El Barón Pierre de Coubertin es llamado el padre del Olimpismo moderno, por su impulso a los primeros Juegos Olímpicos (JJOO) que se celebraron en Atenas, Grecia, en 1896. Ahora, a la luz de las complejidades que implica la realización de esta cita deportiva: ¿Se acerca su fin?
El Político
Desde la concepción de los JJOO modernos se plantea el deporte como una herramienta de mejoramiento individual y social, el juego limpio, o “fair play”, la supuesta neutralidad política.
Luego surgieron nuevas aristas como el deporte como derecho y la prohibición a discriminar, en respuestas a los cambios sociales registrados desde 1896. Lo que revela que si bien el Movimiento Olímpico considera en su declaración de principios al deporte como una acción “universal” y “permanente”, es en realidad mutable; y se corresponde con las ideas y costrumbres vigentes en cada época y lugar.
Por lo que estas llamadas ‘bases olímpicas’ han cambiado: Desplazando a los ciudadanos, intimidando a los atletas y avalando regímenes crueles.
Grandes problemas de los JJOO
Los asientos vacíos en los estadios de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 son una bendición, ya que el espectáculo deportivo, por muy bueno que sea, no podrá disipar el hecho de que este súper evento se celebra en medio de una crisis de salud pública sin precedentes y en contra de los deseos de la gran mayoría de la población japonesa.
De este modo, el Comité Olímpico Internacional -que se cree sinceramente el líder de un movimiento social mundial- se ha revelado como uno más que el circo ambulante de la industria deportiva mundial. Dispuesto a asegurarse de que los difusores obtengan lo que necesitan pase lo que pase.
No es que estos Juegos y la posición del COI no estuvieran profundamente viciados antes de la pandemia. Como en todas las Olimpiadas, los costos se han disparado y Japón tendrá que desembolsar más de 30.000 millones de dólares, de los cuales el COI no pagará ni un céntimo.
En el camino se ha producido la habitual combinación de costosos estadios (elefantes blancos), acusaciones de corrupción en el proceso de licitación y en la asignación de contratos, y el desalojo forzoso de ciudadanos de sus hogares.
JJOO sin crecimiento económico
París, Los Ángeles y ahora Brisbane se han inscrito para acoger los tres próximos Juegos Olímpicos de verano, y el COI sigue argumentando que sus juegos olímpicos estimulan el crecimiento económico y dejan un legado urbano y deportivo positivo, reportó The Guardian.
Sin embargo, la investigación es inequívoca: con la excepción de Barcelona 1992, ningún Juego moderno ha aumentado la tasa de crecimiento económico de una ciudad anfitriona, los niveles de cualificación y empleo, los ingresos por turismo o la productividad.
Asimismo, la afirmación de que los Juegos Olímpicos aumentan el nivel de participación deportiva es un mito. Después de Londres 2012 -los únicos Juegos que realmente se tomaron en serio la propuesta-, las tasas de actividad cayeron porque el programa de austeridad del gobierno provocó el cierre generalizado de instalaciones deportivas.
JJOO: Avalando regímenes crueles
La idea quijotesca de que los Juegos Olímpicos podrían ser un paladín de los derechos humanos -y de que la celebración de los Juegos abriría a los anfitriones autoritarios a las normas y el escrutinio internacionales- quedó completamente desvirtuada en Pekín 2008, y luego quedó en ridículo con los Juegos de Invierno de Sochi en 2014.
Los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín del año que viene, que se celebrarán junto a la represión genocida, serán grotescos; y pobre de cualquier atleta que quiera ejercer los derechos de libertad de expresión y de protesta mientras esté allí.
Todo esto es fiel a la forma del COI. En vísperas de los juegos de 1968, el gobierno mexicano masacró a sangre fría a más de 300 manifestantes, en lo que se conoció como la Masacre de Tlatelolco; y lanzó una guerra de terror contra el movimiento estudiantil que se oponía.
Cuando se le pidió al entonces presidente del COI, Avery Brundage, que comentara el asunto, respondió: "Estaba en el ballet". Luego reaccionó a la mayor muestra de activismo de los atletas en los juegos -los saludos del poder negro-; destruyendo las carreras de Tommie Smith y John Carlos.
La historia del COI es de genuflexión ante el poder y la violencia, y de intimidación a los atletas que dice venerar.
COI sin voces críticas
El COI, que se ha autoelegido durante toda su historia, no nombra a ningún independiente; no tolera ninguna voz crítica y es completamente opaco en su funcionamiento. La idea de que una organización así tenga un estatus especial en la ONU; y reclame la soberanía sobre la gobernanza mundial del deporte es insostenible.
El deporte ofrece un lienzo extraordinario para la celebración de las posibilidades humanas. Es un lenguaje universal en un mundo peligrosamente fragmentado. Se merece algo mejor que ser capturado por el COI; algo mejor que ser ahogado en sus piedades y atado a su pernicioso modelo de negocio.
Dejando a un lado la emergencia de Covid, es demasiado tarde para abandonar los Juegos de Tokio; pero no es demasiado tarde para poner fin a esta farsa.