La frase "fallaron las encuestas" se ha vuelto un lugar común, luego de cada proceso electoral. Los resultados que están arrojando las elecciones del 3 de noviembre, parecen confirmarlo una vez más.
Cecilia Pachano/El Político
En Estados Unidos aún se están contabilizando los votos, pero los primeros conteos han demostrado que los abultados márgenes con los cuales las encuestadoras preveían un triunfo aplastante de Biden no se corresponden con lo que están arrojando las urnas.
En el mundo hay casi 600 empresas encuestadoras. Ante cada nuevo proceso las empresas que realizan estos estudios aseguran que han afinado sus procesos para mejorar sus márgenes de asertividad, pero luego de contados los votos el descrédito vuelve a rondarlos.
"Los desaciertos van desde lo ocurrido en Inglaterra con David Cameron hasta el Brexit. También se equivocaron en Argentina, Colombia, España, Panamá, Perú y entre otros casos. Finalmente la equivocación se hizo explícita en las elecciones de Estados Unidos, que demostraron un rotundo fracaso", afirma el estadístico Edmundo Pimentel.
Los encuestadores siempre insisten en que la encuesta es un "retrato de un momento" en una contienda electoral y se escudan en que los últimos sondeos generalmente se realizan entre las 72 y 48 horas antes del proceso. En ese lapso muchos votantes toman su decisión.
Casi un siglo
Las primera encuestas de las que se tiene referencia fueron las realizadas en 1936 en la contienda presidencial entre el demócrata Franklin D Roosevelt y el republicano Alf Landon.
Literary Digest utilizó una muestra significativa de 2.3 millones de votantes, en la cual habían determinado que la población norteamericana tendía a simpatizar con el Partido Republicano. Mientras que George Gallup condujo una encuesta mucho más pequeña, pero con mejores bases científicas, utilizando muestras demográficas representativas y predijo la victoria de Roosevelt.
Con esa base, Gallup creó subdiarias en varios países, en los cuales acertó en sus vaticinios. Esa bases metodológicas, que tienen casi 100 años, se han mantenido con algunos ajustes a lo largo de los años, por que habían demostrado ser eficientes.
Según la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC) sostiene que es frecuente que las encuestas predigan resultados electorales que luego no se cumplen. Considera que el problema podría ser que las teorías matemáticas que están detrás de las encuestas se aplican mal.
…¡Y llegó internet!
Un factor de perturbación que las encuestadoras no han logrado encajar es la internet. Ese cóctel de medios digitales y redes sociales es altamente dinámico y cambiante. La combinación de medio directo y masivo ha demostrado ser particularmente eficiente para disparar emociones e incidir en la toma de decisiones.
Internet es un factor de perturbación cuyo impacto aún no ha logrado medirse de manera eficiente.
A esto se suma la percepción que las audiencias han desarrollado de lo "políticamente correcto" y lo "socialmente aceptable", especialmente por las feroces reacciones que pueden desatarse en las redes sociales.
Las calificadas por Richard Nixon como "minorías vociferantes" y "mayorías silenciosas" se potenciaron con la internet. Por lo que algo que han detectado quienes estudian las audiencias es que los encuestados tienden a responder lo que "intuyen" que quiere escuchar el encuestador.
Otro fenómeno que han creado las redes es el "atrincheramiento". Las personas tienden a seguir a quienes comparten su visión y opiniones, y aumentan su desconfianza con relación a quienes piensan diferente. Esa desconfianza explica que se nieguen a responder las encuestas o den una respuesta falsa.
Por lo que no resulta extraño que muchos simpatizantes de Trump eludiera responder por quien tenía pensado votar. O que un simpatizante de Biden tomara la misma actitud en una zona abiertamente republicana.
Descrédito
Especialmente una vez que se ha ido consolidando la idea de que las encuestas son manipuladas por los comandos de campaña de los candidatos. Mostar como ganador a un candidato, cuando la ventaja se encuentra en el margen de error del instrumento, es una de las prácticas más comunes.
Una vez más, cuando los votos hayan sido definitivamente contabilizados y proclamado el vencedor, las encuestadoras "explicaran" en qué fallaron, harán un "mea culpa" y prometerán afinar sus instrumentos de medición.
Pero hasta que no logren descifrar el poder de internet en la toma de decisiones lo más probable es que sigan errando.