Hace 19 años a las 6 am, Mohamed Atta y Abdulaziz al-Omari viajaron de Portland, Maine, al Aeropuerto Internacional de Boston, Massachusetts. Arribaron 45 minutos después. Marwan al-Shehhi llama a Atta desde Logan para confirmar el plan de esa mañana.
A las 7:35 am, Atta y al-Omari abordan el vuelo 11 de board American Airlines. Unos 40 minutos más tarde, ese vuelo es secuestrado cuando volaba sobre la región central de Massachusetts, obligándolo a cambiar la ruta primero al noroeste y luego al sur.
En total 2.977 personas murieron, incuyendo los terroristas, sin contar pérdidas materiales de $40 mil millones solo en seguros. Los efectos en la Bolsa de Valores y otrs factores económicos
Fernando Nunez-Noda – El Político
A las 8:20 am, el vuelo 77, un Boeing 757 de American Airlines, el vuelo 77, con 58 pasajeros y 6 tripulantes, despega del aeropuerto Dulles International de Los Angeles. Cinco de los pasajeros eran secuestradores.
A las 8:42 el vuelo 93 de United Airlines, un Boeing 757 con 37 pasajeros y una tripulación de 7, sale de Newark, New Jersey, con dirección a San Francisco, California. Poco después de despegar el vuelo es secuestrado sobre New Jersey y desviado a la ciudad de New York.
A las 8:46 am el vuelo 11 se estrella contra la cara norte de la Torre 1 del World Trade Center. El avión entra en la torre casi completamente. Unos 10 minutos más tarde el vuelo 77 es secuestrado sobre Ohio y desviado hacia la Gran Manzana. A las 9:02 am el vuelo 175 impacta la cara sur del Torre 2 de WTC.
A las 9:37 am el vuelo 77 se estrella en e flaco oeste del Pentágono. 8 minutos después el espacio aéreo de los Estados Unidos es cerrado. El resto es historia.
19 años después
El ataque del 11S, como se le llama a esa aciaga fecha, cambió demasiadas cosas a la vez. Por un lado, hizo perder la sensación de invulnerabilidad que siempre había tenido Estados Unidos, país que jamás fue alcanzado en su territorio continental por las dos guerras mundiales en las que peleó y menos aún por conflictos armados como el de Corea o Vietnam.
Por otro lado, dibujó una nueva forma de guerra asimétrica que ya no implicaba solamente potencias enemigas, sino grupos descentralizados con agendas propias. El 11S motorizó guerras en Afganistán e, indirectamente, en el Golfo Pérsico. El perfil militar y geopolítico de EE. UU., sus aliados y sus enemigos cambió notablemente.
El evento también dejó una profunda marca en la mente colectiva mundial. Prácticamente no hay persona que, teniendo uso de razón en esa época, no recuerdo dónde estaba y qué hacía justo cuando la noticia rompió el celofán aquella aciaga mañana.
El gobierno estadounidense lanzó una campaña mundial para buscar y cazar a Osama bin Laden, autor intelectual del ataque. Luego de trazar su paradero en Afganistán, el Presidente Barack Obama ordenó su ejecución, la cual fue ejecutada por un comando especial el 2 de mayo de 2011, poco menos de 10 años después del fatídico ataque.
Un combustible para el cambio
Este año se conmemora el ataque en medio de una pandemia que ha afectado a 6,3 millones de estadounidenses y quitado la vida a unos190 mil. Estados Unidos y el mundo están en alerta frente a una amenaza global que todavía no hemos llegado a entender completamente.
No obstante, los protocolos de seguridad ("travel ban", rapidez de respuesta de organismos de seguridad) son ahora más expeditos
De modo que el 11 de septiembre de 2001 cambió el mundo en muchos sentidos. Pero, a pesar de la paranoia y la descentralización geopolítico que produjo, generó indirectamente cambios auspiciosos en los Estados Unidos. Una poderosa unión de propósitos sobre la seguridad nacional, un refuerzo de medidas de seguridad interna, un aumento en la educación e interés de los ciudadanos en la geografía en la que se distribuyen los enemigos del país, así como sus identidades y orígenes.
19 años después, a pesar del dolor, de la convicción de las amenazas que lo rodean y de las vulnerabilidades de la seguridad nacional, podríamos decir que los terribles hechos del 11 de septiembre han hecho a los Estados Unidos un país menos inocente pero más fuerte.