Luego de cuatro días con largas conversaciones a puerta cerrada en cada uno, el chavismo y la oposición venezolana dieron por concluida la primera ronda en un nuevo intento de diálogo. Esta vez con México como país anfitrión y de nuevo con la mediación de Noruega.
Alejando Armas/ El Político
Las delegaciones de ambas partes suscribieron dos acuerdos preliminares y se comprometieron a reanudar los encuentros al cabo de unas semanas. Cabe preguntarse si todo este proceso es el punto de partida para un gran cambio en Venezuela o más de lo mismo.
Hay razones para ser escéptico. En 22 años de hegemonía chavista, Venezuela tiene una larga tradición de diálogos que no han llevado a nada sustancial. Habida cuenta de que el chavismo se mantiene siempre indispuesto a hacer concesiones que comprometan su permanencia en el poder. El objetivo de la oposición ha sido el desarrollo de reglas de juego democráticas. Y eso es precisamente lo que el chavismo no permite.
De nuevo …el diálogo
Hoy la oposición acudió de nuevo a la mesa como el elemento débil. Pues tiene a su disposición menos factores para presionar en pro de sus aspiraciones.
Cuenta, claro, con el respaldo del grueso de las democracias del mundo, instrumentalizado en forma de sanciones contra la élite chavista. Pero esas medidas punitivas fueron insuficientes. El régimen aprendió a evadirlas en parte. Lo suficiente como para mantenerse en pie.
Mientras tanto, la disidencia no supo cómo combinar la presión externa con presión interna. Es decir, con alguna forma de movilización ciudadana que exija cambios. De haberse dado dicha mezcla, tal vez la oposición hubiera ido con más cartas al encuentro en México.
Al diálogo…¿Con resignación?
Como preámbulo a las conversaciones, el G4 (como se llama a la alianza de los cuatro mayores partidos de oposición) anunció tardíamente su decisión de volver a la “vía electoral” y tomar parte en los comicios regionales y municipales de noviembre.
También, en boca del dirigente Freddy Guevara, desistieron de la posibilidad de un “quiebre” político y militar en el seno de la alta jerarquía chavista.
Esta decisión no luce como un planteamiento original para salir de la crisis política. Sino como el producto de la resignación y el agotamiento, luego de cuatro años esperando por ese quiebre que no llegó.
Chavismo envalentonado
Por el contrario, el chavismo en todo momento se mostró envalentonado y desafiante. Redoblando exigencias y amenazas antes del diálogo y durante el desarrollo del mismo.
La voz cantante la llevó el propio Nicolás Maduro. Quien dijo que “no puede haber impunidad” y que desea ver que el líder opositor Juan Guaidó “pague”.
También exigió a sus adversarios que encuentren la forma de que las sanciones sean removidas. Y demandó que los activos del Estado en el extranjero (Citgo en Estados Unidos, Monómeros en Colombia, el oro en las bóvedas del Banco de Inglaterra, etc.) fuera devuelto al control de la élite chavista.
En otras palabras, condicionó el buen término del diálogo al fin del único elemento con el que la otra parte cuenta para presionar. Lo cual dejaría al chavismo en una posición de aún mayor fuerza a cambio de poco o nada.
Los activos…¿usados noblemente?
Efectivamente, al conocerse los dos acuerdos preliminares, el más importante se enfoca en aquellas inquietudes del chavismo. (El otro fue un mero manifiesto de respaldo al reclamo territorial venezolano contra Guyana. Que no será discutido en el presente texto).
Sostiene que ambas partes deben trabajar en la “recuperación de activos de la República en el exterior para financiar el manejo de la epidemia de covid-19, la adquisición de vacunas, la dotación de hospitales y programas de alimentación”.
A primera vista suena como un propósito muy noble. Pero, si no hay corresponsabilidad en la administración de aquellos recursos, no queda claro cómo la oposición podrá asegurarse de que en efecto sean usados según lo pactado, y no para fines impuros. Después de todo, el poder lo sigue teniendo el chavismo.
Por otro lado, el mediador noruego adelantó que a partir de la siguiente ronda, cuyo inicio fue pautado para el 24 de este mes, “se discutirá sobre el sistema de justicia y el respeto a la institucionalidad establecida en la Constitución”.
Un avance significativo en este punto sí sería un progreso sustancial en la restitución de la democracia y el Estado de Derecho. Necesario por demás para una recuperación plena de la economía y la sociedad.
Pero, de nuevo, a la oposición le será muy difícil que ello se concrete, debido a sus pocos elementos de presión.
Las expectativas más importantes siguen sin una respuesta clara. Toca esperar, sin hacerse muchas ilusiones.