El crimen organizado fue un tema que recorrió la segunda y última jornada de la 10ª Conferencia de Seguridad Hemisférica organizada por el Instituto Jack D. Gordon de la Universidad Internacional de Florida (FIU). El martes 13 abrió en el campus de Coral Gables, Miami, con una mesa sobre el Tren de Aragua; más tarde, el panel “Crimen Transnacional” retomó las nuevas olas delictivas para analizar cómo impactan a lo largo de las Américas.
“El modelo de la criminalidad organizada que observamos hoy día es esencialmente económico”, abrió Pablo Zeballos, asesor superior de la Fundación TAEDA, coorganizadora de #HSC2025 con el Instituo Gordon. “Debemos sacarnos de la cabeza que el crimen transnacional es solo narcotráfico”, agregó, como quien avispa al auditorio sobre una novedad.
Zeballos —quien insistió en que, pese a su hablar elegante y sus ideas sofisticadas, no viene de la academia: es un ex policía chileno— explicó que las organizaciones criminales actuales no se limitan a una sola fuente de ingresos ilícitos. Puso a Perú como ejemplo: allí las ganancias que deja el oro ilegal son ya mayores a las del narcotráfico. “Estas organizaciones tienen la capacidad de tomar varias economías ilícitas a la vez y explotarlas. Uno de sus modelos es la diversificación, casi como un sistema de franquicias”.
El chileno Pablo Zeballos destacó la diversificación económica del crimen transnacional mucho más allá del narcotráfico.