Totalitarismo es el término por el que se conoce a las ideologías, los movimientos y los regímenes políticos donde la libertad está seriamente restringida y el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones.
María del Carmen Taborcía / El Político
Los totalitarismos están dirigidos por un partido político único que se funde en las instituciones públicas.
Generalmente exaltan la figura de un personaje que tiene un poder ilimitado que alcanza todos los ámbitos y se manifiesta a través de la autoridad ejercida jerárquicamente. Impulsan un movimiento de masas en el que se pretende encuadrar a toda la sociedad haciendo un uso intenso de la propaganda, de distintos mecanismos de control social y de represión como la policía secreta.
El totalitarismo es más que una forma de gobierno, es una organización en cuanto a las personas que ejercen el poder, de manera no democrática, con falta de reconocimiento de la libertad y los derechos individuales. Este régimen supone la negación de la persona que solo es considerada en función de la sociedad. El pueblo se va subordinando coercitivamente, hasta degradarlo al formato de masa.
El sociólogo francés Gustave Le Bon definió el término masa como:
“Una agrupación humana pensante con los rasgos de pérdida de control racional, mayor sugestionabilidad, contagio emocional, imitación, sentimiento de omnipotencia y anonimato para el individuo”.
Doctrinas totalitarias
Las doctrinas totalitarias se configuran con el propósito de alcanzar el poder y establecer un sistema de dominación. Llevan el respeto a los líderes a un nivel de “culto a la personalidad”.
Características del totalitarismo:
- Un partido único que posee el monopolio de la actividad política legítima;
- Dicho partido está armado de una ideología que le confiere una autoridad absoluta;
- El estado se reserva la exclusividad de los medios de persuasión y coacción, y de los medios de comunicación;
- La mayor parte de la economía es controlada por el estado;
- La ideología se convierte en verdad oficial del estado;
- Existe una confusión entre sociedad civil y estado;
- El partido y el estado se fusionan.
La ideología del partido unida a la del estado viabilizan la aparición de dos sentimientos dominantes: la fe y el miedo. La fe impulsa a los militantes del partido único y el miedo mantiene al resto paralizado.
Está claro que un sistema con este perfil que se instala en un país no persigue el bienestar ni el progreso individual ni general. Tenemos en el mundo muchos ejemplos y específicamente en América Latina varias detestables muestras de él.
Para sacarnos de la boca el mal gusto que nos deja este tema subhumano, que mejor que comer un buen plato de “arroz a la cubana” acompañado con un exquisito y fresco cubalibre.
Abogada y Escritora