Un gran descontento recorre a Colombia, el cual se ha evidenciado en dos multitudinarias situaciones: la primera fue el resultado de unas elecciones que no favorecieron el gobierno, y la segundo las gigantestas protestas que incluyen un paro nacional y diez días de manifestaciones. Mientras, el joven presidente Iván Duque, tendrá que decidir en su fuero interior, si le hace caso aL uribista Fernando Londoño que le pide mano dura, o pierde el tiempo con grupos marxistas que quieren tumbarlo.
El Político
Organizaciones exigen al Gobierno iniciar un diálogo real con los manifestantes
El Comité Nacional del Paro y otras organizaciones aliadas cuestionaron al gobierno por convocar a una reunión que terminó siendo un monólogo. Además, convocaron un nuevo paro nacional para el próximo miércoles 4 de diciembre.
A través de una carta firmada por 500 líderes, las organizaciones del Comité Nacional del Paro, el movimiento Defendamos la paz y los congresistas de la llamada Bancada por la paz le exigieron al presidente de la República, Iván Duque, que se den las condiciones para “iniciar cuanto antes un diálogo incluyente, democrático y eficaz con el gobierno nacional”.
Los voceros rechazaron la propuesta de conversación nacional que les hizo el mandatario y fueron enfáticos en que para avanzar en la materia se debe garantizar la participación de la ciudadanía y de todas las organizaciones de la sociedad civil en las discusiones con el fin de garantizar la concertación de acuerdos sobre los problemas fundamentales del país que lleven a medidas reales verificables.
La carta le pide al jefe de Estado específicamente que reconozca a los interlocutores del paro y conforme una mesa nacional de diálogo “plural y diversa con representantes de los diferentes sectores sociales que se han movilizado” para garantizar que se busque una solución a diversos problemas sectoriales. También manifiestan la necesidad de que se acorde una agenda, cronogramas, reglas y mecanismos para mantener la conversación.
“Si siguen las manifestaciones podríamos perder 260 mil nuevos puestos de trabajo”: Federación de comerciantes
Jaime Alberto Cabal, presidente del gremio, dice que comercio está perdiendo $150 mil millones diarios. Pide a manifestantes “pensar en la clase trabajadora”.
Según Fenalco, los comerciantes están sufriendo un duro momento por cuenta de las marchas y bloqueos del paro nacional.
“Todas estas manifestaciones constantes, en los siete días, están llevando a que el comercio esté reducido a una actividad del 40%”, recalca Cabal.
Hotelería es uno de los sectores más golpeados, dice el empresario, por la cancelación de reservas nacionales e internacionales. Así mismo, porque conciertos y eventos también han sido suspendidos.
El presidente de Fenalco alertó, igualmente, sobre los perjuicios generados por los saqueos en ciudades como Cali, Bogotá y Bucaramanga.
“No solo ha sido el comercio grande, sino también los pequeños comercios, como tiendas de barrio saqueadas”, dice Cabal.
Asegura que, por el momento, no hay reporte de despido de empleados.
“Pero sí tenemos una grande preocupación y, por eso, hacemos un llamado a los convocantes del paro a que pensemos en el pueblo colombiano, en la clase trabajadora que se está perjudicando”, recalca.
Eso sí, advierte que están en riesgo unos 260 mil nuevos puestos de trabajo para esta temporada decembrina.
El directivo invita a “suspender las vías de hecho”.
“Ya llevamos siete días de parálisis y esto está afectando la economía. Si miramos la tasa del dólar, su crecimiento va a afectar también a los consumidores. Lo que nosotros estamos proponiendo es que nos sentemos a dialogar y aceptemos la invitación que ha hecho el gobierno. Construyamos entre todos”, argumenta.
Cabal está a favor de, por ejemplo, el trabajo por horas. “Hay muchas actividades, en el mundo moderno, que usted podría trabajar por horas”, insiste.
Nueva canciller pondrá el acento en migración venezolana
Ayer se posesionó la nueva ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, Claudia Blum, en un evento oficial en la Casa de Nariño, sede del Gobierno.
Uno de los temas que mencionó en su discurso fue la migración venezolana y afirmó que aspirará a aunar esfuerzos para atender a la población venezolana.
“Espero poder contribuir a la búsqueda de mayor apoyo externo en la respuesta a la situación de los migrantes venezolanos, que urgen de asistencia humanitaria e iniciativas para la normalización de sus proyectos de vida”, dijo Blum.
La nueva jefa de la diplomacia colombiana también indicó que el reto que asume tiene además un “significado mayor por el momento complejo que vive el país” y que bajo su gestión la Cancillería asistirá al presidente Iván Duque “en lo que considere necesario para acompañar la conversación nacional que permita fortalecer la agenda social del gobierno”.
Los electores están por encima de las protestas
Uno de los principles problemas de América Latina es la pretención de sectores de izquierda de tumbar gobiernos elegidos por la vía del voto. Es evidente que los sectores de ultra izquierda no quieren acuerdos ni diáliogo, sino crear un clima de angustia que justifique la salida de Duque.
Minutos después de haber asumido la presidencia de Colombia el 7 de agosto de 2018, Iván Duque recibió el primer llamado de atención de un miembro de su partido, el Centro Democrático.
