Según el testimonio que el general William Walker, Jefe de la Guardia Nacional de D.C, el Pentágono tardó más de tres horas en aprobar el envío de tropas al Capitolio cuando éste estaba siendo asaltado el 6 de enero. "Incluso cuando las tropas estaban en autobuses listas para partir".
El Político
De acuerdo a la reseña de POLITICO, William Walker tiene previsto prestar testimonio ante los senadores este miércoles. En el documento con el apoyará su comparescencia asegura que recibió la petición de refuerzos del entonces jefe de la policía del Capitolio, Steven Sund, a la 1:49 de la tarde. Pero los altos mandos de El Pentágono no lo aprobaron hasta tres horas y 19 minutos después.
"Ya teníamos a los guardias en los autobuses listos para trasladarse al Capitolio", escribió Walker en sus comentarios.
"En consecuencia, a las 17:20 (en menos de 20 minutos) la Guardia Nacional del Distrito de Columbia llegó al Capitolio. Ayudamos a restablecer el perímetro de seguridad en el lado este para facilitar la reanudación de la sesión conjunta del Congreso", puntualiza.
El Jefe de la Guardia Nacional de D.C comparecerá ante dos comités del Senado en la audiencia que celebrarán sobre la insurrección del 6 de enero este miércoles (03.03.2021).
Tres horas clave…¿Qué pasó en el Pentágono?
El testimonio de Walker añade una nueva pieza al rompecabezas de los fallos de seguridad y los errores de comunicación. Lo que que permitió a una turba violenta saquear el Capitolio. Al tiempo que logró retrasar la certificación de los resultados de las elecciones de 2020.
Walker sostiene que no recibió respuesta hasta después de las 5 de la tarde. Mucho después de que las turbas tomaron el Capitolio. Señaló en particular al entonces Secretario de Defensa en funciones, Christopher Miller, por su lentitud al atender la solicitud de Sund.
Es el último funcionario que sugiere que los altos mandos militares fueron en parte responsables de lo ocurrido. Al maniatar a los funcionarios de seguridad que se apresuraban a responder a la amenaza.
Los tres funcionarios encargados de proteger a los legisladores ese día acusaron al Pentágono de retrasar sus peticiones urgentes de apoyo de la Guardia Nacional. Los funcionarios a cargo ese día eran Sund, el ex sargento de armas de la Cámara de Representantes, Paul Irving, y el ex sargento de armas del Senado, Michael Stenger.
Citan una conferencia telefónica a las 2:30 p.m. del 6 de enero en la que un alto funcionario militar indicó que le preocupaba la "óptica" de una fuerza de la Guardia Nacional fuertemente armada protegiendo el Capitolio, Dijo que probablemente instaría a sus superiores a rechazar su solicitud. Las tropas tardaron varias horas más en llegar y ayudar a retomar el Capitolio.
Pentágono prevé defenderse
Robert Salesses, alto funcionario del Pentágono que se ocupa de la defensa nacional, tiene previsto rebatir la versión de Walker cuando testifique el miércoles.
En un testimonio escrito, Salesses asegura que Miller aprobó la "activación total" de la Guardia Nacional de Washington a las 3:04 p.m. Los guardias recibieron la orden de partir hacia el Capitolio a las 4:32 p.m.
Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, también respalda la versión de los hechos del Pentágono. Dijo a los periodistas el martes que el Pentágono reaccionó a "velocidad de sprint" ante la petición de ayuda al Congreso.
"Movilizar una gran fuerza de tropas de la guardia en pocas horas equivale a la velocidad del rayo en términos militares", subrayó.
Más testimonios
El relato de Walker es el primer testimonio oficial del poder ejecutivo sobre su respuesta a la petición de ayuda del Capitolio. Otros funcionarios de los servicios de inteligencia encargados de informar a las fuerzas de seguridad sobre las amenazas que se avecinan también testificarán en el Senado el miércoles.
Entre ellos se encuentran Melissa Smislova, una alta funcionaria de Seguridad Nacional a cargo de la Oficina de Inteligencia y Análisis; Jill Sanborn, que dirige la División Antiterrorista del FBI; y Salesses.
Falla de inteligencia
Sund y otros funcionarios de seguridad del Capitolio, que dejaron sus cargos tras la insurrección, afirman que las advertencias de inteligencia que recibieron en los días previos al ataque del 6 de enero no apuntaban a la necesidad de reforzar la seguridad con la Guardia Nacional.
La inteligencia disponible sugería que el volumen de manifestantes se asemejaría a la concurrencia en noviembre y diciembre. Cuando los mítines pro-Trump desataron espasmos de violencia pero fueron finalmente contenidos. Los ex funcionarios de seguridad del Capitolio aseguran que nunca anticiparon un asalto organizado y coordinado a la rama legislativa. Ni que abrumaría a los 1.200 oficiales en el lugar y daría lugar a una brecha en el edificio.
En lugar de buscar una fuerte presencia de la Guardia Nacional de antemano, esos ex funcionarios de seguridad del Capitolio dijeron que pidieron a Walker que simplemente estuviera listo en caso de necesitarlo.
Walker, dijeron, se ofreció a colocar 125 unidades de la Guardia Nacional en funciones de apoyo, como las de tráfico, para ayudar a liberar a la Policía del Capitolio para enfrentarse más directamente a los manifestantes.