El epicentro del espionaje ruso se encuentra en una pequeña isla en medio de Bruselas, de más de 46.000 metros cuadrados y con unos edificios con antenas parabólicas gigantes
El Político
Otra embajada rusa, la de Holanda a menos de 200 km, es un centro de espionaje y contraespionaje, donde hay servicio de encriptación, un departamento de Inteligencia Militar y otro para el servicio exterior.
Bruselas es la sede de las instituciones europeas y la OTAN, mientras La Haya es hogar es de la Corte Penal Internacional, el Tribunal Internacional de Justicia, Europol y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
Lo resaltante
Ambas ciudades se han convertido en un bastión de espías rusos que se dedican no solo al espionaje de los organismos que tienen su base en Bélgica y Holanda, sino que también despliegan operaciones allá donde se les necesite en el resto del continente.
Después de la invasión orquestada por Vladímir Putin en Ucrania el pasado mes de febrero, el Gobierno belga expulsó a 21 diplomáticos rusos, el holandés hizo lo propio con otros 17 y los demás países europeos siguieron el ejemplo echando en total a más de 200.
Pero una investigación de la emisora holandesa NOS y el periódico belga De Tijd asegura que, en realidad, decenas de empleados de los servicios de Inteligencia de Moscú continúan activos en estos países con diferentes tareas y con más trabajo que nunca, ahora que las relaciones diplomáticas pasan por su peor momento.
La embajada rusa en Bélgica está en Uccle, uno de los municipios de Bruselas.
Por fuera parece una sede diplomática más entre tantas que hay en Bruselas, pero documentos secretos de la Seguridad del Estado belga muestran que, en realidad, el edificio lleva años siendo una especie de “comunidad cerrada”, con sus propias instalaciones escolares, un edificio de apartamentos y, sobre todo, con controles internos muy estrictos.
"El complejo actúa como un centro de comunicación para los servicios de Inteligencia rusos en Bélgica para enviar información encriptada a Moscú", concluyen los informes.
Lo que importa
Esto no había pasado desapercibido para los servicios de seguridad belgas. Ellos sabían de la presencia de espías rusos en grandes cantidades, pero no fue hasta la invasión rusa de Ucrania cuando, de forma conjunta con el resto de la Unión Europea, Bélgica se atrevió a expulsarlos.
No había dado antes este paso, ante todo, por una cuestión práctica: si un país expulsa a espías rusos, Moscú responde con la misma moneda, y eso significa perder toda la información de Inteligencia que podría recopilarse sobre el terreno en Rusia.
Dado el control de la prensa y la falta de transparencia en la comunicación de Moscú, habituales desde antes de la guerra en Ucrania, eso supondría perder ojo a lo que ocurre en Rusia. Así que han preferido mantener el ‘statu quo’.
Los belgas y los holandeses sabían cuándo un espía ruso había entrado sus países para relevar a otro y en qué área enfocarían sus tareas de espionaje, ya fuera en la económica, la industrial, la militar o la política.
Hay países con los que se extreman las precauciones y Rusia es uno de ellos, así que cuando Moscú notifica el envío de un nuevo diplomático al país, los servicios de Seguridad del Estado investigan la identidad de esa persona y dan su consejo al Ministerio de Exteriores.
En conclusión
Los espías rusos desplegados en Países Bajos habían usado diferentes tapaderas. Tres de ellos entraron al país como miembros de la delegación rusa ante la OPAQ. Pero rara vez, o nunca, aparecían por el edificio en La Haya. Cuatro oficiales del GRU trabajaron oficialmente como agregados comerciales de la pequeña representación comercial rusa en Ámsterdam, uno de ellos como jefe adjunto.
Ben de Jong, experto en el campo de los servicios de Inteligencia rusos y afiliado a la Universidad de Leiden, cree que los espías rusos deportados no buscaban necesariamente información holandesa: "Si logran reclutar aquí a alguien de Asuntos Exteriores o Defensa, entonces tienen muchas posibilidades de que también descubran secretos compartidos por otros países u organizaciones".
De todos modos, no es la primera vez que Holanda manda de vuelta a Moscú a espías rusos descubiertos con las manos en la masa. En 2018, pilló a cuatro miembros del famoso grupo Fancy Bear, asociado con el GRU, tratando de ingresar en la red WIFI de la OPAQ, en un momento en el que esta organización investigaba el envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal en Reino Unido.
Holanda decidió entonces deportarlos y no abrir una investigación criminal. La portavoz del Kremlin, Maria Zacharova, dijo en respuesta a la expulsión que Moscú solo tiene una explicación: "Occidente tiene una obsesión con los espías".
Fuente: El Confidencial