A partir de este sábado Alemania no producirá un gigavatio más de origen nuclear. Con el cierre de los tres últimos reactores, la era de la generación con energía atómica llega a su fin en la primera economía europea después de 60 años y en plena crisis energética y climática.
El Político
De esta manera, el Gobierno de Scholz deja atrás cincuenta años de producción energética siempre polémica para apostar plenamente por las renovables.
No hay vuelta atrás. Así lo considera el gobierno de Alemania, que este sábado cerró sus últimas tres plantas de energía nuclear.
En detalle
Isar 2, Emsland y Neckarwestheim 2 fueron desconectadas, reportó BBC.
Es "el final de una era", dijo la empresa de energía RWE en un comunicado en el que confirmó que los tres reactores habían sido desconectados de la red.
La medida no sorprendió, pues había estado programada para finales de 2022. Sin embargo, la guerra en Ucrania obligó a su postergación: la interrupción del suministro del gas ruso a Alemania despertó los temores de una emergencia energética.
De hecho, hubo llamamientos y movilizaciones para que se volviera a retrasar el cierre de los tres reactores nucleares.
Para los activistas que se oponen a la energía atómica, se trata de una victoria en una batalla que se extendió 60 años.
Pero no todos en Alemania están contentos con la decisión.
La energía nuclear es una grieta ideológica que divide al país, es un tema que tiene una carga emocional como pocos.
En contexto
La crisis energética desatada tras la invasión rusa de Ucrania había concedido a las nucleares una última prórroga.
Tendrían que haberse desconectado el 31 de diciembre pasado, como decidió el Gobierno de Angela Merkel en 2011 tras la catástrofe de Fukushima.
La fecha del apagón definitivo quedó fijada por ley después de un largo proceso de cierre progresivo iniciado en 2002.
Sin embargo, la necesidad de dar apoyo a la producción de electricidad ante el corte de suministro del gas ruso forzó que la coalición del canciller Olaf Scholz ampliara su funcionamiento hasta el final del invierno.
We've signed an MOU with @Entergy that will see us evaluate the delivery of clean energy from offshore wind to Entergy’s Texas and Louisiana areas. Here, the partnership will continue preparing for a robust clean energy economy powered by offshore wind. https://t.co/6nyw0DD17I pic.twitter.com/Qle3zG7pXJ
— RWE AG (@RWE_AG) March 30, 2023
Entre bandos
Para analistas y políticos conservadores, el país es esclavo del dogma del Partido Verde, que desecha la energía nuclear doméstica en un momento en que el corte de la energía rusa significa un aumento de los precios.
Acusan al gobierno de aumentar la dependencia de los combustibles fósiles en lugar de utilizar la energía nuclear, que causa menos emisiones.
"Es un día negro para la protección del clima en Alemania", dijo Jens Spahn, diputado conservador del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán), a inicios de la semana.
Así, ambos bandos se acusan mutuamente de ideología irracional.
Los partidarios del movimiento verde y de la izquierda, por su parte, argumentan que es ilógico aferrarse a la energía nuclear, que es más cara que la eólica o la solar.
El gobierno plantea que para mantener conectadas las tres centrales atómicas, que son antiguas, se necesitaría una gran inversión y que esos fondos deberían más bien destinarse a fuentes de energía renovable.
Los parlamentarios del Partido Verde dicen que les llama la atención que el CDU de repente abogue por la protección del clima, cuando los conservadores bloquean regularmente las medidas para expandir la infraestructura de la energía renovable.
Dada la lucha actual del CDU por la energía nuclear, es irónico que haya sido precisamente un gobierno conservador, dirigido por Angela Merkel, el que decidiera eliminar gradualmente la energía atómica, tras el desastre nuclear de Fukushima en 2011.
Su decisión fue popular entre los votantes debido al sentimiento antinuclear generalizado que provocó la catástrofe japonesa, aunque el país había estado buscando cómo dejar atrás la energía nuclear desde 2002.
