Donald Trump está en campaña y después de sus terribles resultados en el manejo de la pandemia, entre otros temas, le apuesta a su base ultraconservadora: Amy Barrett, una ficha clave para lograr que sus seguidores más radicales voten por él.
El Político
En los tres años en que ha servido como jueza federal en Indiana, Amy Coney Barrett ha dejado claras sus opiniones legales, que reflejan en líneas generales un punto de vista netamente conservador, en línea con el sentir mayoritario del Partido Republicano, que es el que la va a confirmar.
Por medio de sus opiniones publicadas sobre el aborto, la tenencia de armas, la inmigración y la discriminación en el trabajo, entre otros asuntos, la juez Barrett ha dejado ya claro que si ingresa en el Supremo se va a alinear con la bancada conservadora, anclada esta en lo que se conoce como «originalismo», es decir la opinión de que la Constitución tiene un sentido fijo establecido en al momento de su ratificación en el siglo XVIII.
La esperanza del Trump y del Partido Republicano, que ha saludado su elección, es que el aborto inducido vuelva a llegar al Supremo y que la nueva mayoría conservadora lo restrinja o lo ilegalice, revirtiendo el fallo anterior que lo autorizó «hasta que el feto sea viable», seis palabras que han provocado encendidas discusiones desde que fueron escritas en la sentencia de 1973.
¿Quién es la jueza Amy Coney Barret?
Amy Coney Barrett, una conservadora a rajatabla, deberá ser ratificada por el Senado; algo que se da por descontado; Su nominación no tomó por sorpresa a la opinión pública estadounidense ya que su nombre había sonado ya para cubrir una anterior vacante en 2018.
Actualmente jueza del Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de EE. UU., esta abogada de apenas 48 años parece ajustarse al libreto de esta Administración: defensora de las políticas antiaborto, contraria a Obamacare y religiosa declarada.
Reportó El Espectador que de llegar al máximo tribunal se convertiría en la integrante más joven en ocupar uno de sus nueve puestos vitalicios.
Nacida en un hogar conformado por un abogado, Michael Coney, y una ama de casa, Linda, Barrett pasó su infancia en un suburbio de Nueva Orleans y concluyó en 1990 la escuela secundaria St. Mary’s Dominican High School, de las hermanas católicas dominicas.
En 1994 se graduó magna cum laude en literatura inglesa en el Rhodes College, una institución en Memphis, Tennessee, que destaca su “larga historia de conexiones” con el Alto Tribunal.
“Ha seguido una carrera de distinción y logros profesionales”, escribió la directora de ese centro, Marjorie Hass, sobre la exalumna, en un mensaje enviado a la comunidad estudiantil a propósito de la posible nominación de Barrett.
Y recordó que la ahora aspirante al Supremo fue elegida para el Salón de Honor y el Salón de la Fama de los Estudiantes durante su paso por esa institución.
Obtuvo su doctorado en Jurisprudencia, suma cum laude, en University of Notre Dame, donde fue elegida para la sociedad de honor académica Phi Betta Kappa y galardonada con el premio Hoynes, “como la estudiante número uno de su clase”, según una publicación en la web de esa universidad.
En 2002 se vinculó como docente de la facultad de derecho de antigua alma mater.
Contra el aborto
De hecho, la juez Barrett escribió en un artículo en 2013, antes de ser nombrada juez federal, que la polémica que rodea al caso Roe vs. Wade, el que legalizó el aborto, demuestra que hay fallos que tal vez sea necesario reconsiderar, porque la ciudadanía claramente no cree que de forma unánime «que se pueda declarar a un ganador en un dilema constitucional».
La juez Barrett es católica practicante, y los muchos oponentes del aborto en EE.UU. le alaban sus decisiones personales, como que compaginar el trabajo con sus siete hijos, el menor de los cuales tiene síndrome de Down, un motivo común de interrupción del embarazo en EE.UU. (hay estudios de la pasada década que aseguran que hasta un 75% de los diagnósticos tempranos en primeras fases de gestación acaban en aborto).
Según ABC en un voto particular de 2018, la juez Barrett, por ejemplo, se opuso a una decisión de otros jueces en un tribunal que fallaron en Indiana a favor de permitirle a las madres el aborto aun por motivos como el sexo del bebé o alguna discapacidad detectada de forma temprana.
En un caso de 2018 que ha incendiado a la izquierda que se opone a la selección de la juez Barrett, esta falló en una sentencia que una universidad, la de Purdue, había discriminado a un estudiante varón en una investigación sobre una supuesta agresión sexual contra la que antes había sido la pareja de este.
La estudiante denunció a su ex y compañero de facultad por haberla violado cuando dormían juntos. Según falló la juez Barrett, la universidad desestimó pruebas y testimonios porque decidió creer ciegamente a la denunciante por el hecho de ser mujer, algo contrario al principio de igualdad ante la ley de la Constitución estadounidense.
Derecho por encima de la religión
Lo que sin duda ha sido de uno de los aspectos que ha generado más controversia en torno a la figura de Barrett, una madre de siete hijos, dos de ellos adoptados en Haití y uno con síndrome de Down, es su pertenencia a la comunidad religiosa People of Praise.
Ese grupo aglutina a personas de diferentes credos que comparten la creencia cristiana carismática, unidas por un pacto, que, según la web de esa organización, “se realiza libremente y solo después de un período de discernimiento de varios años”.
Al igual que en 2017, cuando Barrett buscaba su ratificación en el Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito, esta comunidad ha despertado suspicacias e incluso medios locales la han vinculado con “El Cuento de la Criada” (“The Handmaid’s Tale”), centrado en una secta religiosa que subyuga a las mujeres.
Barrett, casada con el exfiscal Jesse Barrett, salió airosa en su audiencia de confirmación en 2017, en la que se hizo polémica una pregunta de una senadora demócrata sobre el dogma, en alusión a la religión, y la ley.
“Si me pregunta si me tomo en serio mi fe y si soy católica fiel, lo soy, aunque enfatizaría que mi afiliación personal a la iglesia o mi creencia religiosa no influirían en el desempeño de mis deberes como jueza”, respondió Barrett a otro senador demócrata que le preguntó si se consideraba una católica ortodoxa.