El 2023 fue un año intenso, convulso y ajetreado que no dejó a nadie indiferente.
Fue un año donde, además, se hiperpolitizó absolutamente todo. Lo cual ejerció un efecto inmediato en las comunicaciones de la humanidad.
La Agenda 2030 se adelantó considerablemente en cada esquina del mundo, incluidos esos sitios donde muchos ingenuamente creían que jamás llegaría.
Sin embargo, a pesar de que estamos batallando contra un monstruo que está muy bien armado, que cuenta con infinitos recursos y piensa con una mentalidad profundamente macabra, creo firmemente que se dio una repuesta aceptable a todos los ataques del progresismo.
El año 2024 tiene que ser un año donde los conservadores cerremos filas contra el mal. A la fecha hemos actuado de forma reaccionaria, con prisas y sin estructura.
El progresismo propone (luego de planificar y estructurar con tiempo, de forma impecable sus gestas) y ante ello es que reaccionamos a posteriori. Aunque hemos salido al paso, no es la estrategia más efectiva para contraatacar. Reaccionar y contrarrestar no es lo mismo que combatir, aunque suene parecido, es muy diferente.
Es por ello que, para el venidero año, tenemos estructurarnos mucho mejor y ser más agresivos no en formas, sino en fondos. Con lo de la agresividad en las formas se nos está pasando la mano hace rato y estamos perdiendo gente valiosa por ello, de lo cual hablaré en otra oportunidad.
Es vital, para que el cáncer que representa el progresismo, que nos planteemos y estructuremos mejor. Quienes crean que la Agenda 2030 es solo un objetivo que concluye en el 2030, están de espaldas al macabro plan del cual solo hemos visto y vivido en su primera etapa.
Ahora más que nunca debemos ser insistentes y fuertes cuando se trata de tener valores, de estructura, disciplina y todo lo que caracteriza nuestra cosmovisión.
En el 2024 viene un ataque sin precedentes a la familia, a los niños y a todo lo que se ha intentado deconstruir desde el postmodernismo.
Es por ello que es de suma importancia que sepamos ir más allá de meramente ejercer resistencia ante las propuestas globalistas. Más hacer, menos hablar. Los “activistas” que solo saben sacar fotos en redes sociales, es momento de que se aparten, para darle paso a la gente seria que sí hace.
Deseo que todos tengamos la fortaleza espiritual para poder salir adelante en el 2024. A pesar de que la situación financiera no es la óptima para muchos, tenemos que hacerle frente sin temor, a las pretensiones absurdas de despoblación y fractura de la familia que trae esta agenda del horror.
Enamorarnos, casarnos, apostar siempre a la familia y los valores que nos caracterizan tiene que ser una misión para el 2024, la primera de todas me atrevo a decir.
Todo este ambiente de caos procura firmemente que tengamos una economía frágil, que estemos profundamente deprimidos, desencantados y cada día viviendo en más hostilidad y ostracismo social. No podemos continuar siguiéndole el juego (como consecuencia natural inmediata procurada por ellos) a esta agenda.
Y que esto no quite la atención con quienes hoy tienen la hermosa tarea de ser padres. Los hombres y mujeres de hoy son el resultado de los padres de ayer. ¿Cuál es el resultado? El desastre indiscutible que tenemos en la actualidad.
Papás y mamás, ustedes formarán a hombres y mujeres del mañana. Mucha firmeza y a ajustarse el cinturón ¡Tienen una inmensa responsabilidad!
Tenemos que darle la pelea a la maldad, a la tristeza y al horror progresista, escribiendo en líneas rectas historias hermosas, amables y siempre llenas de amor y belleza.
Cambiar este relato triste al que aspira el progresismo es posible, pero solo podrán aquellos que se atrevan a escribirlo a puño firme y venciendo tempestades.
Que Dios nos bendiga a mujeres y hombres de bien.
Hasta el 2024.