pueden ir por ese camino porque eso significa pasar territorio de las Maras (pandillas) .Tienen entonces que caminar de ocho a diez cuadras para tomar un autobús y terminan gastando 40 minutos en su camino a la escuela”, dice Mauricio Gaborit, de la Universidad Centroamericana en San Salvador, quien estudia la violencia en el país.
Llega un momento, en donde la situación es insostenible y por eso muchos niños, jóvenes y adultos centroamericanos recorren un largo camino hacia el norte, para refugiarse en otros países. “Tenemos a niños que son forzados a huir de sus hogares, se van llorando, desesperados, estresados y tienen miedo de ser secuestrados”, dijo Suyen, un colaborador de las víctimas de las pandillas. “Es un trauma muy fuerte que los marca para toda la vida”.
La mayoría de los que huyen, buscan protección en Estados Unidos y México, y muchos se van sin documentos y no presentan solicitudes formales de asilo, por falta de información o miedo a ser detenidos y deportados.Por si fuese poco, estas personas no sólo corren peligro en el camino al cruzar los ríos y desiertos, también son víctimas de carteles del narcotráfico, pues sus miembros secuestran a las personas para ganar dinero.