Unos 300 millones de dólares diarios en mercancías, se pierden debido al bloqueo de los puentes de Canadá y los Estados Unidos. Es el 30% del comercio entre ambas naciones que pasa por esos puentes.
El Político.-
.El ruido y el desorden se apoderaron de Ottawa, la capital de Canadá y esto es debido a que centenares de camioneros protagonizan una protesta contra la normativa de vacunas para Covid-19 del Gobierno de Canadá.
Las principales vías de la capital canadiense están bloqueadas, al igual que los puentes que comunican con la frontera de los Estados Unidos, en una especie de movimiento ‘okupa’ antivacunas sobre ruedas, con la exigencia de no retirar los camiones hasta que se elimine la obligatoriedad de la vacuna.
Sus repercusiones, sin embargo, van mucho más allá del escenario neogótico de la capital canadiense. La protesta se ha convertido en un conflicto que amenaza con debilitar al primer ministro, Justin Trudeau, que ha provocado incidentes graves para el comercio entre ambos países y que ya se ha convertido en un movimiento internacional.
Paso de mercancías
Pero esa «minoría radical» se ha convertido en un problema enquistado para Trudeau que se deteriora día a día. Esta semana, una protesta similar cortó el puente Ambassador, que une la ciudad estadounidense de Detroit con la canadiense de Windsor, y por el que pasa el 30% del comercio terrestre entre ambos países.
Une dos de las principales regiones industriales de EE.UU. y Canadá y cada día lo cruzan mercancías por valor de 300 millones de dólares.
Ayer era ya el tercer día de cortes en el puente, que también se extendieron a un segundo paso fronterizo, el de Coutter, entre la provincia canadiense de Alberta y el estado estadounidense de Montana.
Preocupación en EEUU
La revuelta de los camioneros antivacunas de Canadá se sigue en EE.UU. y ha encontrado réplica en otras partes del mundo: en Europa y ya hay movimientos para extender el descontento contra la regulación de las vacunas.
De Bruselas a Madrid, y con especial fuerza en París, los manifestantes amenazan con inhabilitar y ensordecer centros urbanos de todo el continente.
El episodio comenzó el mes pasado, cuando el Gobierno de Trudeau impuso la vacunación obligatoria a los camioneros que cruzaran la frontera entre Canadá y EE.UU.
El 15 de enero se agotó una exención sobre vacuna para los conductores de camiones que entraran en el país. Una semana después, ocurría lo mismo en el lado estadounidense.
Los miles de camioneros que necesitaran cruzar la frontera entre los dos países –ambos son su principal socio comercial– debían presentar prueba de vacunación.
Antigubernamental
La resistencia a la vacuna en el vecino del Norte no está tan extendida como en EE.UU., donde la tasa de vacunación es inferior, en especial, entre el electorado republicano, y donde la práctica totalidad de este partido se opone a la obligatoriedad que impuso el presidente Joe Biden en las empresas de más de cien trabajadores en otoño pasado (y que fue derogada por el Tribunal Supremo).
La cultura social y política en Canadá es muy diferente a la estadounidense, pero la virulencia en algunos sectores contra la vacuna ha hecho emerger un sustrato antigubernamental y combativo con las instituciones que recuerda al de EE.UU.
Como protesta, varios grupos de camioneros organizaron el llamado ‘Freedom Convoy’ (Convoy de la libertad) desde diversos puntos de Canadá que convergieron a finales de enero en la capital, en la explanada frente a su Parlamento.
En el convoy no solo hay camioneros, también hay simpatizantes con su reclamación, entre los que se mezclan activistas antigubernamentales de extrema derecha, libertarios, promotores de teorías conspiratorias sobre la pandemia y ciudadanos que cuestionan la vacuna y su obligatoriedad.
El pasado fin de semana decenas de miles de personas acompañaron a los camioneros en una protesta multitudinaria en Ottawa que tuvo réplicas en otras ciudades canadienses.
Derrocar a Trudeau
Uno de los portavoces del convoy, Tom Marazzo, aseguró a la agencia AP que sus miembros buscan tumbar al Gobierno de Trudeau.
El primer ministro no tardó en calificar a los manifestantes de «pequeña minoría radical» que tienen «opiniones inaceptables que no representan a la de los canadienses que se han apoyado unos a otros» durante la pandemia.
La realidad es que el primer ministro acudió a su reelección el pasado otoño con la obligatoriedad de la vacuna para funcionarios y viajeros en su programa y salió respaldado por las urnas.
También que la gran mayoría de los canadienses, casi el 90% de los adultos ha recibido dos dosis, se ha vacunado.
Su ministro de Seguridad Pública, Marco Mendicino, aseguró que la protesta es un «grupo pequeño de gente enfadada que ha decidido que se puede poner por delante del resto de ciudadanos».
El 85% de los camioneros, según su principal sindicato, se ha vacunado.
La protesta es ya una bomba económica y de seguridad pública para Trudeau. El alcalde Ottawa ha declarado el estado de emergencia y su policía asegura que no es capaz de expulsar a los ocupantes y sus camiones.
Policía en problemas
Los agentes tratan de evitar que los simpatizantes entreguen combustible a los camioneros para poder extender su protesta. Pero también es una bomba política para el primer ministro canadiense.
La nueva líder del partido conservador, Candice Bergen, ha mostrado, como otros miembros de su formación, su apoyo a la protesta y ha criticado que Trudeau «insulte» a quien decide no vacunarse.
Incluso un miembro del partido de Trudeau, el diputado Joël Lightbound, ha acusado a su primer ministro de «dividir y estigmatizar».
Otros le piden contundencia con la protesta y que retire los camiones por la fuerza. Le exigen algo similar a lo que hizo su padre, Pierre Trudeau, también primer ministro, cuando la violencia separatista tomó Quebec en 1970: el envío del Ejército.
Desde el sur, la derecha ‘trumpista’ también echa gasolina a la hoguera. Sus principales agitadores mediáticos –como Dan Bongino o David Shapiro– han promovido el convoy y una campaña de financiación en su apoyo en GoFundMe.
La plataforma de ‘crowdfunding’ decidió eliminar esta campaña, que había recaudado millones de dólares, lo que provocó la protesta airada de pesos pesados como el gobernador de Florida, Ron DeSantis; el fiscal general de Texas, Dan Paxton; o el propio Donald Trump.
El expresidente calificó a Trudeau de «lunático de extrema izquierda» e invitó a los camioneros a llevar su protesta a Washington.
Esto podría no tardar en suceder. Ya hay ‘convoyes por la libertad’ en EE.UU. –desde el martes uno recorre Alaska–, en un movimiento que ha contagiado a otras partes del mundo. Las protestas se han replicado en Australia y Nueva Zelanda y ya aparecen en Europa.