Brasil parece encaminarse a una gran pugna entre el presidente Jair Bolsonaro y el bolsonarismo por un lado, y Lula da Silva y el petismo por otra. Una pugna que se va a dar en las calles en este 2020 pues el lulismo tratará de reactivarse movilizando a sus seguidores, a lo que con seguridad responderá el oficialismo con iniciativas de semejante calado.
El Político
El propio Lula ha anunciado esa estrategia cuando ha dicho que “la sociedad tiene que estar en alerta para no permitir más golpes como el que sufrió (la expresidenta) Dilma (Rousseff) (…) El pueblo tiene que manifestarse para defender al país. Brasil no es una hacienda, no es un corral. Las personas tienen que respetar la democracia”.
Entonces, ¿Brasil está condenado a asistir a un choque de trenes inevitable que se va a prolongar hasta los comicios presidenciales de 2022?
Aunque todo indica que sí, algunos liderazgos incipientes empiezan a emerger para romper con la doble polarización lulismo-antilulismo y bolsonarismo-antibolsonarismo.
Luciano Huck, el outsider
Uno de esos referentes es un outsider: Luciano Huck, conocido presentador de televisión y empresario, ajeno a la política, sin partido que le respalde pero muy popular y con un discurso atrayente. Es un ídolo de masas: Huck se unió a la red de televisión Globo en septiembre de 1999 como presentador del programa Caldeirão de Hucky en 2009, fue el primer brasileño en tener un millón de seguidores en Twitter, en sólo cuatro meses. Huck tiene ahora más de 48 millones de seguidores en las redes sociales frente a los 29 millones de Bolsonaro.
Joao Doria, el candidato “tucano”
Bolsonaro logró en 2018 encauzar el voto de centroderecha y derecha en su figura enarbolando la bandera del antilulismo: de hecho la tradicional oposición al PT (el PSDB, conocidos como los tucanos) apenas se quedó con el 4,7% de los votos.
Sergio Moro, ¿el aliado de Bolsonaro?
Además, se va consolidando el espectro de una candidatura de Sergio Moro, el ministro de Justicia y aliado de Bolsonaro. Si bien les unió en 2018, a él y al presidente,el espanto (el rechazo al lulismo), ya en el gobierno las señales de desconfianza mutua se han multiplicado.
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