El Político.- Las instituciones que se encargan de velar por las personas de la tercera edad se esfuerzan por no mermar la calidad de servicio a pesar de la falta de recursos y las presiones del Estado.
Llegar a la vejez en Venezuela es una dura prueba. Personas de la tercera edad no solo tienen que lidiar con la escasez de medicinas y de alimentos, sino que en algunos casos deben sobrellevar el dolor emocional de ser abandonados por sus familiares. Hijos y nietos ingresan a sus padres y abuelos en instituciones geriátricas y se van del país para escapar de la crisis. Otros siguen en Venezuela, pero igual los internan y huyen sin dejar rastro. La solución más “práctica”, para ellos, es el olvido.
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Aunque están cómodos porque tienen en dónde dormir, comer, asearse, y distraerse en los grandes patios de las casas que les dan alojo, no dejan de recordar la lejanía de sus seres queridos.
Las habitaciones no dejan espacio para los recuerdos. En la mayoría solo hay camas; en otras, pequeños estantes y mesas de noche adornadas por sus medicamentos diarios. No hay fotos visibles, sus memorias las atesoran de forma privada, bajo llave o en su mente.
La asociación civil Convite reveló en un informe que hay 17 ancianos en situación de abandono en las 71 residencias que se encuentran en el Distrito Capital.
Álvaro Villegas, director del Geriátrico Santa María, en Los Chorros, considera que la situación familia-paciente es crítica.
“Tenemos dos pacientes en una situación de abandono donde ningún familiar aparece”, dijo en una entrevista exclusiva con El Nacional Web.
Expresó que a pesar de que los parientes llenan una ficha con sus datos, luego cambian el teléfono, se mudan y no notifican, lo que hace imposible poder contactarlos.
A juicio del director de un geriátrico en Caracas, que prefirió no revelar su identidad, “las personas con más dinero son las que más abandonan a los pacientes (…) Pagan tres meses, se van a Europa y no aparecen más nunca (…) Muchos de los ancianos no tienen hijos sino sobrinos, y estos solo esperan el momento de la muerte para adueñarse de sus pertenencias. Ni siquiera aparecen en el momento del sepelio”, agregó.
Ante la ausencia de sus allegados, los cuidadores en el geriátrico se convierten en la familia de los “viejitos”, como son conocidos de cariño. Los ayudan en los quehaceres diarios y logran con algún chiste, o historia divertida, iluminar sus rostros con una sonrisa mientras la televisión les hace compañía. Conversar entre ellos también les hace menos dura la estadía lejos de su familia, a la que pueden incluso no recordar como consecuencia de enfermedades degenerativas como la demencia senil o el Alzheimer.
Villegas narró cómo el año pasado un paciente en estado de abandono falleció y la institución tuvo que cubrir todos los gastos funerarios. “El Instituto Venezolano del Seguro Social (IVSS) nos dijo que esa es una situación del familiar y, si el familiar no está, los gastos se le trasladan a la institución”, indicó.
La situación preocupa a los directores de las instituciones geriátricas, debido a que el monto diario que otorga el IVSS (22.000 bolívares por abuelo), no les alcanza para cubrir todas las necesidades de alimentación, medicinas e higiene.
Un estudio realizado por Convite AC precisó que 82% (58 centros) de los 71 geriátricos requiere más de Bs 105.000 para costear los gastos de un paciente. 42% de los encargados, administradores, directores o propietarios de los 58 centros afirman que se necesitan más de Bs 400.000 para cubrir la atención de los abuelos, mientras que 21% asegura que la cifra es de entre Bs 300.000 y Bs 400.000.
Los directores de las instituciones sostienen que hacen lo posible por mantener las neveras llenas, a pesar de la crisis de desabastecimiento en el país, para poder garantizarles la comida a los abuelos. José Borrego, gerente general de la Residencia Geriátrica La Mano de Dios, en Vista Alegre, dijo que los alimentos debe conseguirlos a precios más elevados porque de otra manera no hay cómo mantener a los pacientes.
“No puedo ponerlos en una cola de supermercado para que les vendan de a dos a cada uno”, dijo. Precisó que los abuelos consumen pasta, arroz, azúcar y carnes, y los altos precios de estos productos lo han llevado incluso al endeudamiento con un banco.
Carmen Pacheco, directora del Hogar de Ancianos San Pedro Claver, en El Paraíso, se ve en la necesidad de viajar al exterior para poder comprar alimentos, fármacos e insumos que en el país no se consiguen. “He tenido que viajar hasta Colombia para traer los alimentos. Lo que más busco allá es avena, leche e incluso las sardinas”, dijo.
A pesar de que este geriátrico es privado y debe pagarse un monto mensual que supera los cuatro salarios mínimos, muchos de los pacientes y sus familiares no pueden cubrirlo y solo colaboran con lo que pueden. “Algunos solo tienen la pensión y les aceptamos eso, el que puede paga el monto completo sin problema”.
Los parientes también ayudan a conseguir las medicinas para que los pacientes puedan cumplir con sus tratamientos. De acuerdo con Convite AC, de las 71 residencias estudiadas, solo 38 de ellas reciben “algún tipo de ayuda o subvención, bien sea privada o gubernamental y ninguna recibe ayuda internacional”.
Los CLAP no colaboran
Los geriátricos del Estado no reciben ayuda de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). A los directores de las instituciones, que han hecho la solicitud en varias reuniones, les informan que no los pueden ayudar porque el beneficio es individual y no colectivo, por lo que no se les puede dar varias cajas con productos. Argumentan que esto podría incitar al acaparamiento.
“No estamos pidiendo nada regalado, solo queremos que por lo menos nos vendan a los precios que ellos fijan”, recalcó Borrego, de la Residencia Geriátrica La Mano de Dios.
Amenazas
El director de un geriátrico capitalino, que prefirió no revelar su identidad, denunció que ha recibido amenazas por parte del Seguro Social de quitarle la casa en caso de que decida cerrar el ancianato.
Incluso, un correo suministrado por él, demuestra que están obligando a los directores de cada institución adscrita al Estado a enviar fotos de los pacientes almorzando con el menú servido ese día, debido a supuestas quejas de familiares de abuelos por la mala alimentación. Si no cumplen con esto, el IVSS no les desembolsará la suma diaria por paciente.
“Es injusto que por culpa de una o dos instituciones que no están alimentando bien a los abuelos, tengamos que pagar las consecuencias todos los geriátricos”, aseveró.