En plena posesión presidencial, el entonces presidente del Senado, el congresista Ernesto Macías, dio un punzante discurso que se llevó el show y puso a Duque en una encrucijada que sigue vigente y puede marcar el futuro de su gobierno: cómo lidiar con el ala radical del movimiento derechista liderado por el expresidente Álvaro Uribe.
"Le corresponde a usted, presidente Duque, como comandante supremo de la fuerza pública, no solamente realizar los relevos en la cúpula, sino generar un cambio en la mentalidad de los nuevos comandantes para recuperar la seguridad y la tranquilidad de los colombianos", pidió Macías, entre otras cosas, en un discurso que el propio Uribe calificó como "necesario" en un video que luego se filtró.
Era una señal evidente de los cambios que esperaba el partido de gobierno en la cúpula militar que heredaba del gobierno anterior, en el que se había llevado a cabo un exitoso proceso de paz con las FARC.
Quince meses después, cuando Duque enfrenta una inédita ola de protestas que cumple una semana y ha dejado cuatro muertos y cientos de heridos y detenidos, la encrucijada ha vuelto a mostrar sus dientes.erese
Mientras algunas facciones del uribismo le piden a Duque mano dura ante las protestas e incluso la renuncia, el mandatario ha lanzado una serie de conversaciones con los líderes de las mismas para resolver algunas de sus demandas.
Con 42 años de edad y escasa experiencia política, Duque llegó a la presidencia gracias al apoyo de Uribe.
Aunque algunos lo califican de centrista y conciliatorio, otros sugieren que su padrino político lo escogió precisamente por su inexperiencia, buscando que no se desmarcara como lo hizo Juan Manuel Santos, también elegido, en 2010, por el mandato de Uribe.
El sigzagueante proceso de paz
En el centro de las protestas y de la encrucijada del presidente está el acuerdo de paz que firmó el gobierno de Santos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016.
Santos llevó el primer borrador del acuerdo a un plebiscito que fue rechazado por un mínimo margen por la mayoría de los votantes, que acogieron la preocupación uribista de que el acuerdo abriera el espacio para la llegada al poder del llamado "castrochavismo".
Un segundo acuerdo, que incluyó casi todos los arreglos solicitados por Uribe, fue finalmente firmado el 24 de septiembre del 2016.
Dos años después, una de las principales demandas de las protestas es que Duque -elegido con el mandato uribista de no dar concesiones al "castrochavismo"- implemente a cabalidad el acuerdo de paz con las FARC. Es una de los temas sobre las mesas de diálogo lanzadas por el presidente.
Pero el gobierno defiende su política de "implementación con legalidad", frase que hace eco a la inquietud uribista por la supuesta impunidad que permite el acuerdo.
En la práctica, Duque ha promovido los programas establecidos en el acuerdo de producción agropecuaria para exguerrilleros, pero los aspectos más complejos, como la participación política de excombatientes, están pendientes.
El asesinato de decenas de exguerrilleros que regresaron a la vida civil, así como de líderes sociales e indígenas cuya situación no cambió con el acuerdo, es otro de los temas álgidos entre las comunidades indígenas y los sectores de izquierda.
"Implementar los acuerdos no solo es llevar a los guerrilleros al Senado o darles incentivos productivos, sino que hay que acompañarlos a ellos, y a las nuevas generaciones, con reformas inclusivas en temas de tierras, sociales y culturales", asegura María Jimena Duzán, politóloga y escritora de un libro sobre la paz.
La paz en Colombia -estima la analista- va más allá de una cuestión de seguridad: implica "acatar el mandato de la Constitución de 1991", pionera en América Latina por su contenido político-cultural, "y es que eso es lo que piden las protestas".
El ultimatum de Londoño
Un influyente uribista, el exministro del Interior Fernando Londoño, pidió en su programa radial esta semana que "el presidente gobierne y que, si no quiere gobernar, que renuncie".
El también miembro del Centro Democrático -famoso por haber pedido que el uribismo hiciera "trizas" el acuerdo de paz– añadió que "si (Duque) se quiere dedicar a conversar, que pida una licencia mientras alguien gobierna", en referencia a los diálogos que entabló con sectores sociales.
Duque se refirió a esta suerte de pedido de mano dura con en una entrevista radial: "No me ponga a contestarle a ciertos personajes que se alimentan de su propio odio. Aquí estamos gobernando con el plan que ganamos la primera y segunda vuelta de la presidencia y el cual logró consolidar un plan de desarrollo".
En el fondo de la "caricaturización de Fernando", según el columnista y precandidato presidencial del uribismo Rafael Nieto, está "un llamado de atención para que cumpla su mandato y no se deje encerrar en un ejercicio de diálogo con sectores que son representativos pero no son el país".
El político añade: "Todos los gobiernos, y sobre todo un gobierno impopular como este, tienen que tener el oído afinado para captar lo que sectores de la ciudadanía le están solicitando, pero quienes van al paro no son ni el pueblo ni los ciudadanos ni la gente, sino un sector, que tiene legitimidad, pero no es el más representativo".
Lejos de ser un "caído"
Duque ha sido firme en defender su estrategia de diálogo y cuenta con un equipo duro que lo protege, incluídas las fuerzas militares. Sin embargo, como gerente, sabe que los pueblos no se mantienen tranquilos a base de represión y lo últimos que quiere es la reincidencia masiva de la guerrilla. El necesita que funciones el proceso de Paz.