Este martes fue uno de esos días cuando, según el decir coloquial, dejó de girar el planeta. Es decir, algo interrumpió la cotidianidad del mundo entero. Ese algo fue la caída de misiles en un poblado polaco cerca de la frontera con Ucrania.
Alejandro Armas/El Político
De inmediato, todos los ojos se dirigieron a Moscú. Hubo señalamientos de que, con o sin intención, armas rusas fueron las responsables, en el contexto de la invasión rusa de Ucrania, cuya resistencia Polonia apoya con vigor. Hasta se contempló una reunión urgente de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que Polonia es miembro. Las voces más alarmistas hablaron de un enfrentamiento directo entre Rusia y los países de la OTAN.
Pero los exámenes preliminares apuntan a que realmente se trató de misiles defensivos ucraniano, usados para interceptar misiles ofensivos rusos. ¿Qué implicaciones tiene esta revelación? ¿Qué más nos dicen los hechos? Veamos.
Mala buena suerte
Al poco tiempo de trascender la noticia sobre el impacto balístico, el Kremlin negó que fuera un ataque de su autoría. Acusó a Ucrania de ser la verdadera responsable, para así escalar el conflicto. Kiev, inversamente, señaló a Rusia.
Con la información oficial apuntando a que sí se trata de misiles ucranianos, cabe preguntarse si el incidente afectará el apoyo a Ucrania por parte de sus aliados. De momento, no parece. Tanto el gobierno polaco como el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguraron que, pese al incidente, Ucrania sigue teniendo derecho a defenderse.
En tal sentido, fue una suerte para Ucrania que sus misiles hayan caído en Polonia, uno de los países más decididos a frenar el expansionismo ruso, del cual ella misma ha sido blanco históricamente. De haber ocurrido en otro país vecino, el impacto negativo en la opinión pública hacia Kiev acaso hubiera sido mucho mayor.
Riesgo expuesto
Pero aunque lo peor de una escalada se haya evitado, lo que ocurrió el martes pone de manifiesto los grandes peligros de esta fase de la guerra. Desde hace meses, Rusia ha sufrido pérdidas territoriales importantes en el territorio ucraniano que ocupó. La más reciente fue la de la ciudad de Jersón, la única capital regional que las fuerzas rusas llegaron a controlar, poco después de comenzar la invasión.
Todo indica que la anexión ilegal de cuatro regiones ucranianas por Rusia, entre las cuales está la que incluye a Jersón, no sirvió como táctica para disuadir a Kiev. La presión sobre el presidente ruso, Vladimir Putin, aumentó por estos reveses.
De ahí que Moscú recurriera a semanas y semanas de bombardeos a diversas ciudades ucranianas, lejos del frente de guerra. El objetivo ha sido dañar la infraestructura del país invadido, sobre todo el sistema eléctrico, para dificultar la vida a la población civil y que esta presione a su gobierno para que cese la resistencia.
Ucrania se defiende de tales ataques con misiles defensivos. Son al parecer de este tipo los que accidentalmente cayeron en Polonia. Ello indica lo elevado que es el riesgo de que, aunque sea asimismo por accidente, los misiles que Rusia dispara sistemáticamente a blancos ucranianos caigan en un país vecino, miembro de la OTAN. De ocurrir, el mundo volvería a dejar de girar.