A bordo de su ruidoso bombardero el comandante japonés, Mitsuo Fuchida, gritó al comunicador de radio, "¡Tora! ¡Tora! ¡Tora!" . Los ojo abiertos le brillan de emoción: acaba de comunicar a la flota que la primera oleada de 180 aviones llegó a Pearl Harbor sin ser detectada. Y que pronto atacarán la principal base naval de Estados Unidos en el Pacífico.
Apolinar Martínez / El Político
Había comenzado el ataque a la base estadounidense de Pearl Harbor , en las Islas Hawái, el 7 de junio de 1941.
El plan de ataque a Pearl Harbor fue obra del almirante jefe de la Flota Combinada, Isoroku Yamamoto.
El ataque comenzó a las 7:48 am, hora local, y lo ejecutaron 353 aeronaves japonesas que incluían cazas de combate, bombarderos y torpederos que despegaron de seis portaaviones.
Pearl Harbor…el gran golpe
Resultaron dañados los ocho acorazados estadounidenses atracados en el puerto. Cuatro de ellos se hundieron. De estos ocho, dos fueron reflotados y cuatro reparados. Por lo que seis pudieron volver a entrar en servicio más tarde, durante la guerra.
El ataque japonés también hundió o dañó tres cruceros, tres destructores, un buque escuela y un minador.
Los estadounidenses perdieron 188 aeronaves, murieron 2403 estadounidenses y otros 1178 resultaron heridos de diversa consideración.
Sin embargo, los japoneses no atacaron la central eléctrica, el astillero, las instalaciones de mantenimiento, los depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos y el edificio del cuartel general y de la sección de inteligencia.
Japón ganó en Pearl Harbor, pero…
Los nipones perdieron 29 aeronaves y cinco minisubmarinos, además de sufrir 65 bajas militares entre muertos y heridos. Uno de los tripulantes de los minisubmarinos, Kazuo Sakamaki, fue capturado.
Los japoneses ganaron este round, pero perdieron la guerra y el Imperio.
Encendieron la caldera estadounidense
Winston Churchill, en su inmensa obra “La Segunda Guerra Mundial”, en su capítulo “La Guerra llega a América”, describe con júbilo sarcástico esta acción japonesa contra los norteamericanos.
La opinión púbica de los Estados Unidos estaba dividida en cuanto a si debían o no participar en la contienda tras la invasión de Polonia por la Alemania de Hitler. Bastaba un algo de provocación para que ello sucediera. Y el Japón -según Churchill- acababa de proporcionarlo.
Al enterarse del ataque llamó al presidente Franklin Delano Roosevert, y cuando éste le dijo: "Es exacto, nos han atacado en Pearl Harbor. Ahora todos estamos en el mismo barco”, el primer ministro británico señaló que parecía que se hubieran quitado un peso de encima.
Se dijo que por sus venas corría sangre americana, y se acordó de una observación de Edvvard Grey: “Los Estados Unidos son como una caldera y una vez encendido el fuego de ella, puede conocer una fuerza motriz que no conoce límites”.
"Saturado de emociones y sensaciones fui a acostarme y dormí con el sueño de los que se han salvado de un gran peligro y sienten su corazón inundado de gratitud", escribe Churchill.
Cuanta visión de futuro.
Con el alocado ataque a Pearl Harbor Japón no solamente había desafiado al monstruo dormido de los Estados Unidos. Había acelerado el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y abrió el camino para la desaparición del Imperio del Sol Naciente.