El próximo 30 de octubre Brasil regresa a las urnas electorales, para decidir en segunda vuelta, quien será su presidente.
Gustavo Márquez / El Político
Los sondeos de opinión dan como posible vencedor al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, con una intención de votos del 48,4%. Pero el actual presidente Jair Bolsonaro, quien va por la reelección, le sigue muy de cerca, con un 43,2%. El resto de los candidatos ya no cuentan para la segunda vuelta o balotaje, pues representan solo el 8,4% de la intención de votos.
Según las normas electorales de Brasil, la segunda vuelta se establece de manera automática, cuando ninguno de los candidatos logra acaparar más de la mitad de los votos emitidos, según el padrón electoral.
Uno de los factores que más ha llamado la atención en esta campaña política, es el uso de la religiosidad como herramienta política. En efecto, tanto Jair Bolsonaro como Lula da Silva, han tratado de capitalizar el voto evangélico. Ya que este grupo religioso posee una participación importante en el Congreso. Algunos analistas han indicado que el voto evangélico podría definir las elecciones.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha asegurado que su rival en la segunda vuelta de las elecciones, Luiz Inácio Lula da Silva, rechazó debatir con él este viernes frente a las cámaras de la cadena SBT por su "impotencia sexual".https://t.co/qRLRfORmYt
— Proceso (@proceso) October 21, 2022
Más votos de los esperado
A pesar de que Luiz Inácio Lula da Silva es el favorito para coronarse durante la segunda vuelta, todavía existe una fuerte oportunidad para que Brasil se incline mucho más hacia la derecha, la que representa Jair Bolsonaro. Según analistas, esto es posible, ya que Jair Bolsonaro obtuvo más votos de los previstos en las elecciones presidenciales de Brasil, según la opinión del periodista Philipp Lichterbeck.
Los pronóstico de las encuestas otorgaban a Bolsonaro menos votos de los que logró acumular en la primera vuelta. Una clara evidencia de que no hay números escritos en piedra, a la hora de evaluar la intención de votos. Sobre todo porque se sabe que factores subjetivos y/o afectivos pueden influenciar a última hora, y hasta en el último minuto, sobre la elección de un votante.
Otro elemento que tiene gran peso en esta segunda vuelta es que el Congreso es mayoritariamente Bolsonarista. Por lo que una eventual victoria para Lula da Silva, supondría gobernar con el parlamento en contra. Así los planes de la izquierda se verían seriamente truncados. Por lo que muchas de las promesas de campaña del aspirante izquierdista no se podrían cristalizar.
Lula sobre el apoyo de Neymar a la ultraderecha en Brasil: "Tiene todo el derecho a elegir a quien quiera de presidente. Creo que tiene miedo de que si yo gano las elecciones se conozca qué es lo que Bolsonaro le ha perdonado por no pagar impuestos".Grande pic.twitter.com/pri92Ouj1n
— Gabo Loaiza (@gaboloaizaperez) October 19, 2022
En resumen
Otro ingrediente que sobresale en el panorama electoral son las teorías conspirativas. En efecto, según analistas el partido de Jair Bolsonaro guarda gran similitud con el de Donald Trump. Se dice que sus seguidores solo obtienen información a través de sus propios canales, en los que casi todos los días se entretejen nuevos mitos conspirativos o de fraude. Tampoco expresan algún interés por crear compromisos con el otro bando, al que consideran un enemigo, y no un adversario. Además, son propensos a provocar y sabotear —cada vez que se pueda— a su contrincante político.
Port otro lado, se dice que Lula da Silva podría comenzar a alinearse más hacia el centro del espectro político, a pesar de representar a una izquierda moderada. Incluso, podría aparecer en el horizonte un candidato ortodoxo para su ministerio de Economía y Finanzas. Una manera de llamar la atención del electorado que todavía no ha decidido por cual candidato ejercer su derecho al sufragio, una especie de galanteo con los centristas indecisos. Pues lo que se juega es el destino de toda una nación.
Así que por ahora en Brasil no hay encuesta que pronostique un ganador anticipado. Los números han demostrado que la intención de voto en el electorado puede cambiar de un momento a otro. Y hay muchos ingredientes subjetivos, religiosos, conspirativos y de pasión que están influyendo en esta campaña política, que tiene a Brasil en una encrucijada, que solo será despejada el próximo 30 de octubre.