En Venezuela los sueños no siempre son realizados puesto que la mano de los considerados dictadores puede extenderse a la larga y llegar hasta destruir los surcos de donde brotan la prosperidad, estabilidad económica y social, salud, vida y el fruto de cualquier trabajo en futuro.
Maryann H. León / El Político
“Nada es más poderoso que una idea a la cual le ha llegado su hora” escribió alguna vez, Víctor Hugo. Esto en referencia la convocatoria de la oposición venezolana para este 1 de septiembre del cual nos separan apenas 10 días para que se concrete, se aproxima con un sabor de historia, con un brillo de heroísmo que se inscribirá en la memoria de Venezuela como una de las fechas para no olvidar y conmemorar.
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El periodista y analista político venezolano Manuel Malaver expresó en un articulo publicado en Panampost, que no es una fecha inédita porque incontables son los días en que el pueblo venezolano se alejó de la rutina para ir a derrotar a una dictadura, y, una vez cumplida la tarea, regresar a la fábrica o la tierra para que la libertad y la democracia reinaran grandes y fuertes.
Como nunca Venezuela enfrenta hoy a esta clase de dictadores, a los destructores, a los dictadores del socialismo, a los que destruyen todo, para que solo existan ellos.
De modo que la tarea no es fácil, ni breve y emprenderla obliga aprovechar todas las ventajas disponibles, para que Venezuela no salga aun más maltrecha de la crisis a que la han empujado Nicolás Maduro y quienes buscan traspasarla a manos extranjeras.
Es el reto que, en toda la extensión la idea, tienen planteado los venezolanos, porque no se trata solo de salir de Maduro y su abominable dictadura socialista, sino de hacerlo en el menor tiempo y desgaste posibles.
La Constitución ofrece, a los efectos, la vía más apropiada para lograrlo, y que no es otra, que el Referendo Revocatorio que debería celebrase en los primeros o mediados días de noviembre, pero que Maduro trata a toda costa de escamotear y evitar, como conviene a un dictador cobarde, fascista y ladrón.
“El Septiembrazo” es, entonces, la primera batalla para conminarlo a respetar y acatar la Constitución, pero previendo que, de continuar en rebeldía, se le debe aplicar el Art. 350 de la Carta Magna que llama a los venezolanos a desconocer su gobierno y a derrocarlo por todas las formas legalmente posibles.
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