El éxodo de venezolanos crece día tras día por una crisis que no encuentra su techo. La diáspora ya está conformada por más de cuatro millones de personas; la mayoría de ellas se fue de su tierra en los últimos años de gobiernos chavistas. Entre los emigrantes, hay muchas de historias de dolor, pero también de esperanza por volver.
Daniel Lozano / La Nación
Anna Carolina Maier, una caraqueña de 30 años que vive en Madrid, es periodista y bailarina flamenca pese a que en su sangre se mezclan raíces cubanas y austriacas. “Llegué a Madrid el 12 de agosto del año pasado. Me vine porque estaba en Caracas cubriendo una manifestación opositora y un colectivo secuestró a mi fotógrafa y disparó hacia donde yo estaba. Al día siguiente me llamaron y me ofrecieron un trabajo en periodismo en Madrid”.
Maier llevaba varios meses en el ojo del huracán, cubriendo para el portal web El Estimulo tanto las protestas antigubernamentales como lo que sucedía en la Asamblea Nacional, siempre en tensión. Atrás quedaba la ciudad más violenta del planeta, a sabiendas de que “aunque la verdadera guerra esté allá, la tuya no deja de ser una batalla nueva, distinta”. En su ciudad “todos los días pensaba en que podría morir trabajando. Acá, aunque puede pasar, ya que estar vivo conlleva la posibilidad intrínseca de la muerte, sabes que no existe, ni de cerca, la violencia de allá. Y yo viví la violencia de cerca varias veces”.
¿Y el regreso? “Sueño todos los días con regresar, pero también soy muy realista y no quiero que me pase como a los cubanos y a otros ciudadanos del mundo que han vivido en el exilio gracias a dictaduras. Es por ello que, aunque sueño con regresar, día a día me levanto con ánimo y optimismo para construir una estabilidad aquí en Colombia para mi familia y para mí”.