Todo parece indicar que entre el presidente estadounidense Joe Biden y el ruso Vladimir Putin no hay más que hablar sobre Ucrania. Consumada la video llamada entre ambos mandatarios este martes, en el ambiente ronda la seria advertencia de que si el Kremlin emprende una nueva agresión contra Ucrania, un cúmulo de represalias tendrán alto impacto negativo en la economía rusa.
El Político
El País de España hace hincapié en que Estados Unidos prepara con sus aliados europeos “fuertes sanciones económicas” para el caso de que Moscú aumente su presión sobre Ucrania. Bruselas también puso en autos a Moscú de que cualquier nueva agresión generará graves represalias comerciales por parte de la UE. En su conjunto, las medidas podrían dañar gravemente a la economía moscovita.
Por un lado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anticipó lo que denominó una “robusta escalada y expansión de los actuales regímenes de sanción”.
Mientras, la Casa Blanca tiene la convicción de que Putin prepara una operación militar con 175 mil soldados para principios de 2022, extremo que este niega. Rusia, por su parte, exige garantías de que Kiev no entrará en la OTAN y de que Ucrania no lanzará una ofensiva para recuperar el territorio en disputa desde 2014 en su enfrentamiento en el Donbás con los separatistas prorrusos.
La seria advertencia que #JoeBiden lanzó a #VladimirPutin por si invade #Ucrania
Presidente de #EEUU reiteró el apoyo de su país a la soberanía e integridad territorial de Ucrania
Advirtió además de que habrá fuertes medidas económicas, si Rusia entra en territorio ucraniano/cc pic.twitter.com/MHZaiBahBN
— DW Español (@dw_espanol) December 8, 2021
Con Ucrania se demanda a Rusia el regreso a la diplomacia
En el transcurso de la video llamada el líder demócrata estadounidense le recriminó a Putin su profunda preocupación por su actitud en torno a la crisis militar. Y le reclamó una “inmediata desescalada” en el conflicto y “una vuelta a la diplomacia”. Además reiteró su apoyo a la “soberanía” y a la “integridad territorial” de Ucrania.
Tras descartar la idea de despachar soldados a la frontera entre Rusia y Ucrania, Biden le advirtió sobre la aplicación de severas sanciones económicas. Y entre ellas, los impedimentos al sistema bancario para que los grandes entes financieros rusos puedan convertir rublos a dólares y otras divisas.
La agencia Bloomberg tiene información según la cual Washington baraja restringir a los inversores la compra de deuda rusa. Y también el refuerzo del flanco oriental de la OTAN si se produce ese ataque sobre suelo ucranio. La relación entre ambas potencias está en niveles de tensión propios de la guerra fría.
Desde el lado ruso el Kremlin informó que tanto Putin como Biden instruyeron a sus equipos a mantener contactos en cuestiones sensibles. Según Moscú, la conversación —“abierta” y “profesional”— ha abordado principalmente el estancamiento de la implementación de los acuerdos de Minsk. Y cuyo fracaso Putin lo atribuyó a “la línea destructiva” de Kiev.
El gasoducto ruso bajo la manga
A esta fecha la UE apenas ha explotado su capacidad para golpear a la economía rusa. La lista negra de sanciones incluye a 185 altos cargos o empresarios rusos y a 45 empresas. Pero Europa es aún el principal mercado energético para las exportaciones de Rusia. Mientras Berlín impulsó la duplicación del gasoducto del Báltico (Nord Stream) para facilitar la llegada directa y más rápida de gas ruso a Alemania. Y de esta manera a la UE.
En este contexto, la puesta en marcha del segundo gasoducto (Nord Stream II), sin embargo, ha quedado paralizado por una cuestión regulatoria. Justamente planteada en el fragor de la creciente tensión bélica en la frontera de Ucrania.
Un ataque ruso podría dar la puntilla a una infraestructura que ya ha sido completada. Pero cuenta con el rechazo de muchos socios de la UE, así como de Ucrania. Berlín defiende a capa y espada el proyecto, dada su dependencia del gas ruso. Y al mismo tiempo cuenta ya con otros proveedores como Noruega y Países Bajos, los cuales cubren casi el 40% del consumo alemán.
Fuente: El País