Nicolás Maduro, enfrenta la mayor amenaza electoral de sus 11 años de gobierno este domingo. Si sale victorioso, le resultará difícil convencer al mundo de que su triunfo fue legítimo.
Elección tras elección, Maduro, de 61 años, ha logrado desafiar las encuestas al desincentivar el entusiasmo de los votantes y manipular las urnas a su favor. Sin embargo, esta vez las apuestas son más altas para su nación golpeada.
Por Andrew Rosati / bloomberg.com
Millones de venezolanos se han unido inesperadamente en apoyo al principal retador, Edmundo González, un exdiplomático poco conocido de 74 años hasta abril.
La administración del presidente estadounidense Joe Biden levantó brevemente sanciones financieras amplias, impuestas a los socialistas en el poder por abusos electorales y represión pasados, a cambio de que se llevara a cabo una votación limpia y justa.
Ese alivio impulsó una lenta recuperación que se estaba produciendo mientras Maduro abandonaba los controles estatales a favor de la empresa privada. Ahora, si Venezuela tendrá que soportar más sufrimiento podría depender en gran medida de cómo las potencias extranjeras perciban la votación.
Los signos iniciales no han sido alentadores. En abril, la Casa Blanca reimpuso sanciones, prohibiendo efectivamente las importaciones de petróleo venezolano a EE. UU., su mayor cliente, después de que el partido gobernante mantuviera fuera de la contienda a la figura de oposición más popular, María Corina Machado.
Sin embargo, por ahora, Washington ha permitido a grandes empresas petroleras, como Chevron, seguir extrayendo crudo venezolano.
La forma en que el presidente responda a sus oponentes después de contar los votos podría determinar cuánto petróleo —la savia de Venezuela— fluya en los próximos meses.