La exsenadora colombiana, Aída Merlano, quien está prófuga de la justicia colombiana desde hace cuatro meses, fue detenida en Maracaibo este lunes 27 de enero. Con la detención se inicia un nuevo capítulo en la vida de esta mujer audaz que pasó de mochilera electoral a senadora electa.
El Político
El comandante de la Fuerza de Acciones Especiales (Faes), José Miguel Domínguez, confirmó la información y publicó un post con una fotografía en la que se ven una mujer y un hombre de espaldas. En una mesa se visualizan teléfonos celulares, tabletas, una laptop, teléfonos análogos, cédulas de identidad y hasta unas extensiones de cabellos rubios.
El texto de la imagen dice: “Hoy. Tras arduas investigaciones realizadas por nuestros funcionarios las Faes, fue detenida la exsenadora Aida Merlano en el sector El Milagro de la ciudad de Maracaibo, estado #Zulia; quien ingresó al territorio venezolano de forma ilegal en compañía de un ciudadano colombiano indocumentado. Ambos fueron trasladados y puestos a la orden del Ministerio Público. ¡Seguiremos trabajando para garantizar la seguridad, la #paz y la Soberanía de nuestro pueblo!”.
La fugitiva que terminó en Maracaibo
A la mujer que tiene una condena por 15 años en Colombia por los delitos que cometió en desarrollo de las elecciones al Senado de la República en 2018 por la compra de votos, la detuvieron a las cuatro de la tarde en Maracaibo, en el sector El Milagro y de acuerdo con el diario El Heraldo de Barranquilla estaba en el piso 11-C de la residencia Costa del Sol.
A Merlano la detuvieron junto a un hombre y a una mujer identificada como Elsida Tubiñez, quien trabajaba como doméstica en el apartamento. La identificación del hombre no fue revelada. En el apartamento donde estaba la exsenadora se encontraron pelucas que se presume usaba para camuflar su identidad.
Veterana de mil batallas, pasó de mochilera de votos a senadora electa. Una meteórica carrera política, construida y amasada con todos los ingredientes de la corrupción. Su poder alcanzado provocó el recelo y el distanciamiento de la clase política del Atlántico a la cual sirvió y a la cual conoce como la palma de su mano. De allí el temor que despertó su anuncio y decisión de acogerse a los beneficios de la justicia y contar lo mucho que sabe. De allí su fuga y el gran interrogante que despierta saber quiénes la ayudaron o fraguaron su salida para acallarla.
Como muchos jóvenes del pueblo, la detenida ahora en Venezuela creció asediada por la pobreza, sin oportunidades laborales a la vista. Buscando una salida a su precaria vida, optó por prestar sus servicios como mochilera de los políticos corruptos de su departamento y su ciudad.
Vendió “su alma al diablo”
Se entregó con pasión a la captura de votos, ofreciendo esta vida y la otra, alimentando expectativas y haciendo favores de toda índole. Aprendió a intrigar y a mentir para servir a sus padrinos políticos. El papá de Aída era lugarteniente y capitán de Roberto Gerlein y por muchos años se mantuvo fiel, incondicional y consagrado a él, mostrando con milimétrica precisión los resultados de su trabajo, tanto como aquel señor Oliveros de Manatí que en todas las elecciones puso los mismos 3.006 votos.
Manejaba dinero y hacía favores
Según el diario Las2orillas, aer “mochilero” significa haber escalado en la línea de ascenso de la estructura electoral partidista. Se requiere hacer méritos ante los capitanes y grandes caciques electorales y tener calidades como la constancia, dedicación, seriedad, “honradez” y responsabilidad para asumir el manejo de dinero en efectivo y el trámite de votos sin papeles, ni contratos ni facturas ni comprobantes de pago.
Es la palabra empeñada del “mochilero” contra la del político interesado. Sin intermediarios. A Aída la respaldaba el papá y, como mujer joven, bonita, osada, atractiva, sonriente y jovial, nacida y criada en el sector, que recorrió a pie descalzo, unida y solidaria con los muchachos de su edad, menores de cuarenta hoy, levantados en medio del aborrecimiento a la política y a los políticos y, dispuestos a no dar un paso sin el billete por delante.
Llegó a ser la reina de la Cámara en Bogotá
En principio, la compra y venta de votos era una operación sencilla porque no estaba vigilada. Se entregaba a personas de extrema confianza de las distintas fracciones del partido y los candidatos la usaban como un “colchón” que les aseguraba su elección.
Este colchón, representaba apenas el 15% de la votación requerida. Esta particular forma de hacer la política se consolidó y se extremó en el Atlántico para comodidad de los partidos. Una función seria y responsable, ampliamente reconocida y bien remunerada que debía cumplirse a cabalidad y que además se heredaba. Los liberales cargaron un tiempo con la fama de “compradores”. El remoquete “Name diez mil” los identificaba. Pero los conservadores de Gerlein no se quedaron atrás y perfeccionaron el modelo corrupto.
