La difícil realidad de Joe Biden, presidente más viejo de Estados Unidos, fue resumida el jueves cuando el Congreso aprobó un acuerdo bipartidista que él negoció para evitar un incumplimiento del pago de la deuda nacional.
El Político
Kevin McCarthy, presidente de la Cámara Baja y representante republicano de California, declaró que Biden había sido “muy profesional, inteligente y fuerte” durante las conversaciones.
Pero justo antes de que se pusieran en marcha las votaciones, Biden se tropezó con un saco de arena en la graduación de la Academia de la Fuerza Aérea y fue a dar al suelo, reportó Clarin.
¿Por qué es importante?
Cualquiera puede tropezarse a cualquier edad, pero es inevitable que si le ocurre a un presidente de 80 años haya preguntas incómodas.
Si fuera cualquier otra persona, tal vez no serían notorios los signos de la edad, pero Biden es el jefe del país más poderoso del mundo y se acaba de lanzar a una campaña para que los electores lo mantengan en la Casa Blanca hasta que cumpla 86 años.
Lo cual atrae una mayor atención a un problema que, según las encuestas, preocupa a la mayoría de los estadounidenses y es motivo de gran zozobra entre los líderes del partido.
Imagen de Biden
La imagen que emerge de las entrevistas de varios meses con decenas de funcionarios actuales y anteriores, y con otras personas que han pasado algún tiempo con el presidente.
Es una mezcla entre la caricatura de un vejestorio aturullado y fácilmente manipulable promovida por los republicanos y la imagen que difunde su personal de un presidente con gafas de aviador que dirige la escena mundial y gobierna con brío.
Es la de un hombre disminuido por la edad de maneras más marcadas que solo el encanecimiento del cabello que ha sido común entre los presidentes más recientes durante sus mandatos.
Hay veces que Biden confunde las palabras y parece más viejo que antes por su modo de andar torpe y su voz débil.
Entre líneas
No obstante, las personas que habitualmente tratan con él, incluso algunos de sus adversarios, afirman que sigue siendo sagaz y autoritario en las reuniones privadas.
Los diplomáticos comparten anécdotas de viajes a sitios como Ucrania, Japón, Egipto, Camboya e Indonesia en donde casi siempre tiene más resistencia que sus colegas más jóvenes.
Los legisladores demócratas destacan una larga lista de logros como prueba de que sigue haciendo bien su trabajo.
Sus amigos señalan que sus desaciertos verbales no son nada nuevo; toda su vida ha tenido problemas de tartamudez y, en sus propias palabras, era una “máquina de desatinos”, mucho antes de tener acceso a las prestaciones de jubilación.
Biden mantiene el buen criterio
Sus asesores afirman que su criterio sigue siendo tan bueno como siempre.
Así que muchos de ellos usan la frase “afilado como una hacha” para describirlo, lo que se ha convertido en una especie de mantra.
Biden dice que la edad es un problema válido, pero sostiene que su longevidad es una ventaja y no una desventaja.
“¿Ustedes dicen que soy viejo?”, dijo en una cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca en abril.
“Yo digo que soy sabio”.
Las encuestas indican que a los estadounidenses, incluso a los demócratas, les preocupa muchísimo la edad de Biden.
Conclusión
Un análisis de los horarios reveló que Biden tiene un ritmo de trabajo matutino parecido al del presidente para el que trabajó, Barack Obama, quien tampoco tenía muchos eventos públicos antes de las 10 de la mañana.
Esto es solo el cuatro por ciento durante su último año en el cargo en comparación con el cinco por ciento en los primeros dos años y medio de Biden en la presidencia.
Pero la verdadera diferencia se ve en la noche.
Obama tenía dos veces más probabilidades que Biden de acudir a eventos públicos después de las 6 de la tarde, el diecisiete contra el nueve por ciento.
Los asesores evitan exponer a Biden a entrevistas con los medios cuando es posible que cometa algún error que lo perjudique políticamente.
Biden solo ha dado una cuarta parte de las entrevistas que dio Donald Trump en el mismo período y una quinta parte de las entrevistas que concedió Obama, pero ninguna a los reporteros de algún diario importante.