Las historias de los venezolanos que optaron por marcharse fuera del país son diferentes, cada una resguarda el esfuerzo y las tristezas que debieron atravesar para poder alcanzar otro lugar “más habitable”. Sin embargo todas coinciden en algo, y es que el propósito es obtener una mejor calidad de vida, que lamentablemente el país natal no ofrece.
Llegar y establecerse en otro país no ha sido fácil, pero los criollos, afortunadamente, cuentan con ingenio y un buen carisma para sacar provecho a cualquier circunstancia. Esto fue lo que le dio a un joven venezolano, el negocio para vivir y mantener a sus familiares en Venezuela.
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— El Político (@elpoliticonews) February 21, 2018
Richard Segovia, forma parte de los innumerables venezolanos que prescindieron de todo y se atrevieron a resolver. La crisis económica apretó más que nunca y debió partir con su esposa, una maleta de ropa y un bolso lleno de bolívares, para establecerse en La Parada, el barrio del municipio de Villa del Rosario, Norte de Santander, que colinda con San Antonio del Táchira.
Justo cuando el asunto empeoró, Segovia, pese a trabajar en un mercado mayorista en Caracas, pasó hambre y no sabía cómo resolver. Veía como los bolívares se devaluaban, eran tirados a la basura por los ciudadanos y usados como juguetes para los niños. Decidido a partir y con un talento inigualable, aprovechó para ingeniárselas y hacer algo útil con los billetes.
El negocio, inicio y adquisición de mercancia
Segovia comenzó doblando los de baja denominación y haciendo figuras de origami. Primero hizo estrellas, luego corazones, y finalmente se le ocurrió hacer bolsos. Llegó a la frontera con un gran bolso de efectivo, desperdiciarlo no era el objetivo.
“Cuando vi que definitivamente uno no podía comprar nada con semejante cantidad de billetes preferí hacer algo bonito con ellos”, narró para la revista Semana.
Las presentaciones de los bolsos vienen en diferentes tamaños, y son realizados con billetes del antiguo cono monetario como; Bs.10 , Bs. 20 , Bs. 50 y Bs. 100. “A veces los hago con billetes de 5 y hasta de 500, gracias a Dios me va bien”, refirió.
La venta de los bolsos se hace en Cúcuta, y tienen un precio desde los 30.000 pesos hasta los 40.000. Bolsos pequeños y grandes, morrales, monederos, portachequeras y más, son parte de los productos que ofrece como artesano.
Richard explicó que toma 40.000 pesos de los cuales 20.000 son cambiados a bolívares para transferirle a su mamá. El 20.000 restante es cambiado para su uso y seguir fabricando los bolsos.
Aunque Richard no se ha hecho millonario, encontró una manera creativa de trabajar , conseguir dinero, mantenerse y mantener a su familia en Venezuela.