El CiberGulag de Rusia es un omnipresente sistema de cámaras de seguridad con reconocimiento facial que mantiene en vilo a sus ciudadanos
El Político
Para millones de rusos es muy difícil evitar el escrutinio de las autoridades y es que el Gobierno, liderado por Vladimir Putin, monitorea de forma activa cada movimiento.
Hoy, esta especie de espionaje llega más alá gracias a las mencionadas cámara de seguridad y las cuentas de redes sociales.
Los más atacados y afectados con este sistema de vigilancia son todos aquellos activistas que luchan contra el Gobierno de Vladimir Putin.
Una herramienta de control
Incluso una plataforma elogiada en su día por los usuarios por facilitar las tareas burocráticas está siendo empleada como una herramienta de control: las autoridades planean utilizarla para entregar las notificaciones para reclutamiento, frustrando así una táctica popular entre quienes quieren esquivar el llamado a filas, de evitar que se les entregue la documentación en persona.
Los activistas sostienen que, bajo el mandato del presidente Vladímir Putin, Rusia ha aprovechado la tecnología digital para rastrear, censurar y controlar a la población, construyendo lo que algunos llaman un “ciber gulag”, una oscura referencia a los campos de trabajo donde se encerraba a los prisioneros políticos en la época soviética.
Es un territorio nuevo, incluso para una nación con un largo historial de espionaje a sus ciudadanos.
“El Kremlin se ha convertido de facto en el beneficiario de la digitalización y está utilizando toda oportunidad para la propaganda estatal, para vigilar a la población, para romper el anonimato de los usuarios de internet”, afirma Sarkis Darbinyan, jefe legal de Roskomsvoboda, un grupo ruso de libertad en internet al que el Kremlin considera un “agente extranjero”.
Aumento de la censura
La aparente indiferencia del Kremlin hacia la vigilancia digital pareció cambiar tras las protestas masivas de 2011 y 2012, que se coordinaron por internet, lo que llevó a las autoridades a endurecer sus controles en línea.
Algunas regulaciones les permitían bloquear páginas web y otras obligaban a los operadores de telefonía móvil e internet a almacenar los registros de llamadas y mensajes, para compartir la información con los servicios de seguridad si era necesario. Las autoridades presionaron en vano a empresas como Google, Apple y Facebook para que guardaran los datos de sus usuarios en servidores rusos y anunciaron sus planes para construir un “internet soberano” que, en caso de necesidad, se podría aislar del resto del mundo.
Lo que opinan los expertos
En ese momento, muchos expertos calificaron estos esfuerzos de inútiles, y algunos siguen pareciendo ineficaces. Puede que las medidas rusas no parezcan más que una simple cerca comparadas con el gran cortafuegos chino, pero la represión online del Kremlin ha ganado impulso.
Tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, la censura en línea y el procesamiento judicial por publicaciones y comentarios en redes sociales despuntaron de tal forma que batieron todos los récords existentes.
Según Net Freedoms, un destacado grupo de defensa de los derechos en internet, más de 610.000 cibersitios fueron bloqueados o eliminados por las autoridades en 2022, el récord anual en 15 años, y 779 personas fueron acusadas por comentarios y publicaciones, otro récord.
Un factor importante
Un factor importante fue la ley adoptada una semana después de la invasión que penaliza el sentimiento antibélico, advierte el presidente de Net Freedoms, Damir Gainutdinov. Además, prohíbe la “difusión de información falsa” o “desacreditar” el ejército, por lo que se utiliza contra quienes se oponen públicamente a la guerra.
Human Rights Watch citó otra ley de 2022 que permite a las autoridades “cerrar extrajudicialmente medio de comunicación y bloquear contenidos en internet por difundir ‘información falsa’ sobre la conducta de las Fuerzas Armadas de Rusia u otros organismos estatales en el extranjero o por propagar llamadas a sancionar a Rusia”.
Usuarios no se sienten seguros
Las estrictas leyes contra el extremismo aprobadas en 2014 se centraron en las redes sociales y en los mensajes online, lo que derivó en cientos de casos penales por publicar textos, compartirlos y expresar apoyo. La mayoría afectaron a usuarios de la popular plataforma rusa VKontakte, que supuestamente colabora con las autoridades.
A medida que aumentaba la represión, las autoridades pusieron la vista también en Facebook, Twitter, Instagram y Telegram. Aproximadamente una semana después de la invasión, Facebook, Instagram y Twitter fueron bloqueados, pero sus usuarios seguían siendo denunciados.
Para cerrar
Marina Novikova, de 65 años, fue condenada este mes en la ciudad siberiana de Seversk por “difundir información falsa” sobre el ejército en mensajes contra la guerra en Telegram, y recibió una multa equivalente a más de 12.400 dólares. Una corte de Moscú sentenció la semana pasada al activista Mikhail Kriger a siete años de cárcel por comentarios en Facebook en los que expresó un deseo “de ahorcar” a Putin. La famosa bloguera Nika Belotserkovskaya, que vive en Francia, recibió una condena en ausencia de nueve años por publicaciones de Instagram sobre la guerra que, de acuerdo con las autoridades, propagaron “falsedades” sobre el ejército.
“Los usuarios de cualquier plataforma de redes sociales no deberían sentirse seguros”, afirma Gainutdinov.
Fuente: AP NEWS