En Estados Unidos, un niño de 1 año vestido con una camisa verde tomaba leche de un biberón, jugaba con una pequeña pelota guinda que se encendía a cada rebote y pedía agua ocasionalmente.
Y entonces llegó su turno para comparecer ante un juez de inmigración en Phoenix, que apenas podía contener su incomodidad durante la parte de la audiencia en la que pregunta a los inmigrantes acusados sin han entendido los procedimientos.
“Me avergüenza hacer la pregunta, porque desconozco a quién se la explicarían, a menos que crean que un niño de 1 año puede aprender la ley de inmigración”, manifestó el juez John W. Richardson al abogado que representa al menor.
El niño es uno de los centenares de menores que necesitan ser reunidos con sus padres después que los separaron en la frontera, muchos de ellos debido a la “política de tolerancia cero” del gobierno del presidente Donald Trump. Las separaciones han dejado mal parado al gobierno debido la persistente difusión de contenidos noticiosos sobre niños llorando separados de sus madres y mantenidos aparte durante semanas.
Los detractores también han censurado el sistema de las cortes de inmigración del país que obliga a los menores -aun si están en edad de usar pañales- a comparecer ante jueces y seguir los procedimientos de deportación mientras están separados de sus padres. Estos menores no tienen el derecho a tener un abogado asignado por la corte y 90% son regresados a su país de origen sin la intervención de un defensor, según la agrupación Kids in Need of Defense, que les provee representación jurídica.
El viernes en Phoenix, un niño hondureño llamado Johan esperó una hora para ver al juez. Su abogado dijo a Richardson que el padre del menor lo había traído a Estados Unidos y fueron separados, aunque se desconoce la fecha. Señaló que el padre se encuentra en Honduras después de que lo deportaran con el engaño de que podría llevarse a su hijo.
Por un rato, el menor traía zapatos de vestir y después estaba solo en calcetines durante la espera para ver al juez. Permaneció en silencio y calma la mayor parte de la audiencia, aunque lloró en forma histérica después durante los segundos que una empleada lo entregó a otra persona mientras ponía en orden la pañalera. El niño está en custodia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos en Arizona.
El juez Richardson dijo que el caso del niño encendía las alarmas por el plazo ordenado por una corte para reunir a los niños pequeños con sus familias. Un juez federal en San Diego dio a la agencia hasta el martes para reunir a los niños menores de 5 años con sus padres y hasta el 25 de julio para todos los demás.
Richardson dijo una y otra vez al abogado del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés) que debía tomar nota de los casos que implican a niños chicos debido al plazo dado al gobierno para cumplir con la reunificación de familias. El abogado señaló que desconocía detalles del plazo y que un departamento distinto dentro del ICE se encargaba de los asuntos de ese tipo.
La portavoz del ICE, Jennifer Elzea, señaló que el abogado sabía de la orden judicial pero que desconocía los detalles de los plazos “y no quería hacer declaraciones incorrectas sobre los compromisos de las fechas sin ese conocimiento”.
A fin de cuentas, Johan recibió una orden de salida voluntaria que le permitirá al gobierno enviarlo por avión a Honduras para reunirse con su familia. Un abogado del Proyecto Florence, una organización de Arizona que brinda asesoría legal gratuita a inmigrantes, dijo que tanto la madre como el padre estaban en Honduras.
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— El Político (@elpoliticonews) July 9, 2018
El caso se atendió el mismo día que el gobierno de Trump dijo que necesitaba más tiempo para reunir a los 101 niños menores de 5 años con el fin de garantizar la seguridad de los menores y confirmar los parentescos.
Fuente: El Comercio