Protestas de la oposición y marchas en apoyo de Evo convulsionan a Bolivia. Los opositores tratan de paralizar el país, mientras que los oficialistas intentan desbloquear las calles de las ciudades
La Unión Europea y la Organización de Estados Americanos insisten en la realización de una segunda vuelta electoral
EL Político
Las protestas a favor y en contra de los resultados de la elección del 20 de octubre en Bolivia han escalado y en todo el país se producen diariamente choques y amenazas entre seguidores del gobierno, quienes bloquean los caminos en el área rural e intentan desbloquear las calles en las áreas urbanas, y opositores que, atrincherados en las ciudades, se esfuerzan para detener las actividades cotidianas de la población.
Tanto el excandidato Carlos Mesa como el vicepresidente, Álvaro García Linera, se culpan mutuamente de agudizar el conflicto y de causar violencia.
Durante una rueda de prensa, García Linera acusó a Carlos Mesa de “mal perdedor”, “candidato violento” y hombre “perseguido por los muertos” de su pasado político. Invitó a Mesa a “dejar de ensangrentar a la gente humilde” y mostró videos en los cuales grupos de opositores propinaban golpizas y vejaban a inmigrantes de origen indígena en Santa Cruz de la Sierra, el baluarte de la oposición, que se encuentra completamente paralizada por la huelga convocada por la oposición.
García Linera también dijo que Mesa no acepta una auditoría internacional de los resultados electorales, porque lo que en el fondo busca es la renuncia de Evo Morales. Indicó que el rechazo a las elecciones forma parte de un “golpe de Estado detrás del que está un puñado de opositores exiliados en Estados Unidos y otros países”.
Poco antes de la comparecencia de García Linera ante la prensa, Mesa había hecho circular un video advirtiendo de que existe una estrategia gubernamental para hacer intervenir a grupos violentos y responsabilizarlo a él de lo que ocurra. Mesa negó que tenga una intención violenta o golpista, y convocó a continuar las protestas pacíficas en “defensa del voto y de la democracia”.
Contradicción en el oficialismo y en la oposición
García Linera aseguró que el gobierno no está llamando a nadie a movilizarse, sino que busca normalizar la vida cotidiana. Corrigió así al presidente Evo Morales, que el sábado había convocado a “cercar” las ciudades con bloqueos campesinos, “a ver si aguantan” sin alimentos. García Linera dijo que ese discurso de Morales fue solo un “comentario” de una resolución previa de los sindicatos campesinos, que el gobierno “lamenta”. En todo caso, los bloqueos de caminos ya comenzaron y seguramente se extenderán en los siguientes días.
Según el oficialismo, si la oposición alega que hubo fraude en las elecciones es porque no quiere reconocer el voto rural. Según esta versión, la diferencia que hubo entre los cómputos del día de la votación, los cuales sugerían la necesidad de un desempate, y los cómputos finales, que dieron la victoria a Morales en primera vuelta, se debió a la llegada tardía de los votos del campo, que fueron ampliamente favorables al presidente.
—Hay que defender el voto, no es posible que la derecha boliviana desconozca a las áreas rurales, nuestros triunfos siempre han sido con el voto de las áreas rurales— dijo ayer Morales. Para la oposición, esta diferencia solo se explica por una interferencia fraudulenta de las autoridades electorales.
Algunos analistas consideran que las declaraciones de ambas partes culpándose mutuamente de un posible estallido de violencia buscan descargar anticipadamente las responsabilidades que tendrán por el escalamiento de la confrontación que está siendo causado por la falta de diálogo, la ausencia de una salida visible y los llamamientos a continuar las demostraciones.
Mientras que el Gobierno tiene claro lo que quiere, que es la consolidación de la victoria de Morales, las opiniones opositoras sobre qué podría resolver la crisis son diversas. Unos sectores piden una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados: Morales y Mesa. Otros sectores, en cambio, recuerdan que, según la ley, las elecciones fraudulentas tienen que anularse y debe convocarse a otras, eso sí, con un nuevo Tribunal Electoral.
Unos y otros opositores esperan que la fuerza de los conflictos termine empujando a Morales del poder, pero este cuenta con el pleno apoyo de las Fuerzas Armadas y está dispuesto a defenderse, ya que no ha dudado en poner a sus adherentes en las calles y caminos, pese al riesgo que esta presencia genera en estos momentos. Nadie parece dispuesto a ceder y ni siquiera a negociar una salida del impasse en el que se encuentra el país.
