La pobreza en Cuba es inocultable. A pesar de la propaganda del régimen comunista, la isla más grande del Caribe sigue siendo un país pobre; paupérrimo y eso constituye la muestra más evidente del fracaso comunista en esa nación.
Mario Beroes/El Político
Ni los hermanos Castro, ni ahora el presidente Díaz-Canel han podido emprender un plan económico que mejore las condiciones de vida de los antillanos. Sin embargo, una propuesta de corte capitalista pareciera ser una ayuda, más que una solución, para los cubanos, y particularmente, las mujeres que habitan en la isla.
Las primeras micro, pequeñas o medianas empresas (mipymes) en Cuba abren un escenario socioeconómico favorable al aumento de mujeres empresarias, aunque subsisten brechas para el emprendimiento femenino que pudieran mitigarse mediante políticas afirmativas.
Un reportaje de la agencia Inter Press Service (IPS), explica que el fomento de mipymes, tanto estatales como privadas, forma parte de la estrategia del gobierno cubano para incentivar la producción de bienes y servicios.
También para aumentar las posibles fuentes de empleo en un país con una tasa de actividad económica de 66,4 %, y poco más de siete millones de personas en edad laboral, de los 11,2 millones de residentes en la isla.
Si bien el Estado permanece como principal empleador en el país, unas 600 000 personas se encuentran registradas dentro del sector privado, equivalente a 13 % de la fuerza laboral.
Incremento femenino
Las mujeres incrementaron su presencia en el sector no estatal, de 17,3 % en 2013, a 35 % en 2020, de acuerdo con el Anuario Estadístico.
Pero “lo hacen principalmente en la categoría de trabajadores contratados, y se insertan, por lo general, en actividades de bajo valor agregado”, analizó para IPS la socióloga Dayma Echevarría.
La profesora titular y subdirectora del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana recordó que el año pasado las mujeres representaron 39 % de las personas ocupadas en la economía cubana, mientras que su participación en el sector privado se mantiene por debajo de dicho indicador.
Ello contrasta en el caso de Cuba, donde las mujeres representan más de 60 % de quienes matriculan y se gradúan en las universidades, son mayoría en la fuerza técnica empleada y en el total de ocupados con nivel superior, una preparación que supone una fortaleza cuando apuestan por el trabajo autónomo.
Los nuevos actores económicos nacen en un contexto especialmente adverso, con acrecentadas dificultades para el acceso a materias primas y elevados precios que condicionan las compras de insumos para sus producciones y las ventas a la población.
Desde enero de 2020 hasta fines de septiembre, el producto interno bruto de esta nación caribeña se contrajo 13 %, motivado en gran parte por los efectos de la pandemia.
A ello se sumó el reforzado embargo estadounidense, al igual que la persistencia de mecanismos de una economía centralmente planificada que limitan procesos productivos y la autonomía de los diferentes actores económicos.
Pymes cubanas sin estadísitcas
De acuerdo con el Ministerio de Economía y Planificación, las más de 600 mipymes se especializan en la producción de alimentos; actividades manufactureras como la fabricación de materiales de la construcción, muebles, confecciones textiles, calzado, plásticos, así como productos de limpieza y aseo; servicios informáticos; recuperación de materiales y reciclaje; servicios técnicos, entre otras.
La forma de presentar las estadísticas impide conocer qué porcentaje de mipymes aprobadas hasta el momento en Cuba tienen al frente a una mujer.
En el orbe, una de cada tres mipymes tiene una propietaria, pero en América Latina y el Caribe ese indicador ronda 50 %, según el Portal de datos sobre género del Banco Mundial.
Pese a la flexibilidad productiva que favorece ventajas competitivas, las mipymes también se caracterizan por una alta tasa de mortalidad a los pocos años de creadas y son más vulnerables en situaciones de crisis, como evidenció la covid-19.
Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestran que en 2020 a nivel global las mujeres perdieron 64 millones de empleos, equivalente a 5 % del total comparado con 3,9 % entre la población activa masculina.
En el caso cubano, 250 000 de los 600 000 trabajadores no estatales debieron pedir la suspensión de sus licencias al detenerse sus negocios, pero los datos no reflejan qué cantidad correspondió a mujeres.