Un brote de fiebre amarilla en el sureste de Brasil ya ha matado desde diciembre, a unas 107 personas y 796 primates, algunos de ellos especies en peligro de extinción, según ha informado el Ministerio de Salud. La situación ya es considerada alarmante en el país, que aún no se recupera de epidemias propagadas en su territorio en los últimos dos años, como dengue, zika y chikungunya. Según datos oficiales, 42 de las muertes por fiebre amarilla están confirmadas y 65 siguen bajo investigación.
La mayoría de los casos están concentrados en el estado de Espirito Santo, donde ya murieron al menos 47 personas, lo que ha lanzado sospechas de que esta nueva epidemia estaría relacionada con el desastre ambiental de Mariana, ocurrido en diciembre del 2015 cuando se rompió una presa de la minera Samarco, llevando toneladas de lodo al mar. Minas Gerais, otro de los estados afectados por ese desastre, ha decretado estado de emergencia, tras registrar la mayoría de los contagios.
La preocupación incluye las muertes de primates por 276 epizootias, nombre que se refiere a las enfermedades que atacan animales, de las que 96 se confirmaron como fiebre amarilla. En una entrevista al diario Folha de Sao Paulo, el científico Sergio Lucena, de la Universidad Federal de Espirito Santo, declaró, sin embargo, que el número de muertes de animales puede pasar de los miles, ya que las notificaciones corresponden apenas a los restos encontrados, y muchas de estas especies mueren en áreas de difícil acceso.
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«La situación es muy alarmante. Trabajo desde hace más de 30 años con eso y nunca me imaginé que viviríamos algo parecido», destacó el investigador. Entre la mayoría de cadáveres de primates encontrados están las especies Bugios y Sauás, dos especies que están en la lista de animales en peligro de extinción. Los primates son conocidos como animales sentinela de la fiebre amarilla, por ser los primeros en contagiarse, y ser la alerta de la circulación del virus en una región.
La fiebre amarilla, que se consideraba controlada en Brasil, es transmitida por el mosquito Aedes Aegypti, el mismo que inocula dengue, zika y chikungunya. Sus síntomas, que se confunden con otras fiebres, suelen causar dolores musculares, náuseas, vómitos, y en casos más graves, hemorragias, incapacidad renal y la muerte.
El Gobierno de Espirito Santo ordenó el cierre de cuatro parques y dos reservas naturales para preservar a los visitantes y proteger del contagio a la fauna de esa región. Las autoridades brasileñas también están recomendando vacunas a quienes planeen visitar las regiones afectadas, por lo menos diez dias antes del viaje.
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