La moneda local de Venezuela se desplomó a mínimos históricos en marzo y las empresas luchan por reponer inventarios a medida que aumenta el diferencial cambiario, todo lo cual amenaza con agravar la inflación. Al mismo tiempo, decenas de oficiales de las Fuerzas Armadas, fundamentales para el control del poder por parte de Maduro, han desertado en lo que los medios locales describen como una crisis de personal.
Por Bloomberg – Traducción El Político
«Lo único que le queda al régimen es la represión con el apoyo de los altos mandos policiales y militares, cuyas estructuras están sufriendo ahora mismo una supervisión, un espionaje y unas amenazas aún más intensas que la población civil», dijo Machado, de 57 años, en una entrevista a Zoom desde un lugar no revelado. «Creo que tenemos una gran oportunidad ante nosotros, y lo veo mucho más cerca hoy que hace un mes».
La líder opositora ha estado en gran parte escondida en los ocho meses transcurridos desde que Maduro proclamó su reelección a pesar de las pruebas de que Edmundo González Urrutia obtuvo la mayoría de los votos. En ese tiempo, Machado ha estado intentando apretar las tuercas al régimen mientras Maduro se enfrenta simultáneamente a una creciente presión por parte de Estados Unidos.
El presidente estadounidense, Donald Trump, revocó la licencia de Chevron Corp. para operar en Venezuela a principios de este año, lo que reducirá las exportaciones de petróleo -la mayor fuente de ingresos del país- en un 20%. Es una estrategia notablemente más agresiva que la del ex presidente Joe Biden, cuya administración negoció concesiones, incluida la licencia y la liberación de un aliado clave de Maduro, a cambio de la promesa de elecciones justas y libres en 2024.
Este último fue sólo el último intento fallido de derrocar a un régimen responsable de una crisis económica y humanitaria que desembocó en una oleada migratoria masiva.
Machado quiere más
Ha estado reestructurando su movimiento, que ha pasado de estar centrado en preservar la integridad electoral a ser capaz de amenazar al régimen de Maduro desde la sombra.
La siguiente fase del plan de la oposición es aislar a Maduro internacionalmente, y gran parte de ello depende de Estados Unidos. Su equipo ha estado presionando a la administración Trump para que aplique estrategias de máxima presión. Eso incluye abogar para que EEUU designe a Maduro como jefe del Tren de Aragua, la banda en el punto de mira de Trump.
Al mismo tiempo, debe conservar su base de apoyo y seguir convenciendo a los venezolanos de que su movimiento sigue siendo una opción viable.
"Estamos trabajando muy duro en Venezuela. El hecho de que ustedes no lo estén viendo no significa que no lo estemos haciendo", dijo Machado. «Estamos avanzando en aislar al régimen y quitarle los pilares que lo sostienen».
Un reto formidable
Mantener el mismo nivel de apoyo público mientras está en la clandestinidad supone un reto para Machado. Su popularidad ha caído a medida que ella y su equipo operan en la sombra, según algunos encuestadores.
Sin embargo, un año después de haber inspirado un movimiento sin precedentes desde el ascenso del difunto Hugo Chávez, sigue siendo la líder política más popular de Venezuela.
A menudo descrita como una oradora vibrante y segura de sí misma, Machado ha amasado un devoto grupo de seguidores que la ven como una opción para revisar la economía de la nación a través de privatizaciones masivas y el regreso de los tecnócratas al gobierno, políticas que distan mucho de las promulgadas por Maduro.
Una encuesta realizada en marzo por Panterra Research, con sede en Londres y antes conocida como ClearPath Strategies, muestra que el 74% de los no chavistas -aproximadamente dos tercios de la población- confiaban en Machado como líder, frente al 65% de marzo de 2024. David Bluestone, director gerente de Panterra, que ha realizado investigaciones políticas en Venezuela desde 2012, dijo que los encuestados señalaron repetidamente la claridad y la fuerza de Machado.
«El hecho de que ella siga en el país, incluso en la clandestinidad, permite que la gente sienta que está allí “hasta el final”», dijo, en referencia a su lema de campaña.
La capacidad de mantener el apoyo local ha sido un obstáculo familiar incluso para algunos de los mayores líderes de la oposición en el pasado reciente de Venezuela. Juan Guaidó, que ahora vive exiliado en Estados Unidos, fue reconocido como presidente interino de Venezuela a partir de 2019 por decenas de países, incluido Estados Unidos. En pocos años, se desvaneció en un recuerdo lejano.
