La presencia femenina tuvo dos décadas de pobres resultados pese a la intención de la ley de cuotas. En los últimos años Uruguay vivió una avalancha de políticas sociales que hicieron que, desde afuera, se viera como un país liberal. La regularización del mercado de la marihuana –aprobada en 2013 durante el gobierno del presidente José Mujica– fue uno de los puntos más álgidos de esa faceta, aunque el rótulo ya venía encaminado por la aprobación del matrimonio igualitario apenas unos meses antes, y por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, en 2012. Sin embargo, cuando se trata del acceso de las mujeres al poder político, los uruguayos siguen mostrando su faceta más conservadora.
En las elecciones de 1990 las mujeres no consiguieron ni un solo lugar en la Cámara de Senadores y tampoco lo hicieron en el gabinete ministerial seleccionado por el presidente electo, Luis Alberto Lacalle. La participación femenina en aquel momento apenas alcanzaba el 6,1 % en la Cámara de Diputados, según el Sistema de Información de Género del Instituto de Mujeres (Inmujeres).
A lo largo de dos décadas, las mujeres fueron aumentando su presencia en los cargos políticos, tanto en el Poder Legislativo como en el Ejecutivo, aunque sus pasos han sido más cortos de lo esperado. Desde la última elección nacional de 2014, la bancada femenina en el Parlamento representa el 18,6 % del total de legisladores. El mayor impulso lo tuvo principalmente en la cámara baja, aumentando su presencia de 12,9 % en 2010 a 29 % en el último gobierno.
De todos modos, la presencia de mujeres en cargos políticos sigue siendo reducida si se la compara con la del resto de los países del mundo. El ranking de la Unión Interparlamentaria sobre participación política de las mujeres señalaba en 2014 que Uruguay ocupaba el lugar 60 –de un total de 90 países– en cuanto al acceso de mujeres al gabinete ministerial. En el mismo ranking, pero en lo que respecta a la participación parlamentaria, Uruguay se ubicaba en el lugar 103 de un total de 144. El listado no toma en cuenta el avance de las mujeres en el último período, aunque sí refleja que Uruguay aún está lejos de destacarse por su presencia femenina en el poder político.
A nivel ministerial, la representación femenina llegó un poco más lejos: de no aparecer en el Ejecutivo en 1990, pegó un salto y hoy, 25 años más tarde, el 38,5 % del gabinete lo conforman mujeres.
A la hora de buscar el porqué de la poca presencia femenina en el poder político, Mariella Mazzotti, directora de Inmujeres y especializada en temas de género, advierte que el motivo radica en que Uruguay "todavía mantiene una estructura de organización social muy tradicional, muy vinculada a los patrones hegemónicos de una cultura más de tipo machista patriarcal". "Como Estado, en términos de nuestras políticas públicas, todavía no hemos logrado incidir a nivel de la educación y la cultura" para modificar esos patrones de comportamiento, reconoce.
Por otro lado, Niki Johnson, coordinadora del área de investigación sobre política, género y diversidad del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, considera que la respuesta a la escasez de mujeres en el Parlamento debe buscarse en los propios partidos políticos. "Hay una resistencia masculina a ceder lugares. Las personas que controlan los procesos siguen siendo dirigentes hombres. El acceso a los cargos es el acceso al poder. Si entran mujeres, tienen que salir hombres, y eso hace que haya una resistencia mayor", explica.
Con información de El Observador