Porcentajes
En la actualidad, Alemania obtiene casi la mitad de su electricidad de energías renovables (el 44 % en 2022, según la Oficina Federal de Estadística) y solo el 6 % de la energía atómica.
El ministro de economía verde, Robert Habeck, cree que el 80% de la electricidad de Alemania será renovable para 2030 y ha impulsado leyes para que sea más rápido y fácil construir parques solares y eólicos.
Pero durante el último año, la proporción de energías renovables se estancó mientras que las emisiones de CO2 aumentaron, ya que Alemania se vio obligada a importar gas natural licuado y usar más carbón en lugar del gas ruso.
Esto ha provocado que incluso algunos votantes verdes y activistas que se oponen a la energía nuclear apoyaran la extensión temporal de la vida útil de las últimas tres centrales nucleares.
A pesar de las predicciones de escasez y apagones, dicen los líderes del Partido Verde, Alemania produce más energía de la que necesita y exporta a Francia durante el verano, donde las centrales nucleares no pueden operar debido al clima extremo.
¿Qué es la energía nuclear?
La energía nuclear o energía atómica es la resultante de las reacciones que ocurren en los núcleos atómicos o entre ellos, es decir, es la energía liberada en las reacciones nucleares. Estas reacciones pueden ocurrir de manera espontánea o artificial.
Las reacciones nucleares son procesos de combinación o fragmentación de los núcleos de los átomos y partículas subatómicas.
Los núcleos atómicos pueden combinarse o fragmentarse, de manera que liberan o absorben grandes cantidades de energía en el proceso. Cuando los núcleos se fragmentan, el proceso se conoce como fisión nuclear, y cuando se combinan se denomina fusión nuclear.
En conclusión
El apoyo a la energía nuclear es más fuerte entre los votantes mayores y conservadores.
En una encuesta de YouGov realizada a principios de esta semana, el 65% apoyó mantener las tres últimas centrales nucleares en funcionamiento por ahora. Pero solo el 33% quería que Alemania mantuviera la energía nuclear indefinidamente.
En otras palabras sería algo como: desconecten, pero todavía no del todo.
Esta semana, Christian Lindner, ministro de Finanzas y líder del partido liberal Partido Democrático Libre (FDP), que forma parte de la coalición de gobierno del canciller Olaf Scholz, volvió a rebelarse contra la línea oficial del gobierno y pidió que las tres centrales se mantuvieran activas en reserva.
Aunque puede ser visto como un momento de celebración para el Partido Verde, que tiene sus raíces en el movimiento antinuclear de la década de 1970, esa organización sabe que sus oponentes políticos están listos para culparlos por cualquier escasez de energía en el futuro, aumentos de precios o incumplimiento de los objetivos para reducir las emisiones de CO2.
El poder atómico alemán desaparecerá, pero políticamente, la energía nuclear seguirá dando de qué hablar dentro y fuera de ese país.
Para muchos, el cierre consuma el fin de una tecnología insostenible, peligrosa y que suponía una distracción frente a la necesidad de continuar impulsando y sobredimensionando las energías renovables.
Para otros, los más críticos, un cierre que obligará a mantener algunas plantas contaminantes en funcionamiento para poder sostener la demanda de energía del país.
La realidad es que a estas alturas, las tres centrales que quedaban abiertas aportaban únicamente un 6% de la electricidad del país frente al 44% que suponen las renovables.
Además, tras las precauciones que recomendaron mantenerlas abiertas unos meses más a raíz de la invasión rusa de Ucrania y tras comprobar que un invierno suave había posibilitado no depender de ellas, lo que tenía más sentido era terminar también con la dependencia de Rusia provocada por la importación de uranio.
Alemania es ahora un país que ya no importa ni carbón ni gas ruso, que dentro de poco tampoco importará de ahí su petróleo, y que deja ahora de importar uranio, además de haberse posicionado de manera más decidida en el apoyo militar a la OTAN.
Es el fin de una era, la de la dependencia de unas importaciones caras y volátiles a cambio de desarrollar un tejido de generación basado en el viento, el sol y las baterías (SWB).