La semana pasada hubo lo que en Europa se suele llamar "Luna de cosecha". Esta semana será el equinoccio otoño en el Hemisferio Norte. Ambos eventos astronómicos, en latitudes septentrionales, se relacionan simbólicamente con el fin del verano y el inicio de meses más frescos, que a su vez dan paso al frío de fin de año.
Alejandro Armas/El Político
Para los europeos, este año aquel simbolismo puede ser oneroso. Es señal de que se acerca un invierno que pudiera ser el más duro en generaciones. La razón es el suministro reducido de combustibles fósiles que el Viejo Continente importados desde Rusia, del cual se volvió muy dependiente.
El presidente ruso, Vladimir Putin, espera que los efectos de esta sequía energética disminuyan el apoyo de las naciones europeas a la resistencia ucraniana a la invasión que él ordenó. Pero al mismo tiempo, la situación bélica se presta para alentar un apoyo renovado. Veamos de cerca este entuerto.
Miedo a la llave cerrada
Poco después de que comenzara la agresión directa a Ucrania en febrero, los aliados europeos de la nación invadida se comprometieron a reducir paulatinamente sus importaciones de petróleo y gas rusos. La idea era evitar que el Kremlin contara con cuantiosos recursos para financiar su aparato militar. Pero todo indica que Moscú aspira a precipitar las cosas con sus propios recortes. A principios de mes, la estatal gasífera rusa Gazprom anunció que no reanudará el suministro paralizado del hidrocarburo mediante el gasoducto Nord Stream 1, aduciendo problemas técnicos.
Como resultado de la reducción severa, los precios energéticos en Europa se dispararon. A medida que baje la temperatura y aumente la demanda de gas para calefacción residencial, la crisis se hará más grave. Varios gobiernos europeos adelantan planes de racionamiento de gas para los próximos meses y/o implementan ayudas a los hogares para aminorar el impacto en las finanzas personales por el aumento de las tarifas energéticas.
Más complicado es el predicamento de las industrias dependientes de combustibles rusos. Varias de ellas han tenido que disminuir su producción, aumentar precios para cubrir costos o reducir su personal activo al menos temporalmente. Existe el riesgo de que todos estos elementos produzcan una nueva recesión en economías tras el rebote luego de la debacle económica por la pandemia de covid-19.
Así que varios países europeos tienen ante sí un complejo panorama de inflación y posible aumento del desempleo. Esto pudiera enardecer los ánimos entre los ciudadanos afectados y llevarlos a exigir soluciones a sus respectivos gobiernos, así ello implique reducir o terminar con el apoyo a Ucrania a cambio de energía de origen ruso. El descontento pudiera incluso ayudar al crecimiento de movimientos políticos ideológicamente extremos o ultranacionalistas. De esos que se oponen a que el país propio haga sacrificios por los demás.
El círculo virtuoso
Por otro lado, el presente sería uno de los peores momentos para disminuir el respaldo a Ucrania desde que empezó la guerra. En las últimas semanas, Kiev ha lanzado una contraofensiva que le permitió recuperar amplios territorios en el noreste, que Rusia ocupó por meses.
Este éxito ha mostrado que, pese a devastación de su territorio y sociedad, Ucrania sigue siendo capaz de mantenerse en pie de lucha y hasta llevar a cabo proezas. Pero eso fue en parte posible por los apoyos que ha recibido de Estados Unidos y varias naciones europeas.
En general, la opinión pública en dichos países se mantiene favorable al respaldo a Ucrania. Es probable que los nuevos logros de Kiev aumenten o al menos mantengan estables tales apoyos. Así que retirar la ayuda que estos gobiernos brindan a Ucrania acaso no sea popular. Al menos ahora.
¿Y más adelante? El progreso territorial ucraniano no es seguro en el largo plazo. La situación pudiera tornarse a favor de Rusia si el Kremlin y su alto mando militar se las arreglan para hacer retroceder a los ucranianos de nuevo. Si tal cosa ocurriera cuando los costos del apoyo a Ucrania, en pleno invierno, son más altos, la opinión pública pudiera cambiar significativamente.
Empero, en Kiev hay razones para el optimismo cauto. Al estimular con su avance la prolongación de la ayuda occidental, Ucrania cuenta con nuevos elementos para seguir combatiendo, en una especie de círculo virtuoso para sus intereses. Además, hasta el propio Putin dio muestras recientes de que redujo sus objetivos en Ucrania, como se verá en la siguiente emisión de esta columna.