«Ella está subestimando el nivel eventual de su desgaste, pero al mismo tiempo, los otros están subestimando su necesidad de su voz legitimadora, la autoridad que ella ejerce», dijo el politólogo Guillermo Tell Aveledo. «Lo trágico de esta situación es que realmente no hay una sola figura en el panorama sociopolítico venezolano actual que pueda sustituirla».
En el último año, Maduro se ha apoyado en la cúpula militar para ayudarle a mantenerse en el poder. Nombró ministro del Interior a Diosdado Cabello, uno de sus principales aliados, acusado por Naciones Unidas de llevar a cabo detenciones arbitrarias, apenas un mes después de las controvertidas elecciones.
Tras la votación fueron detenidas unas 2.500 personas, entre ellas más de 100 menores. Las fuerzas de seguridad sacaron a la gente de sus casas en mitad de la noche para capturar a quienes consideraban opositores. En una reciente operación antidroga se detuvo a ocho alcaldes, la mitad de ellos de la oposición.
La propia Machado fue detenida brevemente por el gobierno durante su última aparición pública en una protesta antigubernamental el 9 de enero, víspera de la toma de posesión de Maduro.
«El miedo a enfrentar las consecuencias por disentir es altísimo hoy en el país», dijo Aveledo. «Es una especie de fantasma que recorre todos los espacios en Venezuela, y miedo y represión no es una mezcla auspiciosa para la democracia.»
La oposición se divide
Las próximas elecciones regionales y parlamentarias de Venezuela no entran en los planes de Machado, ya que, según ella, no serán legítimas de todos modos.
Sin embargo, su llamamiento a la oposición para que no participe en las elecciones está fragmentando la coalición que ella había unido.
Un grupo de líderes de la oposición, entre ellos el ex gobernador y dos veces candidato presidencial Henrique Capriles, anunciaron formalmente a principios de abril su disposición a participar en la votación del 25 de mayo. El gobierno de Maduro, que durante años había prohibido a Capriles y a otros opositores presentarse a cargos públicos, levantó rápidamente sus inhabilitaciones, lo que suscitó rumores de que habían llegado a un acuerdo.
Capriles y otros cinco destacados políticos fueron expulsados el lunes de Primero Justicia, uno de los cuatro principales partidos de oposición, que dijo que la decisión respondió a «su participación activa» en un acto convocado sin la oposición.
«Con sus acciones han decidido desviarse del camino definido por la Plataforma Unitaria, el presidente electo Edmundo González Urrutia y el liderazgo de María Corina Machado», dijo el partido en un comunicado publicado en las redes sociales.
Indicadores preocupantes
Mientras tanto, la economía de Venezuela se desmorona por sí sola.
Machado celebró abiertamente la revocación de la licencia de Chevron por parte de Trump, a la que siguió en marzo una orden que imponía un arancel del 25% a los países que compraran petróleo y gas a Venezuela. La decisión asustó a algunos de los mayores compradores de crudo del país, y la empresa española Repsol SA desvió un buque cisterna.
La inflación alcanzará el 220% antes de fin de año y la economía se contraerá un 2%, según estimaciones de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. El descalabro será un golpe demasiado familiar para los venezolanos, que se habían beneficiado brevemente de la estabilización de la economía tras una recesión de siete años que terminó en 2021 y estuvo marcada por brotes de hiperinflación y una crisis migratoria masiva.
La semana pasada, Maduro firmó un nuevo decreto de emergencia para apoyar a los sectores productivos del país a través de la «guerra económica» del gobierno estadounidense."
«Estamos en el mejor momento de todos estos años de Revolución Bolivariana», dijo Maduro. «Estamos también en un momento económico importante, superando perturbaciones».
Por ahora, Machado dice que trabaja hasta 20 horas al día -sin contacto humano- para mantener vivo su movimiento.
«Me recuerdo a mí misma todos los días que tengo muchos colegas que están en condiciones mucho peores que yo, porque al menos yo tengo comida, tengo electricidad, tengo agua», dijo.
La represión de la disidencia por parte de Maduro ha llevado a muchos de los colaboradores más cercanos a Machado a la cárcel, la clandestinidad o el exilio. Cinco de ellos han estado atrapados en la embajada argentina en Caracas durante el último año, con acceso irregular a electricidad, agua y alimentos. El gobierno acosa descaradamente la sede diplomática para presionarla, dijo Machado.
«Tengo que tomármelo día a día», dijo. "A medida que el reto se hace mayor, te haces más fuerte. No hay otra opción".
