Justo cuando estaba por comenzar la tercera ronda del diálogo entre el chavismo y la oposición venezolana en México, los delegados de Nicolás Maduro anunciaron que suspenden su participación.
Alejandro Armas/ El Político
Su excusa fue la extradición de Alex Saab de Cabo Verde a Estados Unidos, donde una corte lo procesa por supuesto lavado de dinero. Para quienes no estén familiarizados con ese nombre, Saab es un empresario colombiano que ha hecho grandes negocios con los gobiernos chavistas. Desde su detención, el propio chavismo lo ha designado “diplomático venezolano”.
Las negociaciones abandonadas eran, junto con las elecciones regionales y municipales de noviembre, el proceso que marcaba la pauta en la política venezolana en los últimos meses. Dado que los representantes del chavismo no especificaron si se niegan a participar solo en la ronda que iba a comenzar o si el retiro es definitivo, el hecho envuelve las expectativas para el corto plazo en una gran incógnita.
Hay dos posibles escenarios. En uno, se recrudece la persecución de opositores y demás medidas antidemocráticas. En el otro, el chavismo sigue intentando suavizar su imagen ante el mundo mediante los comicios de noviembre. Veamos.
¿Puño de hierro…
La historia de Venezuela en los últimos 22 años ha sido una de progresivo deterioro de sus instituciones republicanas y democráticas. Pero el ritmo no siempre ha sido el mismo. Debido a que las democracias del mundo rechazan tales prácticas, y el acceso a sus economías es importante en un mundo globalizado, el chavismo tiene la necesidad de aplacar las críticas desde el extranjero. La necesidad se ha agudizado con las sanciones que restringen sus principales fuentes de ingresos.
Pero si el objetivo de ganar mayor margen de maniobra en sus negocios no se cumple, el chavismo no tiene incentivos para eliminar percepciones negativas. No ve razón para mostrarse conciliador con sus detractores. Eso pudiera explicar su decisión de dejar el diálogo a raíz de la extradición de Saab.
Entonces, el paso del deterioro vuelve a acelerarse. Malas noticias para todo aquel que el chavismo vea con malos ojos. En esta oportunidad, ya hubo una primera muestra. Seis ex ejecutivos de Citgo, filial de la estatal petrolera venezolana Pdvsa en EE.UU., fueron encarcelados nuevamente por agentes de seguridad del Estado. Entre ellos hay varios ciudadanos norteamericanos. Acusados por “corrupción” y detenidos por primera vez en 2017, tres años más tarde su situación mejoró un poco cuando se les concedió arresto domiciliario. Volvieron a una celda, sin explicación, solo horas después de confirmarse la extradición de Saab. Su abogada, María Alejandra Poleo, denunció que fue una represalia por la entrega del empresario a EE.UU.
Durante diálogos pasados, el chavismo ha accedido a excarcelar presos políticos como “gesto de buena voluntad”. Pero una vez que concluyen, otros presos de conciencia ocupan sus celdas. Esto es lo que activistas por los Derechos Humanos en Venezuela llaman la “puerta giratoria”. Salen unos, entran otros. A veces los que fueron excarcelados en otra oportunidad son detenidos de nuevo. Ese fue el caso de los diputados opositores a la Asamblea Nacional electa en 2015 Gilber Caro y Renzo Prieto.
…o suavidad electoral?
No necesariamente ocurrirá en el corto plazo una nueva arremetida contra la disidencia. Otra posibilidad es que el chavismo, aunque se haya levantado de la mesa de diálogo, siga intentando mejorar su reputación. Su mejor vía alterna para lograrlo sería las elecciones regionales y municipales de noviembre.
Entre los mayores cuestionamientos que el sistema político venezolano ha recibido está el ocasionado por la proscripción de candidaturas de líderes opositores. Tal tendencia fue parcialmente revertida al permitirse el uso de la tarjeta electoral de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Así, los militantes de partidos individuales que están inhabilitados, pero son parte de la MUD, podrán participar.
Otro ofrecimientos de “mejora” que ha tenido Miraflores durante el diálogo suspendido es el fin de los “protectores”. Estos son ejecutivos paralelos designados por Nicolás Maduro en estados y municipios donde la oposición gana elecciones. Aunque Maduro ha expresado reservas sobre este compromiso, es probable que lo mantenga como “gesto de buena voluntad”. No obstante, el chavismo cuenta con otros mecanismos de hegemonía territorial donde sus candidatos no sean favorecidos. El más importante sería la consolidación de los organismos del “poder popular” (consejos comunales, comunas, etc.), que por ley están ligados a la visión ideológica de Hugo Chávez, continuada por Maduro.
Esta última consideración es parte de un problema más generalizado para la oposición. Incluso si el chavismo decide ablandar su mano de cara a las elecciones, este es un proceso con fecha determinada. Lo que ocurra después de noviembre sigue siendo enigmático. Semejante incertidumbre es propia de Estados donde la voluntad de la elite gobernante, y no la ley, es lo que rige.