La libertad en sentido amplio es la capacidad humana de actuar por voluntad propia. Según algunas acepciones de este término en el diccionario de la Real Academia Española, el estado de libertad define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto ni impuesto al deseo de otros de forma coercitiva.
María del Carmen Taborcía / El Político
Es decir, aquello que permite a alguien decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre. Pero también responsable de sus actos en la medida en que comprenda las consecuencias de ellos.
Otra de las acepciones define la libertad en los Estados democráticos como “derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas”. Por ello, la protección de la libertad interpersonal es objeto de investigación social y política.
El fundamento metafísico de la libertad interior es cuestión psicológica y filosófica. Ambas formas se unen en cada individuo como lo interno y lo externo de una red de valores.
La libertad como desaparición de opresión significa no querer subyugar ni ser subyugado. E implica el fin de un estado de servidumbre. El logro de esta forma depende de una combinación de la resistencia del individuo y su entorno.
Ricardo Yepes Stork, doctor en filosofía, profesor y escritor español ya fallecido, consideraba que “la libertad es una de las notas definitorias de la persona. Se trata de un derecho y de un ideal al que no podemos ni queremos renunciar. No se concibe que se pueda ser verdaderamente humano sin ser libre de verdad”.
La libertad no es una sola
Pero si a la libertad individual se le añade el hecho de que no vivimos solos sino que compartimos la realidad con otros individuos que también tienen intereses, entonces la libertad se ve limitada en beneficio de todos.
Según el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se define añadiéndole una excepción: “la libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio al otro”.
Las principales libertades individuales fundamentales son la de opinión, de expresión, de circulación, de pensamiento, de consciencia, de religión y el derecho ajeno.
En 1941 Franklin Roosevelt como presidente de los Estados Unidos dio un discurso dirigido al Congreso en donde sintetizó en cuatro las libertades humanas esenciales: de expresión, religiosa, de vivir sin penuria y de vivir sin miedo.
La vida en sociedad nos impone cada día pautas de lo que podemos y no podemos hacer. A muchos gobernantes no les gusta la libre expresión y para ello imponen sanciones, censuras y represiones.
La libertad nos permite tener aspiraciones, ideas y accionar para alcanzar un nivel de vida de calidad.
Pero en numerosas ocasiones los gobiernos frustran estas iniciativas y arrastran a millones de personas a ser mendigantes cautivos de sus dádivas o las obligan a emigrar de su tierra.
¿Somos realmente libres? O como afirmaba el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau: “El hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado”.
Abogada y Escritora