La firma de la paz de Colombia "supone un reto inmenso que es la cicatrización del dolor", considera Boris Forero, de 49 años, 18 de los cuales pasó en las filas de las FARC y ahora trabaja por la reconciliación.
Forero se desmovilizó en 2005 y, aunque su visión de la vida ha cambiado y ahora está vinculado con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), entidad del Gobierno que ayuda a antiguos combatientes a reincorporarse a la sociedad, en una entrevista con Efe asegura que es consciente de su pasado.
El exguerrillero está seguro de que en cualquier momento alguien lo puede "increpar porque perdió a su hermano que era soldado", por ejemplo, ante lo cual él mismo se responde que, en un caso de esos, no puede decir mucho a la otra persona sino "darle la cara y admitir su sufrimiento".
De su infancia recuerda que su padre era un militante comunista y su madre ama de casa. Con ellos vivió en un barrio popular de Ibagué, capital del departamento del Tolima, una de las regiones más golpeadas por el conflicto porque fue allí en donde en 1964 nacieron las FARC.
"En la casa, mi padre nunca hizo apología de su militancia, de su filiación política, pero era algo que estaba en la atmósfera porque, por ejemplo, en la sala había un afiche del Che Guevara y algunos libros del Partido Comunista, de la Unión Soviética, de tal forma que yo me crié con esa inquietud", recuerda.
En 1985, cuando cursaba secundaria, se vinculó a un grupo comunista toda vez que, en esa época, nacía la propuesta política de las FARC, el partido Unión Patriótica (UP), producto de unos diálogos iniciados un año antes con el Gobierno de Belisario Betancur (1982-1986).
"Los comunistas participamos activamente en la formación de lo que se llamaban los consejos municipales del partido y comenzamos a crear los comités", dijo.
Dos años más tarde fue asesinado Jaime Pardo Leal, que había sido candidato presidencial de la UP en 1986 y que fue uno de los cerca de 5.000 miembros de ese partido que cayeron víctimas de una campaña de exterminio.
Ese asesinato marcó a Forero y fue determinante para su ingreso a las FARC.
"Llevábamos dos años largos de asesinatos de militantes de la Unión Patriótica y el asesinato de Pardo Leal fue como una sentencia de que no habría otra opción en Colombia de luchar por cambios políticos, económicos y sociales que no fuera la vida armada", precisó.
Fue así como ingresó en el frente 22 de las FARC, cuando tenía "20 años, recién cumplidos".
El proceso de adaptación, asevera, "fue arduo" porque tuvo que "pasar de vivir en la ciudad a estar en la montaña todo el tiempo", lo cual "es una cosa muy compleja".
Su día comenzaba a las 4.45 de la mañana, hora en la que debían levantarse, "lavarse la boca y la cara" y preparar un café, todo en el más riguroso silencio.
El desayuno, cuya preparación se turnaban, comenzaba a las siete, y todos debían en algún momento cumplir las labores de "ranchero" o ayudante porque "pelar papas para 100 personas es difícil".
Luego, comentó, "se hace una formación y se asignan tareas", una rutina en la que pasó años en las filas de las FARC hasta que fue a parar a la cárcel.
"Un compañero guerrillero me delató ante el Ejército en el municipio de Chaparral, también en el Tolima, y fui tres años a prisión", dijo.
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El tiempo de reclusión lo hizo reflexionar, pues en una oportunidad, mientras estaba detenido en un batallón, un sargento de la Policía lo sacó del calabozo a la medianoche y lo condujo hacia un campo minado.
"Me dijo ‘corra o sino aquí se queda’ y en ese instante apareció un capitán del Ejército y detuvo la situación".
Ese episodio, en el que un militar respetó su vida, fue una de las cosas que, según Boris, lo hizo recapacitar. "El capitán decía ‘no me importa, este señor fue capturado y va a ser procesado. Aquí no vamos a asesinar a nadie'", manifestó.
Aunque después de salir de la cárcel Boris regresó a las FARC, en 2005 decidió abandonar la guerrilla. "Salí una madrugada del campamento, llegué al batallón de Chaparral y dije ‘soy un guerrillero, vengo a desmovilizarme y traigo armamento'".
Durante la reintegración a la vida civil Forero se formó en psicología social en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia.
Ahora se siente feliz con su labor en la ACR porque cree que su experiencia puede ayudar al cambio de mentalidad de los colombianos tras la firma de la paz.
"Cuando uno recién sale del monte viene de un trato militar y cree que se va a cohibir, por lo que es necesario saber construir el diálogo con las demás personas", afirma.
Con información de EFE