El Partido Comunista Chino realizó su Vigésimo Congreso Nacional la semana pasada. Tal como se esperaba, el presidente Xi Jinping obtuvo fácilmente un tercer mandato consecutivo como secretario general del partido, cosa sin precedentes en la historia reciente china.
Xi se consolida así como el líder más poderoso de China desde Mao Zedong. Tendrá más margen de maniobra para perseguir sus objetivos nacionalistas de hacer de China una superpotencia con hegemonía en Asia y el Pacífico y que desafíe la legitimidad de la democracia occidental.
Pero su dirección inapelable también está asolada por riesgos inherentes. Veamos.
“Mando yo y solo yo”
Desde los tiempos de Deng Xiaoping hace unos 40 años, una regla de facto en la estructura del Partido Comunista Chino limitaba el ejercicio del secretario general a dos períodos consecutivos. Esto permitió la renovación del liderazgo nacional más o menos cada diez años, lo cual coincidió con un período de crecimiento económico espectacular.
Pero Xi no está interesado en cumplir con esa norma. Y además de saltársela, llenó la dirección del partido con personal adicto a él. El sistema vigente desde los años 80, si bien no fue nada democrático, permitía cierta contención del liderazgo personalista mediante el resto del partido.
Al pasar de ser un primus inter pares a un autócrata incuestionable, Xi podrá llevar a cabo con menos obstáculos su visión para China. Esta visión pone mucho más énfasis en la seguridad nacional y en la influencia internacional que en el desarrollo económico.
Cabe esperar, por ello, la prolongación de los férreos controles sobre las comunicaciones, las actividades empresariales y la vida de los ciudadanos en general. También que se reafirme el reclamo de Pekín sobre Taiwán, lo que detereoraría aun más las relaciones con Estados Unidos. Aunque el peligro de una toma forzosa de la isla sigue siendo relativamente bajo, podría ir aumentando poco a poco.
“No quiero malas noticias”
Pero el gobierno de Xi pudiera verse aquejado por los males característicos de este tipo de liderazgo autocrático. Uno de los mayores es la falta de información correcta. Debido a que los demás altos funcionarios temen brindar información que moleste al líder, a menudo la ocultan, llevando a la toma de decisiones equivocadas.
Un ejemplo es la evidente falta de preparación del presidente ruso Vladimir Putin para su invasión de Ucrania. Evidentemente estaba mal asesorado sobre la capacidad de sus propias Fuerzas Armadas y sobre la disposición de los ucranianos a resistir.
Los chinos no necesitan buscar ejemplos extranjeros. Durante el llamado “Gran Salto Adelante”, los subordinados de Mao le mintieron sobre los resultados de su experimento económico por miedo a su ira… Hasta que el fracaso fue evidente, con un saldo de millones de muertos.
Al rodearse de acólitos y solo de acólitos, Xi indica poca tolerancia a que le muestren errores. Eso lo pudiera llevar a repetir las debilidades de Mao, con quien no en balde se le compara por su poder.