A la sombra de su padre, Nicolás Ernesto Maduro Guerra, nacido en Caracas hace 27 años, debe sentirse el ser más poderoso y privilegiado de la revolución chavista sin haber hecho otro mérito que ser el hijo del presidente más impopular y odiado de Venezuela, según las encuestas y las protestas de la oposición.
Su última aparición mediática fue para amenazar, nada menos, que «atacar con fusiles a la Casa Blanca» al ubicar el centro del poder mundial en «Nueva York» y no en Washington. Cada vez que abre la boca es para meter la pata, dando motivos para que le critiquen su falta de conocimientos geográficos y gramaticales.
En su entorno familiar lo llaman «Nicolasito» para diferenciarlo del padre pero no hace mucho esfuerzo para parecerse a su imagen y semejanza; pues es gordiflón, glotón, y malhablado, con escasa educación. De tal palo tal astilla. Su sobrepeso contrasta con la delgadez de la mayoría de los venezolanos que come una o dos veces al día por la escasez de comida.
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Nunca fue el mejor de su clase. Aparece con una media de notas de 12,5 puntos en la escala de 20 como lo revela un documento del Consejo Nacional de Universidades-Oficina de Planificación del Sector Universitario (CNU.OPSU) en 2007. Dice que estudia economía en la Universidad Nacional de las Fuerzas Armadas (UNEFA) pero todavía no ha presentado el título de haber concluido la carrera.
También ha hecho cursos de música en la Universidad de las Artes. Toca la flauta.
Sin tener experiencia política su padre le creó un cargo a su medida de alta responsabilidad ejecutiva tan pronto como llegó al poder en 2013, como la de ser jefe inspector del Cuerpo de Inspectores de la Presidencia: «Mi objetivo es que seamos el mejor gobierno después del presidente (Hugo) Chávez». En aquel momento dijo que su objetivo era «ser el mejor gobierno después del presidente Hugo Chávez». Cinco años después todavía están esperando los resultados.
Nació el 21 de junio de 1990 pero aún no ha definido lo que quiere hacer en la vida. Un día se encaprichó con el cine sin tener idea de lo que era esa industria. Para complacerlo su padre lo nombró coordinador de la Escuela Nacional de Cine, lo que despertó una catarata de críticas entre los cineastas que se llevaran las manos a la cabeza.
Su último cargo como miembro de la asamblea nacional constituyente fue impuesto por el «dedo» de su padre. Ninguno de los 545 miembros ha pasado por concurso de credenciales ni de estudios.
Su madre se llama Adriana Guerra, una empleada de la Asamblea Nacional, con quien el mandatario estuvo casado en primeras nupcias. En 2015 el presidente nombró a su ex cuñada Laura Guerra al frente de Petróleos de Venezuela en Colombia.
Cuando apenas tenía 24 años ya era padre de dos niñas. No ha perdido el tiempo en darle nietas al presidente.
Entre las frases más estúpidas que ha declarado en público destacan la de «ha fallecido gente viva». Lo dijo en una entrevista a la estatal Venezolana de Televisión (VTV) el 22 de julio de este año a raíz de las protestas antigubernamentales que se saldaron con 125 muertes por la represión.
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Otra frase que ha pasado a la historia es haber dicho que «seré soldado de Chávez hasta más allá de la vida».
A Nicolasito también le gustan los lujos y la dolce vita. Hace dos años salió bailando en una tarima de un lujoso hotel bajo una lluvia de billetes verdes. Tocaban música árabe mientras el hijo del presidente jugaba con un rosario en la mano.
En una fiesta del Club de la Creole en Maracaibo, Zulia, el hijo del presidente sale en una foto tragando comida. La imagen que la tomó Rita Morales el 11 de junio de este año, fue destruida por la policía política que visitó y revisó su residencia.
Con información de ABC