La pequeña república, que se encuentra entre dos de las provincias italianas más golpeadas por el brote de COVID-19, ya había sufrido 11 muertes para el 17 de marzo, una cantidad importante en un país de 33.000 habitantes y un adelanto de lo que se podía venir. Las autoridades hicieron un giro bancario a un proveedor de Lugano, Suiza, para comprar medio millón de mascarillas a ser compartidas con sus vecinos italianos.
El Político
Al día siguiente, el camión que debía traerlas regresó vacío. La empresa proveedora se negó a entregarlas.
“Fue una dura lección”, dijo Gabriele Rinaldi, director de los servicios médicos de San Marino.
No está claro si el proveedor, que no fue identificado, se negó a hacer la entrega porque alguien ofreció más dinero. Lo que sí es obvio es que la pregonada solidaridad entre las naciones que combaten la pandemia tropieza contra los intereses nacionales y de las empresas.
Un funcionario de salud de la parte oriental de Francia, fuerte foco de infecciones, dijo que funcionarios estadounidenses se aparecieron en la pista de un aeropuerto chino y se alzaron con una enorme cantidad de máscaras que debían ir a Francia.
“En la pista, llegan los estadounidenses, sacan efectivo y pagan tres o cuatro veces más por nuestros pedidos. Es una batalla”, dijo Jean Rottner, médico de la sala de emergencias de un hospital de Mulhouse a la radio RTL.
La embajada de Estados Unidos en París aseguró el viernes que el gobierno federal no había comprado mascarillas que correspondían a Francia. El presidente Donald Trump, no obstante, ha dicho que los estados estadounidenses deberían conseguir su propio equipo médico para combatir el virus, desatando una fuerte puja por conseguir suministros.
Francia, por su parte, dispuso quedarse con todos los suministros que hay en el país. En Lyon, en el principal centro europeo de distribución de equipo médico de la firma sueca Molnlycke del sur de Europa, había millones de mascarillas que Francia se resiste a exportar.
“Francia prohibió las exportaciones”, dijo Jenny Johansson, directora de comunicaciones de la firma sueca. Se negó a comentar versiones de que los franceses autorizaron el envío de millones de mascarillas a España e Italia.
“Esto no pasa solo en Francia”, señaló. “Hay restricciones de los gobiernos en la mayoría de los países en los que operamos”.
La Unión Europea, un bloque de 27 naciones con fronteras y mercados abiertos, ha tratado de combatir la idea de que cada uno debe valerse por sí mismo.
Al día siguiente de que el ministro de salud de San Marino lamentó la compra frustrada, Suiza puso en vigor la orden de pedir autorización del gobierno para exportar equipo médico. Pero la encargada de asuntos políticos de la embajada suiza Lorenza Faessler destacó que la orden no abarca a las naciones de la UE y a otros países de Europa, incluido San Marino.
De todos modos, Faessler reconoció el miércoles la confusión y las complejidades asociados con el frenesí por adquirir suministros médicos como las mascarillas. “Bruselas trató de regular” ese comercio, expresó, pero muchos países se manejan por su cuenta.
El comisionado del mercado interno de la UE Thierry Breton declaró al Corriere della Sera que se han logrado progresos en relación con las exportaciones de equipo médico por parte de Francia, Alemania y algunas otras naciones.
España e Italia, donde se han producido la mitad de las 54.000 muertes que ha habido por el coronavirus, toman cada vez más medidas para restringir el flujo de equipo médico.
Cuatro días después de que se registró el primer caso de COVID-19 en el norte de Italia, a fines de febrero, el director de la dependencia de protección civil Angelo Borrelli firmó una disposición prohibiendo la exportación de todo equipo médico a menos que él personalmente firme un permiso especial.
A medida que las infecciones aumentaban en Italia, primero de a decenas, después de a cientos y miles, muchas naciones bloquearon las exportaciones de equipo médico, según Agostino Miozzo, director general de la unidad de relaciones internacionales del servicio de protección civil.
“Comprobamos que es muy difícil adquirir” esos artículos, expresó.
El mes pasado empleados de aduana italianos confiscaron unas 800.000 mascarillas y guantes desechables que estaban siendo enviados a Suiza.
España ha despachado tres vuelos semanales a China para traer equipo médico. El ministro de salud español Salvador Illa dijo que el mercado de productos médicos chino era “una locura”. Italia también ha estado usando aviones militares para conseguir mascarillas y respiradores de China y otros países, reduciendo el riesgo de que los suministros sean desviados o apropiados por otros países.
Estados Unidos, que tiene más infecciones que cualquier otro país, también está importando cosas como termómetros, delantales y guantes, sobre todo desde Asia y América Central, según la agencia federal de manejo de emergencias.
Un episodio de Massachusetts ilustra la batalla por conseguir suministros en Estados Unidos. El gobernador del estado Charlie Baker había colocado una orden de más de un millón de mascarillas en China, pero no tenía cómo traerlas. Llamó entonces al propietario del equipo de fútbol americano New England Patriots, que puso a su disposición el avión privado del equipo, el cual trajo la carga.
El mes pasado el ministro de relaciones exteriores checo Tomas Petricek ofreció disculpas a Italia y dijo que estaba enviando 110.000 mascarillas y miles de respiradores para compensar por un cargamento confiscado en un depósito de la ciudad checa de Lovosice.
Los aparatos habían sido donados por la Cruz Roja para la comunidad china de Italia. La redada fue para desbaratar lo que el ministro del interior checo Jan Hamecek describió como un plan “inmoral” para hacer subir los precios que una firma cobraba al gobierno checo.
Hace poco Túnez acusó a Italia de bloquear un cargamento de alcohol a ser usado en la producción de gel para limpiar las manos. El ministro de comercio Mohamed Sellini posteriormente se retractó.
“No mencioné a Italia. Dije que había sido secuestrado en altamar”, afirmó. “En la Unión Europea se vive en un estado de histeria”.
Fuente: AP News