El 12 de enero del presente año nos asombró una manifestación en la Universidad de Michigan, en la cual un grupo que más que pro-palestino era francamente antisemita, llamado Students Allied for Freedom and Equality (SAFE).
Beatriz Rittigstein/El Político
Este grupo, cuyo nombre traducido al español es “Estudiantes aliados por la libertad y la igualdad”, marchó por el campus ondeando banderas palestinas y con megáfonos, cantando lemas que podrían pasar por poéticos pero en realidad son claras amenazas, por ejemplo “Desde el río hasta el mar”, un repetido eslogan que se refiere al territorio desde el Jordán hasta el Mediterráneo, o sea todo el territorio israelí; un llamado a la destrucción de Israel y su reemplazo por un Estado palestino vaciado de judíos.
También corearon “¡Intifada, Intifada! ¡Larga vida a la Intifada!”, que pretenden describir como resistencia, pero sea cual fuere su significado, se concreta en un brutal terrorismo.
En la primera Intifada, a fines de los años 80 y principios de los 90, y en la segunda Intifada a principios de los 2000, fueron asesinados numerosos israelíes en sanguinarios ataques suicidas y/o con explosivos.
¿Liquidar a judíos?
Una joven con hiyab, en la primera línea de la manifestación, portaba un cartel en el que se leía “Solo hay una solución”, en evidente alusión a la “Solución final”, el plan nazi de extermino de los judíos acordado en la Conferencia de Wannsee (Alemania) en 1942.
Es decir, esa frase es un intencional emplazamiento a liquidar judíos.
Se conoció que la protesta antisemita se llevaba a cabo mientras la vicepresidente Kamala Harris se encontraba en el recinto universitario para hablar en un evento sobre el cambio climático.
Los manifestantes pro-palestinos vociferaron denuncias de “genocidio” contra Harris, presuntamente por apoyar a Israel.
La responsabilidad de la Universidad de Michigan
Esperaríamos que en una universidad, símbolo de amplitud, y más aún en un país libre y democrático, se diriman las diferencias a través del diálogo, se debatan ideas, situaciones, etc.
No obstante, cuando algunos estudiantes instaron a los manifestantes a informar mejor sobre las complejidades del conflicto palestino-israelí, recibieron insultos, comentarios carentes de objetividad, gestos obscenos y agresivos.
La propia Universidad de Michigan tiene una enorme responsabilidad en esta especie de linchamiento de judíos.
De hecho, en un reciente informe de StopAntisemitism, una ONG con sede en EEUU, esa casa de estudios fue señalada de ser adversa a los judíos e indiferente a su seguridad; el informe explicó que los judíos son excluidos de las acciones de integración, y varias resoluciones del corrillo antisemita BDS fueron aprobadas por organismos estudiantiles.
En distintas universidades de EEUU, otro grupo pro palestino, Students for Justice in Palestine (SJP), o “Estudiantes por la Justicia en Palestina”, han creado un ambiente hostil e intimidante para profesores y alumnos judíos, esgrimiendo reiteradas calumnias antisemitas, distorsiones de la realidad y manipulaciones de los hechos históricos, al punto que algunos analistas consideran que estos campus universitarios recuerdan a las universidades alemanas de la década de 1930.
Cabe destacar que, en las redes sociales, infinidad de cuentas que se dicen pro-palestinas pero que más bien son antisemitas, emiten este tipo de mensajes truculentos para justificar la violencia.
Y sabemos cómo funciona el ciclo de la ira: tras la verbalización del odio y el resentimiento, viene la embestida física.
Por ello, conminamos a los legisladores a plantear, discutir y aprobar leyes necesarias y específicas que sancionen el antisemitismo.