Fractura social
La Paz, sede de los órganos legislativos y de gobierno, se sumó este lunes a las otras ciudades del país que se encuentran en paro. El método que usaron los opositores para detener las actividades en la sede de los poderes públicos ha sido el bloqueo de calles. Los enfrentamientos se produjeron, sobre todo, en las zonas residenciales de clase media que se encuentran en la “frontera” entre la ciudad y el campo.
Miembros de los sindicatos de transporte que trabajan comunicando ambas áreas, y que son de origen popular e indígena, intentaron romper los bloqueos sobre las rutas en las que trabajan. En el barrio Achumani, los vecinos resistieron y se produjo una pelea campal con piedras y palos. Al final, la policía controló la situación usando gases lacrimógenos. Hubo varios heridos, aunque ninguno de gravedad. En cambio, un policía golpeado en otra región del país se encuentra en estado de coma.
La huelga es más fuerte en el sureste del país, donde la población blanca es predominante. Como ilustra el caso de La Paz, el cumplimiento de la protesta encuentra más dificultades en las ciudades del noroeste, en las que los sectores indígenas son mayoritarios. Por eso El Alto, ciudad colindante con la sede de gobierno, históricamente conformada por migrantes rurales, fue elegida por el gobierno para festejar allí su triunfo electoral.
Movilizaciones masivas de gobierno y oposición
Tanto las movilizaciones de partidarios del gobierno de Evo como de opositores se están desde que los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 20 de octubre dieran como ganador a Morales para su cuarto mandato consecutivo.
La jornada de intensas protestas y concentraciones masivas de este lunes dejó como saldo al menos 30 heridos, uno de ellos grave.
Las concentraciones están enfrentadas. Unas defienden la victoria de Morales en las urnas. Las otras apoyan al opositor y ex candidato Carlos Mesa, quien ha pedido la realización de una segunda vuelta electoral y acusó al presidente de "concentrar todos los poderes en uno de manera ilegítima y de protagonizar un golpe de Estado".
Los seguidores de la oposición intensificaron las movilizaciones en un intento de paralizar las principales ciudades del país y forzar así un segundo llamado a las urnas.
Como respuesta, los defensores del gobierno de Morales cortaron varias rutas interdepartamentales, incluyendo la que conecta la ciudad de Cochabamba con Santa Cruz, la más poblada del país sudamericano.
Reunión con sus seguidores
Antes de que se conocieran por la noche las consecuencias de esta violencia, tanto el presidente Morales como el opositor Carlos Mesa se rodearon de miles de seguidores a pocos kilómetros unos de otros.
Mesa lo hizo en La Paz, donde aseguró que llegaría a "la cárcel o a la presidencia" y que no piensa rendirse hasta forzar la repetición de los comicios.
—No se dobleguen, no se rindan— dijo a los suyos.
Por su parte, Morales habló en la ciudad vecina de El Alto para insistir en la defensa de su victoria, aún a pesar de las denuncias de fraude de la oposición y de organismos internacionales. El presidente instó a sus seguidores a "defender la democracia frente a esa amenaza".
Persisten las denuncias de fraude
Brasil, Estados Unidos, Colombia y Argentina expresaron su preocupación por la situación del país; y tanto la Organización de Estados Americanos como la Unión Europea también recomendaron al gobierno boliviano que se efectúe la segunda ronda de elecciones.
El pedido se produjo después de que en la noche del 20 de octubre, el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia suspendiera el conteo de votos cuando se había escrutado el 83% y el resultado parcial apuntaba a la segunda vuelta.
Al día siguiente, se retomó el conteo cuando iba por el 95% escrutado y Morales ganaba por un estrecho margen.
Este martes, el vicepresidente Álvaro García Linera anunció que Carlos Mesa estaba invitado a una auditoría de las recientes elecciones.
Los resultados definitivos dieron ganador a Morales, del gobernante Movimiento al Socialismo, con el 47,8 por ciento de los votos, frente al 36,51 por ciento de Mesa, de la alianza Comunidad Ciudadana. Esa diferencia del 10,57 por ciento es suficiente para que el mandatario gane en primera vuelta, con tan solo un 0,57 % de margen.
La ley electoral exige el 50% de los votos más uno o el 40 por ciento con 10 puntos de ventaja sobre el segundo para vencer en primera vuelta, pero cuando no se logran estos porcentajes se va a una segunda ronda entre los dos más votados.
(Con información de Deutsche Welle, BBC, El País)