Contra todos los pronósticos y con la amenaza de un juicio por corrupción, venció ampliamente a Benny Gantz, ahora le toca consolidar la mayoría parlamentaria
El Político
Cuando parecía que el mundo se le venía encima, en momentos en que las encuestas señalaban que el resultado electoral le sería adverso, fundamentalmente por la amenaza de juicio por corrupción adelantado por el fiscal general, y que de comenzar en quince días, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, lejos de amilanarse, se multiplicó en el trabajo, la visita a todos los ámbitos del país, habló con todo el mundo, y sobre todo ofreció perspectivas para el desarrollo y defensa de Israel.
El resultado, pese a que todavía no ha logrado conformar la mayoría que exige el Kneset (Parlamento) para conformar nuevo gobierno, su victoria en estos comicios del dos de marzo, no sólo ha sido contundente, sino que es la más grande obtenida por su organización, el LiKud, desde los tiempos del carismático Ariel Sharon.
Los electores le respondieron ampliamente
Contrariamente a la conseja que se había propagado en cuanto a que el pueblo israelí, cansado de una dirigencia que había obligado a tres elecciones en un año, no acudiría a este proceso, que las elecciones serían un fracaso, un rechazo a los políticos y en primer término a Netanyahu, las elecciones resultaron un verdadero plebiscito para afianzar el liderazgo del primer ministro.
El Likud consiguió 100.000 votos más que en las elecciones de septiembre, ventaja que si bien deja fuera de competencia a Gantz para aspirar a formar gabinete, es insuficiente, ya que para revalidar el cargo de primer ministro debe primero conseguir una mayoría que de momento no suma con sus aliados (se queda en 59 diputados de los 120 del Parlamento).
Además, la Corte Suprema debe confirmar antes que puede recibir el mandato de formar ejecutivo estando acusado de corrupción.
Las coaliciones cobran toda su vigencia
Comienza ahora para Netanyahu todavía un camino largo, tiene que afianzarse con grupos que harán peticiones difíciles, pero que deberán examinarse con pie de plomo si es que quiere consolidarse en el poder
La coalición del nacionalismo religioso Yamina mantiene su representación, 7 escaños, mientras que los votantes ultraortodoxos son fieles a los dos partidos que los representan: Shas (sefardíes) y Judaísmo Unido por la Torá (asquenazíes).
Así, todos juntos aumentan su poder como bloque parlamentario con respecto a septiembre, pero con 59, y a falta de escrutar un 10% más, no llegan al mínimo necesario.
Gantz fuera de formar gobierno pero aspirante al gabinete, Azul y Blanco , el partido de Benny con 32 escaños no puede liderar ningún bloque porque sus potenciales socios quedan repartidos entre el Laborismo-Gesher-Merezt, con 7, y el nacionalista laico Israel Nuestro Hogar (Israel Beitenu) de Avigdor Liberman, con otros 7. Por lo que necesitaría de la Lista Unida árabe, el único partido no sionista, para sumar, algo a priori incompatible con el apoyo de Liberman. No obstante, pueden ser factores decisivos de un gabinete de unidad.
El fracaso de la izquierda
El Partido Laborista, que durante décadas gobernó Israel, alcanzó su mínimo histórico en las elecciones de abril. Desde entonces, ha ido perdiendo fuerza y como, el resto de partidos de centro izquierda ha tenido que reformularse, pero sin éxito. En septiembre se unió con el centro-derecha Gesher y en marzo sumó a la izquierda sionista de Meretz, que estuvo a punto de quedarse fuera del Parlamento en las anteriores elecciones. Laborismo-Gesher-Meretz era en estas elecciones el único aliado natural de Azul y Blanco.
Sin embargo, esta formación no consiguió arrastrar los votos que en septiembre dieron cinco escaños a la Unión Democrática, que no ha concurrido ahora.
LA LISTA UNIDA ÁRABE HACE FRENTE
Mientras la izquierda casi desaparece en Israel, la Lista Unida, que representa a la población árabe israelí, aumentó en unos 100.000 votos en parte por la movilización de la comunidad árabe y, también, por lo que los que los analistas consideran un arrastre del voto judío de izquierda de tendencia antisionista.
La Lista Unida se consolida como tercera fuerza en el Parlamento, después de que en las elecciones de abril se separara y perdiera representación (diez, divididos en dos formaciones) para volver a unirse en septiembre y conseguir 13 diputados. Ayer, se superó aún más y si los datos se confirman llegará a 15 en lo que parece una nueva tendencia en Israel.
La derecha toma el mando
El bloque de derecha liderado por Netanyahu comienza las reuniones para afianzar una coalición de gobierno a la que deben atraer a uno o dos diputados de otras formaciones como reconoció el portavoz del Likud, Jonatan Urich, sobre la posibilidad de transfugismo, incluido desde Azul y BLanco.
De ser así, conseguiría los 61 diputados necesarios, pero comenzaría "la incertidumbre constitucional", según ha denominado el presidente del Instituto para la Democracia de Israel, Yohanan Plesner.
"El 17 de marzo, comienza el juicio del primer ministro y el país se encontrará en una situación sin precedentes en el que el hombre que está a cargo de las instituciones de la ley y el orden, comenzará su lucha para limpiar su nombre en los tribunales".