Este miércoles, Joe Biden prefiguró un escenario al que su administración no desea llegar: el envío de tropas estadounidenses a suelo ucraniano.
El Político
Biden, quien se jugará el pellejo en las elecciones presidenciales de 2024, dijo que Estados Unidos podría verse forzado a participar en la guerra entre Ucrania y Rusia.
El mandatario lanzó la temible advertencia con la intención de convencer al Congreso, un órgano que empieza ver con recelo el continuo flujo de dinero hacia Kiev.
Hacia noviembre de este año, el Departamento de Defensa había gastado 97% de los recursos aprobados para ayudar a los ucranianos.
La suma que le fue autorizada a esa cartera ascendió hasta los 62.300 millones de dólares.
Por su parte, el Departamento de Estado ya agotó los 4.700 millones de dólares asignados para asistir militarmente a Ucrania.
Pese a que el dinero circula sin que las fuerzas ucranianas exhiban resultados notables, la Casa Blanca ha requerido un nueva cantidad.
Se trata de de 175 millones de dólares que no pueden ser liquidados sin la venia del poder Legislativo.
Consciente de tal realidad, Biden ha apelado a la narrativa del miedo. “Si (Vladímir) Putin toma Ucrania, no se detendrá allí”, expresó.
Poco después, el demócrata reiteró la idea de que una eventual victoria rusa en suelo ucraniano pondría bajo amenaza a naciones aliadas.
En tal sentido, Biden sugirió que si Moscú triunfa en Ucrania, su próximo objetivo sería Polonia o los países balcánicos.
Si ese escenario se hace realidad, Rusia estaría atacando a países que integran la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En consecuencia, la alianza debería activar parte del articulado de su carta constitutiva y ello le llevaría a la guerra.
Dado que Estados Unidos es uno de los principales miembros de la OTAN, la Unión Americana se vería arrastrada al campo de batalla.
Si se concretan tales predicciones, la confrontación de Ucrania perdería el carácter local que, hasta el momento, le ha caracterizado.
Para evitar esa eventualidad, Joe Biden parece estar dispuesto a todo. De hecho, durante la jornada asomó la posibilidad de endurecer sus políticas migratorias.
El presidente, quien está por cumplir cuatro asó frente al Despacho Oval, ha visto llegar cerca de cinco millones de indocumentados.
La cifra no ha pasado desapercibida. Por tal motivo, dirigentes republicanos piden a Biden estar más atento de los problemas en casa.
Para muchos de los integrantes del Grand Old Party (denominación que se le da al Partido Republicano), la inmigración ha de ser una prioridad.
Es por ello que, desde la tolda conservadora, se proponen soluciones que se antojan extremas, si se ven con ojos de demócrata.
Para los republicanos, parte de la crisis migratoria podría solventarse si se reinstauración el Título 42.
La norma no impide a los indocumentados solicitar asilo en Estados Unidos, pero sí les obliga a esperar sus citas con un juez migratorio en suelo mexicano.