La Corte Suprema de EEUU amplió el lunes aún más el papel de la religión en las escuelas públicas, al invalidar el despido de un entrenador de fútbol americano que rezaba en los terrenos.
El Político
Esta nueva decisión de la Corte Suprema, de mayoría conservadora, se produce tres días después de enterrar el derecho al aborto en EEUU.
Sus seis jueces conservadores fallaron a favor de Joseph Kennedy
Sus seis jueces conservadores, a contramano de la opinión de sus tres colegas progresistas, fallaron a favor de Joseph Kennedy, quien había supervisado durante siete años los equipos de una escuela secundaria en Bremerton, cerca de la ciudad de Seattle (noreste), antes de perder su trabajo, reportó RFI.
"Una entidad gubernamental quería castigar a un individuo por una práctica religiosa breve, tranquila y personal", fundamentó el juez Neil Gorsuch.
"La Constitución no ordena ni aprueba este tipo de discriminación", escribió en su alegato personal.
Después de cada partido, el entrenador se arrodillaba para realizar una oración en medio del campo, a veces acompañado por algunos de sus jugadores. A veces efectuaba plegarias en el vestuario antes o después de los partidos.
En 2015, las autoridades de la escuela le pidieron que se abstuviera, citando un apartado de la Primera Enmienda de la Constitución que prohíbe al Estado y a sus empleados alentar el "establecimiento" de una religión, es decir, financiar o promover su práctica.
Como se negó, no le renovaron su contrato. Luego emprendió acciones legales, basándose en otra disposición de la Primera Enmienda que garantiza la libertad de religión y expresión.
Estas dos disposiciones son regularmente objeto de disputas, pero la mayoría conservadora de la Corte Suprema, afianzada durante el mandato del magnate republicano Donald Trump (2017-2021), ha inclinado la balanza a favor de los círculos religiosos.
En mayo, la corte había resuelto que el Ayuntamiento de Boston debería permitir a un grupo cristiano exhibir su bandera en el Consistorio.
La semana pasada, dictaminó que el estado de Maine no podía excluir a las escuelas confesionales de un plan de ayuda pública.