Duro discurso de Javier Milei en el Congreso Nacional contra la dirigencia política argentina, el sindicalismo y los empresarios que "viven del Estado" antes de convocarlos a un pacto social con características fundacionales. Para los golpeados ciudadanos que deben soportar un fuerte ajuste de la economía… "paciencia y confianza".
Como ya es habitual, el primer día del mes de Marzo de cada año, el presidente de la República Argentina se presenta ante la Asamblea Legislativa de su país (Diputados y Senadores) para dar inicio formal al período de sesiones legislativas ordinarias. El evento, de gran trascendencia institucional, cuenta con la presencia de ex presidentes, gobernadores y ex gobernadores, ex legisladores, miembros de la Corte Suprema de Justicia y de la Fuerzas Armadas y de Seguridad que dependen del Poder Ejecutivo Nacional (Policía Federal, Gendarmería Nacional, Prefectura Naval y Policía de Seguridad Aeroportuaria).
El gabinete en pleno del gobierno nacional se hace presente (en este caso sin la Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y Culto, Diana Mondino, ausente por un compromiso personal: el casamiento de uno de sus hijos), y entre los invitados especiales se destacan diplomáticos extranjeros, empresarios y representantes de los medios de comunicación acreditados para cubrir el evento. Tampoco faltaron los ruidosos seguidores de Milei, que coronaban cada frase del presidente con gritos y aplausos desde los balcones de la Cámara de Diputados de la Nación. Ya tenemos el contexto, vayamos ahora al contenido.
El título de la presente nota trata de resumir las posiciones mayoritarias de analistas políticos, medios de comunicación, dirigentes de todos los ámbitos y ciudadanos luego de escuchar a Milei. Nada nuevo. Quienes lo apoyan incondicionalmente hablan de un discurso histórico, y quienes dudaban sobre los resultados de su gestión…ahora dudan más.
La presencia de Milei en el Congreso Nacional era esperada con gran expectativa. El líder libertario ya había marcado una diferencia con otros mandatarios al elegir el horario de su mensaje: 9pm hora local, para una Asamblea Legislativa que usualmente se realizaba en horario matutino. Finalizada su exposición, no todos quienes esperaban con ansiedad sus palabras vieron hechas realidad sus esperanzas.
La estrategia discursiva de Milei puede resumirse en golpear para negociar (aun cuando él detesta esta palabra). Nuestro querido amigo y analista político, Fabián Calle, nos decía: "En política, la sorpresa es un activo muy importante. Y Milei la consiguió". Gran definición de Fabián, aunque los sorprendidos no necesariamente recibieron buenos noticias.
Luego de un detallado repaso sobre el estado del país que recibió (que compartimos), Milei le apuntó al corazón de los privilegios de la clase política y de los sindicatos. Algunas propuestas son realmente revolucionarias: eliminación de las jubilaciones de privilegio para presidente y vice del país, no más financiación del Estado a los partidos políticos, castigo penal para los funcionarios que autoricen emisión monetaria, imposibilidad de presentar candidaturas de cualquier tipo por parte de quienes tengan condena judicial firme en segunda instancia (apelación), una reforma laboral que liquida las cajas sindicales que enriquecen a sus dirigentes, la eliminación de la intermediación de las denominadas organizaciones sociales (los "gerentes de la pobreza") en la distribución de ayuda social, entre otros duros golpes a su principal enemigo: "la casta". Todo esto mientras calificaba a los legisladores presentes como "coimeros" (coima/soborno) que sólo defienden sus intereses y privilegios, personalizaba la crisis en nombres como Sergio Massa (su adversario en la segunda vuelta electorales que lo consagró presidente), Cristina Fernández, Máximo Kirchner y Juan Grabois.
También tuvo duros conceptos para los empresarios que se han enriquecido haciendo negocios con el Estado Nacional, algo que llamó la atención porque el mismo Milei y su Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, han trabajado en Corporación América, la empresa de Eduardo Eurnekian, un multimillonario de origen armenio que explota la concesión de los aeropuertos nacionales bajo la denominación "Aeropuertos Argentina 2000″. Entre los presentes, también estaba el ex presidente Mauricio Macri. El holding empresario de su familia, SOCMA (Sociedades Macri), recaudó cifras multimillonarias como concesionario de autopistas y del Correo Argentino.
