Aumenta la incertidumbre a medida que se acercan las elecciones francesas. El presidente Emmanuel Macron busca un segundo mandato, que ahora no se ve nada seguro.
Alejandro Armas/El Político
Hace unos meses, la abanderada de la centroderecha tradicional francesa, Valérie Pécresse, se alzó como la rival más fuerte del mandatario. Pero su candidatura se desinfló en los sondeos de intención de voto. Ahora, quien tiene mayor probabilidad de arrebatarle el triunfo a Macron es otra vez una vieja contrincante de cuidado: la ultraconservadora Marine Le Pen.
Encuestas recientes ponen a Macron y a Le Pen casi cabeza con cabeza en una segunda vuelta electoral. Qué ocurrió?
Cierre del margen
Es un patrón en los estudios más recientes de intención de voto. El de Ipsos-Sopra Steria dio a Macron 53% de los votos en el más que probable balotaje, y 47% para Le Pen. A principios de marzo, varios sondeos estimaban una diferencia de veinte puntos o más entre ambos.
Más grave aún para el Presidente, la última encuesta de Harris Interactive proyecta que 51,5% de los votantes sufragaría por Macron, y 48,5%, por Le Pen.
Además, cuando los dos se enfrentaron por la presidencia en la segunda vuelta de 2017, Macron se impuso con un abrumador 66%. Durante toda la campaña para aquel balotaje, las encuestas pronosticaron esa paliza.
Según reseña Reuters a propósito del sondeo último de Harris Interactive, Macron entró tarde a la compaña, pese a que su propia reelección es lo que está en juego. Al parecer se distrajo por la crisis de seguridad europea desatada por la invasión rusa de Ucrania.
Mientras, Le Pen se enfocó en temas más cercanos al ciudadano común, como la pérdida de poder adquisitivo de las clases media y baja.
Descontento acumulado
Cuando Macron llegó al Palacio del Elíseo en 2017, fue un prodigio que asombró al mundo entero. Se volvió el primer mandatario francés, en más de 50 años, ajeno a los viejos partidos de centroderecha y centroizquierda. Pero sin incurrir en el populismo de figuras como Donald Trump o la propia Le Pen.
Arrancó con la promesa de refrescar la política francesa y una popularidad bastante alta. Un lustro más tarde, muchos se sienten decepcionados.
No es que Francia haya pasado por una experiencia traumática exclusiva durante su gobierno. Lo peor que le ocurrió fue el mal universal del covid-19, con sus traumas sanitarios y económicos. Pero como a muchos otros mandatarios, el manejo de la situación le costó puntos a Macron.
Incluso antes de la pandemia hubo señales de descontento fuerte. Cabe recordar las protestas de los “chalecos amarillos”, a menudo violentas.
Un repunte corto
Macron siempre ha sido el favorito para ganar estas elecciones. Aún lo es, solo que con mucha menor certeza.
Sus buenos números subieron considerablemente cuando Rusia invadió Ucrania. Entonces, el gobierno francés asumió una postura más dura ante Rusia que la de varios de sus pares a la cabeza de Europa, como el alemán.
Pero este efecto, que los expertos llaman rally-round-the flag, poco le duró al Presidente. Tal vez por el estancamiento de la guerra en condiciones en las que Rusia no es derrotada pero tampoco se ve tan amenazante como antes.
Mientras, millones de franceses no parecen tener inconveniente con la admiración que Le Pen públicamente ha manifestado por Putin. Un aspecto de su ideario político que ahora disimula, pero que a duras penas se puede olvidar.