Dirigió una empresa de corrupción electoral
Aída no encontró resistencias en su gente para meterse de lleno y explorar la posibilidad de montar la gran empresa de corrupción electoral que nunca imaginó.
La empresa de su vida, que rindió frutos económicos Y facilitó el trabajo de sus auspiciadores: de las planillas impresas en fotocopiadora se pasó a las sofisticadas bases de datos en Excel, disminuyeron los costos por impresión de afiches y contratación de vallas, mandaron al carajo a los estrategas publicitarios, no hubo más gastos de transporte y refrigerios porque no había reuniones y entonces, ¿para qué discursos y para qué promesas y compromisos? Para algo tenía que servir el billete fácil de sus mentores, explica la publicación "las2orillas"
Dicen personas vinculadas a las campañas que desde que Aída Merlano comandando las huestes del suroriente y Laureano Acuña, reconocido comprador apodado el “Gato Volador”, amo y señor del suroccidente, irrumpieron en la política del Atlántico, a Roberto Gerlein no se le volvió a ver en reuniones de barrio.
Si él mismo acuñó la frase que expresaba su sobrades, al relacionar la cuantía de los votos comprados, al final de cada debate: “…compré veinte mil votos a 50 mil, si nada más me entraron 10 mil, quiere decir que los pagué a 100 mil, no hay problema”.
Familia en Acción
Dos hechos remontaron a la cúspide y potenciaron el poder de Aída Merlano: primero, le entregaron, junto con el Gato Volador, el programa “Familias en Acción” de Uribe y Santos que en Barranquilla llegó a favorecer a más de 75 mil familias de los estratos 1 y 2. Aída convirtió el programa en una mina de poder y de votos. Con dedicación hizo de cada familia beneficiada un coto de casa electoral que controlaba con rigurosidad y esmero, gracias al cual se catapultó a las grandes ligas de la política clientelar.
El descomunal cierre de campaña de Santos II en Barranquilla, en donde llenó el estadio de Beisbol Tomás Arrieta, lo organizó Aida Merlano y Laureano Acuña en el barrio Santa María a punta de billete.
La segunda gran demostración de su poderío fue la organización de la manifestación de cierre de campaña para la reelección de Santos, quien había sido derrotado en primera vuelta. El acto resultó un éxito descomunal y se realizó en el barrio Santa María, epicentro territorial de la acción más poderosa de compra de votos y antiguo hogar del senador Laureano Acuña. La hazaña realizada por Aída y el Gato Volador fue vista como la mayor compra directa de voto para apoyar a un candidato a la Presidencia de la República en la historia política de Barranquilla.
Y llegó al Congreso
Lo que nunca pensaron los mentores políticos de Aída es que ella se valdría de sus aptitudes, vocación y atributos para elegirse como diputada, representante a la Cámara y luego senadora. No les fue posible cortarles las alas. Se cansó de cargar ladrillos y decidió pasar de mochilera a representante electa por el pueblo con el dinero de los Char y los Gerlein. Tenía los méritos parta hacerlo, sabia cómo era la cosa paso a paso y peso a peso, tenía el contacto directo con la gente, le decían mi reina y unos padrinos cargados de dineros para hacerse elegir y lo logró con creces. Primero como diputada e inmediatamente después elegida dos veces a la Cámara con copiosas votaciones. Y llegar le resultó más fácil: el empresario Julio Gerleein se había enamorado de ella y cual amante subyugado apoyó su causa de la cual recibía invaluables beneficios y ardientes amores. No era un acto de amor, era una gran inversión para su mundo de los negocios y el control político del Atlántico.
Pero los enemigos crecieron y Merlano fue acusada de compra de votos, fue detenida y destituida, pero no se dio por vencida.
Durante la tarde del primero de octubre, Aida Merlano había permanecido por más de tres horas en un procedimiento odontológico estético en el consultorio 318 del Centro Médico de La Sabana, al norte de Bogotá.
Merlano se quedó aguardando en la ventana del consultorio para finalmente deslizarse por una cinta roja y caer justo en la entrada del parqueadero donde era esperada por un motociclista que portaba una maleta de domicilios con el emblema de la empresa de domicilios Rappi. A pesar de estar siendo buscada por interpol, se ignoraba su paradero.
Y ahora un nuevo capítulo
De acuerdo con la información de El Heraldo, la exsenadora habría intentado sobornar a los funcionarios del Faes y apuntan a que les ofreció dólares.
La Cancillería colombiana ya inició el proceso de extradicción que no luce viable mientras NIcolás Maduro esté en el poder. NO se sabe, las relaciones entre Venezuela y el gobierno actual son difíciles y están prácticamente cortadas.
Aída Merlano es un trofeo, y ahora tendrán que disputarlo. Si hija, de un belleza impactante, se dedica a actividades vinculadas con el baile y el modelaje y se enorgullese de su madre.