Muchos, escuchando a Milei, también recordaban cuando, por presiones del entonces gobierno de Carlos Menem (un admirado por Milei), la Corte Suprema de Justicia de Argentina tuvo que sobreseer a los directivos de Sevel Argentina SA, licenciataria de Fiat y Peugeot para fabricar y comercializar vehículos con su marca, en una causa por supuesto contrabando y evasión impositiva aprovechando un régimen de intercambio automotriz entre Argentina y Uruguay. Franco Macri, el fallecido padre de Mauricio, era el accionista mayoritario y controlante de Sevel.
En síntesis, un Milei en estado puro, contra todos. Pero lo mejor estaba por venir al final. ¿Qué sorpresa tenía preparada el presidente argentino para los políticos y funcionarios corruptos, sindicalistas ladrones, "degenerados fiscales" (en alusión a los gobernadores provinciales que gastan más de lo que recaudan y luego le pasan la cuenta al gobierno nacional), dirigentes sociales que lucran con la pobreza, empresarios que pagan sobornos a cambio de negocios y terminan trasladando ese costo a los usuarios y consumidores? Un pacto. Sí, un pacto.
Javier Milei, protagonizó un hecho histórico al convocar a sus peores enemigos, y según él, del pueblo argentino, a un encuentro a llevarse a cabo el próximo 25 de Mayo en la ciudad de Córdoba para firmar un documento de contenido político, económico y social como punto de partida para la refundación institucional de Argentina. Como dijimos, histórico. Pero también un reconocimiento expreso de la debilidad política y legislativa de su gobierno, como quedó demostrado al tener que retirar del Congreso el tratamiento de su publicitada "ley omnibús", y en momentos en que el Decreto de Necesidad y Urgencia por el cual instrumentó la mayoría de las reformas que está llevando a cabo, corre serio peligro de no ser ratificado por la Cámara de Senadores.
"Si quieren conflicto, van a tener conflicto", amenazó Milei antes de llamar a un acuerdo con quienes acababa de denostar ante millones de personas que lo seguían por radio, televisión, redes sociales y streaming. Un pacto que mientras su contenido ejecutivo no sea ratificado por las legislaturas provinciales y el Congreso Nacional, será sólo un documento. Por lo tanto, no hay nada nuevo, más allá de la loable intención del presidente de evitar una escalada en la crisis generalizada que sufren los argentinos. El gobierno gana tiempo, y espacio en los medios de comunicación. El resultado sigue siendo incierto.
Dijimos previamente que no todos vieron cumplidas sus expectativas con respecto a los anuncios de Milei, y en el párrafo anterior nos referimos a los vapuleados bolsillos de los argentinos. Para ellos, ningún anuncio de alivio inminente, y un solo pedido: "confianza y paciencia". A esta altura de los acontecimientos, y más allá de quienes sean los responsables de la crisis que viven los ciudadanos, es pedir demasiado. Más aún, si quienes lo escuchaban o veían, al mismo tiempo estaban con una calculadora en mano comprobando como las facturas de servicios públicos, los impuestos, el costo de los alimentos, el costo de educar a sus hijos, la medicina y los medicamentos, combustible y el transporte, convierten en una fantasía la
"Argentina potencia" que Milei promete para dentro de 10 años. No se le puede pedir eso, a familias enteras que no saben cómo van a llegar a la semana que viene. Esto no es opinión, son hechos muy fáciles de verificar saliendo a la calle y hablando con la gente.
¿Qué tipo de acuerdo imagina Milei con "la casta"? Seguramente y fiel a su estilo, uno donde todos tengan que hacer lo que él quiere. Ya hubo un adelanto: como paso previo al acuerdo pidió que su "ley omnibús" sea tratada nuevamente por "coimeros del Congreso". Obviamente no sólo tratada sino también aprobada. De ser así ¿quién le devuelve a los argentinos el tiempo perdido por los caprichos y peleas de su decadente clase política?
El gran acuerdo nacional al que llama Milei ya se imponía el 10 de Diciembre cuando asumió su mandato, pero el creyó poder sólo. La realidad le ha demostrado que no es posible ante la magnitud de la crisis y ahora debe negociar, aunque no le guste, con aquellos a quienes vino a combatir. ¿Por qué deberían ahora votar favorablemente una ley aquellos que no quisieron hacerlo o lo rechazaron? ¿Por patriotismo? ¿Por intereses sectoriales o personales? ¿Por dinero? Argentina sigue siendo una gran incógnita que todavía Javier Milei no consigue resolver.
SOBRE AL AUTOR
José Daniel Salinardi. Contador Público Nacional (Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires). Consultor económico, productor general de Poder & Dinero