Los cambios realizados en Relaciones Exteriores para reemplazar a nuestro embajador en los Estados Unidos, Miguel Bazañez por el excelente diplomático Carlos Sada y nombrar a Paulo Carreño King como subsecretario para América del Norte, no han sido suficientes para cambiar un ápice la imagen que Donald Trump tiene sobre México.
Mareados como estamos con tantos abigarrados asuntos internos, hemos dejado de interesarnos en un algo que definitivamente compromete nuestro destino como nación. Me refiero concretamente al inevitable hecho que, a partir del próximo lunes en que, en Cleveland comienza la Convención Nacional Republicana, el borrador y mejor expresado, la declaración de principios del Partido Republicano adoptará todo el programa de su candidato Donald Trump. Como sabemos, entre otras promesas incluye la construcción de un muro entre las dos naciones, y nos pone en el mismo saco con el impedimento de entrada a los refugiados sirios, y de otros países que han sido considerados como caldo de cultivo del terrorismo. En corchete aparte aparecerá el degradante calificativo que ubica a los mexicanos como criminales, violadores, narcotraficantes y estafadores.
El programa republicano constituye una hoja de ruta y una invitación hacia un Estados Unidos más próspero y seguro para que América vuelva a ser grande y unida (Make America great again).
Hace poco más de un año cuando Trump se lanzó a la carrera por la presidencia, las denostaciones contra los ilegales que cruzaban la frontera, tuvo un rechazo total; ahora las reacciones han dado un giro y ya forman parte de lo que será el programa de gobierno que instrumentaran en caso de obtener la victoria en las próximas elecciones. En este último tramo en que juegan un papel toral las percepciones, muchos analistas norteamericanos han tomado las acciones violentas de la CNTE como un ejemplo de la irracionalidad que priva en México y, al mismo tiempo han escrito y comentado la extrema debilidad gubernamental para impedir los bloqueos de las carreteras, el vandalismo, los saqueos y los bloqueos viales en las ciudades. Incluso han proliferado los reportajes sobre los aviones militares llevando provisiones y medicinas a Oaxaca y Chiapas como si estuviéramos en una guerra interna.
"Esos son los maestros mexicanos; ¿cómo estarán quienes se dedican a otras tareas como técnicos, comerciantes, choferes y, lo decisivo, qué valores les transmiten a los educandos?" Así, de manera indirecta, con la conducta que rebasa la legítima, civilizada protesta, los miembros de la CNTE colaboran en justificar parte de la plataforma de acción de Donald Trump y el Partido Republicano. Para oponer esas declaraciones, cuántos Premios Nobel como es el caso de Octavio Paz en literatura o de Mario Molina en química tendríamos que enfrentar a sus prejuicios.
En caso de una victoria republicana, el escenario que tendríamos en todos los órdenes nos llevaría, inexorablemente a tener que diseñar una estrategia equivalente a un estado de guerra. ¿Somos capaces de unirnos para eso? De resultar derrotado, el daño que se ha hecho a nuestra imagen es considerable. En Estados Unidos habrá muchas organizaciones que ya tejen sus intereses alrededor de lo dicho por el candidato republicano, medios de difusión y por supuesto, una infinidad de simples ciudadanos que ya piensen negativamente sobre nosotros. De cualquier modo, el menoscabo de imagen que ya teníamos en diversas áreas se ha acentuado y podría ser peor.
Los integrantes de la CNTE, al fin y al cabo profesores, ¿se dan cuenta que han alcanzado y rebasado el grado de notoriedad que deseaban hasta rebasar la frontera norte y con ello proporcionar elementos de maledicencia en contra de nuestro país?
Por otra parte, las autoridades deben percatarse que no basta el trabajo de la SRE para mejorar la imagen en Estados Unidos; la tarea es integral, considerablemente mejorar el renglón de los derechos humanos, el combate a la corrupción, alcanzar grados superiores de eficiencia y, claro, mejorar los deprimidos grados educativos.
Con Información de: El Financiero