La estatal Empresa Brasileña de Correos y Telégrafos (ECT) anunció un plan de renuncia voluntaria incentivada para atraer a hasta unos 8.000 de sus 117.400 empleados y reducir las pérdidas que viene registrando en los últimos años.
El presidente de la estatal, Guilherme Campos, explicó en una rueda de prensa que la intención es reducir la plantilla en entre 6.000 y 8.000 empleados para alcanzar una economía de gastos de entre 850 millones y 1.000 millones de reales (entre 265,6 millones y 312,5 millones de dólares) por año.
El ejecutivo explicó que los recursos destinados a salarios equivalen a dos terceras partes de los gastos de la estatal.
Los Correos sufrieron el año pasado pérdidas por 2.100 millones de reales (unos 656,2 millones de dólares) y la previsión es que el mismo valor del perjuicio se repita en 2016.
Campos atribuyó las pérdidas principalmente a la decisión del Gobierno de la destituida presidenta Dilma Rousseff de congelar las tarifas postales en los últimos años y a los elevados dividendos que la estatal tiene que repasar al Tesoro Nacional.
Según el ejecutivo, la empresa tendrá que adoptar "medidas más duras" en caso de que el plan de despidos voluntarios no sea suficiente para equilibrar las cuentas y revertir las pérdidas.
El plan de despidos incentivados está destinado a empleados con más de 55 años de edad, a los que ya reciben jubilación pero siguen trabajando y a los están próximos a jubilarse por tiempo de servicio.
El plan tiene un costo de entre 1.500 millones y 2.000 millones de reales (entre 468,7 millones y 625 millones de dólares) dependiendo del número de empleados que adhiera, que será financiado con un préstamo del estatal Banco do Brasil.
La reducción de gastos y de plantilla en los Correos está enmarcada en el ambicioso plan de ajuste fiscal puesto en marcha por el presidente Michel Temer desde que asumió en forma definitiva el 31 de agosto en sustitución de la destituida Rousseff, condenada en un juicio por el Senado precisamente por las maniobras que usó para ocultar el mal estado de las finanzas del país.
Temer le propuso al Congreso un severo ajuste fiscal que tiene como base una congelación de los gastos públicos por veinte años mediante la limitación del aumento de los gastos a la tasa de inflación del año anterior.
El Gobierno considera la inclusión de una barrera para los gastos vital para hacer frente al histórico déficit fiscal con que Brasil terminará este año, así como a la deuda pública bruta récord, que en septiembre equivalía al 70,7 % del producto interior bruto (PIB).
Con un déficit histórico previsto de 170.500 millones de reales (unos 51.666,7 millones de dólares), Brasil registrará este año su tercer saldo negativo fiscal consecutivo, tras los déficits de 32.500 millones de reales (unos 9.848,5 millones de dólares) en 2014 y de 111.000 millones de reales (unos 33.636,4 millones de dólares) en 2015.
Con información de EFE