La violencia en Sinaloa, uno de los estados más emblemáticos del narcotráfico en México, ha alcanzado niveles alarmantes debido a una guerra interna dentro del Cártel de Sinaloa. Desde septiembre de 2024, el enfrentamiento entre facciones rivales ha desatado una ola de asesinatos, desplazamientos y temor generalizado.
El detonante de esta crisis fue la captura de Ismael "El Mayo" Zambada en julio de 2024, un histórico líder del cártel que durante años mantuvo un equilibrio entre las distintas facciones. Su caída generó un vacío de poder que rápidamente derivó en una lucha interna entre dos grupos principales: los Chapitos, encabezados por los hijos de Joaquín "El Chapo" Guzmán, y La Mayiza, conformada por los leales a Zambada.
En este contexto, ciudades clave como Culiacán, Mazatlán y Los Mochis han sido escenario de enfrentamientos armados, emboscadas y ejecuciones. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en los últimos cinco meses se han registrado más de 800 asesinatos relacionados con esta disputa. Tan solo en enero de 2025, los homicidios en Sinaloa aumentaron un 165% respecto al mismo mes del año anterior.
Además, informes recientes sugieren que Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de "El Chapo", habría facilitado la entrega de Zambada a las autoridades estadounidenses. Este hecho no solo profundizó la división dentro del cártel, sino que también avivó las tensiones con Estados Unidos, ya que algunos sectores consideran que Washington está influyendo directamente en la dinámica del narcotráfico mexicano.
Impacto social y humanitario
La población civil ha sido una de las principales víctimas colaterales de esta guerra interna. Familias enteras han optado por desplazarse hacia otras regiones para escapar de la violencia. En algunas comunidades, las escuelas han cerrado temporalmente debido al temor de ataques o enfrentamientos cercanos. Además, el miedo y la incertidumbre han paralizado actividades económicas locales, desde el comercio hasta el turismo.
Por otro lado, los constantes enfrentamientos han llevado a un incremento en el uso militarizado de las fuerzas estatales y federales. Elementos de la Guardia Nacional y el Ejército han sido desplegados en puntos estratégicos para intentar contener la violencia; sin embargo, su presencia no ha logrado frenar los asesinatos ni desarticular las redes criminales.
Tensiones diplomáticas entre México y Estados Unidos
La crisis también ha generado fricciones diplomáticas entre México y Estados Unidos. Mientras el gobierno mexicano liderado por Claudia Sheinbaum acusa a Washington de actuar unilateralmente al capturar a líderes como "El Mayo" Zambada sin considerar las consecuencias internas para México, el presidente estadounidense Donald Trump ha señalado al gobierno mexicano por permitir que los cárteles operen con impunidad.
Trump declaró recientemente que "México proporciona refugio seguro a los cárteles para fabricar y transportar narcóticos peligrosos", lo que ha provocado miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos. Estas declaraciones han tensado aún más las relaciones bilaterales en materia de seguridad, complicando cualquier intento conjunto para abordar la crisis.
Por su parte, Zambada habría solicitado su repatriación a México desde una prisión estadounidense. Según fuentes oficiales, el gobierno mexicano pidió su extradición en al menos cuatro ocasiones sin obtener respuesta por parte del gobierno estadounidense.
La respuesta del gobierno mexicano
Desde que asumió la presidencia en diciembre de 2024, Claudia Sheinbaum ha enfrentado uno de los periodos más violentos en la historia reciente del país. En sus primeros 105 días al frente del gobierno se han registrado más de 8,000 homicidios, lo que refleja la magnitud del desafío que enfrenta su administración.
Sheinbaum ha prometido implementar estrategias basadas en inteligencia para desmantelar las estructuras criminales. Un ejemplo reciente fue la captura de Kevin Alonso, jefe de seguridad personal de Iván Archivaldo Guzmán ("El Chapito"), un golpe considerado significativo por Estados Unidos. Sin embargo, estas acciones no han logrado contener la escalada violenta ni restaurar la estabilidad en Sinaloa.
Además, Sheinbaum ha instado a reforzar la cooperación binacional con Estados Unidos para combatir el narcotráfico desde sus raíces. Sin embargo, las tensiones políticas entre ambos países dificultan cualquier avance significativo en este tema.
Un futuro incierto para Sinaloa
La guerra interna dentro del Cártel de Sinaloa no solo está redefiniendo el panorama del crimen organizado en México, sino también dejando profundas cicatrices sociales y económicas en la región. Mientras tanto, muchos habitantes temen que este conflicto marque el fin del dominio histórico del cártel como una organización cohesionada y dé paso a un periodo prolongado de fragmentación y caos.
Algunos analistas consideran que esta crisis representa una oportunidad única para que el gobierno mexicano recupere el control sobre regiones históricamente dominadas por grupos criminales. Sin embargo, lograrlo requerirá no solo estrategias policiales efectivas sino también atender las causas estructurales detrás del narcotráfico: pobreza, corrupción e impunidad.
Por ahora, Sinaloa sigue siendo un campo minado donde cada día se libra una batalla por el poder entre facciones criminales mientras miles de familias esperan ansiosas un respiro ante tanta violencia.