Desde que se instaló en la Casa Blanca el presidente número 45 de los Estados Unidos las tensiones en ese mismo país se han incrementado, sobre todo en migrantes de diferentes países en el mundo. Donald Trump, uno de los mandatarios más polémicos de la historia comenzó a dar de qué hablar desde el día que arremetió contra los mexicanos y su daño a norteamérica. Luego de estas palabras muchos artistas, políticos y ciudadanos lo tildaron de racista.
Redacción El Político
El pasado 9 de noviembre del 2016 Trump gana las elecciones en EE.UU y comienza un nuevo cambio para "el país de la felicidad". Veto hacia los refugiados y musulmanes, un muro en la frontera con México, deportación para los inmigrantes que no tengan su documentación completa para habitar la nación, negar fondos federales hacia ciudades santuarios, entre otras, son algunas políticas que han causado miles de críticas, reseñó El blog de Iñaki Anasagasti
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Pero, lo que muchos no sabemos es que Friedrich Trump, de origen alemán y abuelo del actual mandatario, fue una de las primeras personas que emigró a Estados Unidos. Pues en una carta, pide al gobierno alemán que no lo deporten. Este escrito fue publicado por la página Harper´s.
En el año 1885 Trump, época en la que tenía 16 años, Trump abuelo decidió emigrar a EEUU ilegalmente para no acudir al servicio militar, que en ese tiempo era obligatorio. Luego de ello, perdió su ciudadanía y adoptó la de estadounidense, país donde se volvió rico administrando bares y burdales. A principios del siglo XX regresó a su país natal pero lo deportaron.
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En el texto el abuelo de Trump ruega al príncipe Luitpold de Bavaria, quien gobernaba Kallstadt en ese tiempo, a no ser deportado ya que eso le causaría preocupación y dolor a su familia, hecho que está pasando actualmente en Estados Unidos con el nieto de este en la presidencia al querer separar familias.
Esta es la carta:
Los Emigrantes
“Por Friedrich Trump
“¡Su serenísimo, y poderosísimo Príncipe Regente! ¡El más gracioso regente y señor!
Nací en Kallstadt el 14 de marzo de 1869. Mis padres eran trabajadores de los viñedos honestos y piadosos. Ellos me condujeron estrictamente a todo lo que es bueno, con diligencia y piedad, a asistir regularmente a la escuela y a la iglesia, a la completa obediencia de la autoridad.
“Después de mi confirmación en 1882, aprendí el oficio de barbero. Emigré en 1885, cuando cumplí 16 años. En América llevé mi negocio con diligencia, discreción y prudencia. La bendición de Dios estaba conmigo, y me volví rico.
Obtuve la ciudadanía estadounidense en 1892. En 1902 conocía a mi esposa. Tristemente, ella no podía tolerar el clima de Nueva York, por eso regresé con mi adorada familia a Kallstadt.
El pueblo me recibió con gusto como un ciudadano capaz y productivo. Mi anciana madre estaba feliz de ver a su hijo, y a su nuera, así como a su nieta; ella sabe que cuidaré de ella cuando sea mayor.
“Pero fuimos confrontados, como si cayera un rayo, con las nuevas de que el ministerio del Estado Real, decidió que debemos dejar nuestra residencia en el reino de Bavaria. Quedamos paralizados, nuestra familia sufrió de terrible ansiedad, y mi amada hija se enfermó.
“¿Por qué deberíamos ser deportados? Esto es muy, muy difícil para la familia.
¿Qué pensaran nuestros conciudadanos si sujetos honestos son tratados así?
Sin mencionar las grandes pérdidas materiales que sufriremos. Quisiera volver a ser un ciudadano bávaro de nuevo.
“En esta situación urgente, no tengo otro recurso que voltear los ojos a nuestro adorado, noble, sabio, y justo señor, nuestro gobernante, altísima excelencia, quien ha llorado muchas lágrimas, quien ha gobernado tan benéfica y justamente, y dulcemente amado, con la petición más humilde de que el señor tenga piedad y permita a su siervo quedarse en el más gracioso reino de Bavaria.
“Su más humilde siervo,
“Friedrich Trump.”